Día de la Pachamama: Honrar a la madre tierra

El domingo 1 de agosto, Dante Vildoza y Alicia de Carmen Gunsett (“la Chochi”), dos vecinxs de la ciudad de Tafí Viejo, abrieron las puertas de su casa para quienes quisieran acercarse a vivir con ellxs un momento de celebración y agradecimiento a la Pachamama.

“La celebración de la Pachamama se realiza durante todo el mes de agosto. Es una ceremonia ancestral, miles y miles de años antes de que llegue el cristianismo a nuestra tierra.” explica el dueño de casa.

Durante la ceremonia, a la que se acercaron autoridades y miembros de la comunidad en general, el patio de Dante se convirtió en un espacio de comunión y en una suerte de puente para dar a conocer al resto a sus vecinxs parte de la sabiduría ancestral de nuestro pueblos. Se trata de un acto de veneración, de agradecimiento, de cuidado y reciprocidad: celebrar y ofrendar a la madre tierra para que, a pesar del daño, despierte con abundancia y nuevas cosechas.

¿Qué se ofrenda? En la apacheta, una pirámide de piedras, se ofrendan distintos productos como tabaco, coca, vino,agua, o lo que cada unx tenga para brindarle.

Dante lo explica con detalle: “Ahí depositamos todos los productos que ella nos da a nosotros, y se le pide, arrodillado, refregando con las dos manos el producto para que caiga. De la uva sacamos el vino y el vinagre; el maíz, que también tiene sus derivados. También tenemos el pan,derivado del trigo, la harina y pedimos para que no falte en ninguna mesa de ninguna familia; el agua, porque es el elemento vital que nosotros necesitamos para vivir, para el pasto para que los animales coman y las plantas también reflorecen mucho mejor teniendo el agua. Los diferentes derivados de los productos que son tan importantes en la zona andina: cuando los españoles toman de esclavos a los indios y no sabían por qué tenían tanta fortaleza hasta que descubrieron que la quinoa los mantenía en ese estado. Las vitaminas, que salen de los frutos, y todo esto gracias a los árboles que nos dan la sombra, el oxígeno, madera para sentarnos, para la cama donde descansamos. Y también cuando llueve y caen las tormentas las copas de los árboles detienen las goteras que caen sobre los yuyos donde se vuelve a detener un poquito y cae sobre el pasto y así se desliza el agua sin erosionar”.

Se puede agradecer, ofrendar y cuidar la tierra desde donde estemos: una montaña, un valle o el patio de una casa.

Fotografías de Elena Nicolay