“En el proceso de bajar de peso uno se achica por fuera, pero crece por dentro”
/“Una chica cuenta que una vez al pasar caminando un chico le dijo 'gorda' y ella se volvió y le dijo 'Sí, yo también me di cuenta...'”
Desde siempre Tucumán es reconocida como una de las sociedades más estructuradas, conservadoras y prejuiciosas. Por lo general, los defectos y también las enfermedades de unos son remarcados por los otros. Muchas personas tienen que vivir una vida a oscuras por temor al qué dirán y a la mirada crítica. Tal es el caso de los alcohólicos, drogadictos, discapacitados e incluso personas con sobrepeso, quienes por culpa de su enfermedad deben limitarse y vivir una vida diferente, una de discriminación y de infelicidad.
Para una persona con sobrepeso, necesidades básicas como vestirse o calzarse es una complicación, lo que obliga a muchos a terminar comprando lo que les entra y no lo que les gusta. Otras situaciones como viajar, ir al cine y hasta sentarse en un pupitre de la facultad terminan siendo un sufrimiento que deben aprender a pilotear. Sin embargo, todavía quedan esperanzas para aquellos que quieran experimentar un cambio en sus vidas, como lo es la posibilidad de participar en el programa de la fundación ALCO, la institución más importante de autoayuda en obesidad de habla hispana y una de las más grandes del mundo, avalada por la Organización Mundial de la Salud (1).
La fundación se dedica a colaborar y educar aquellas personas con sobrepeso que estén dispuestas a salir adelante y buscar una vida mejor, porque a pesar de las múltiples limitaciones que el mundo les proporciona, las restricciones personales son más fuertes. “En mi caso, y en el de muchos compañeros, las limitaciones nos las ponemos nosotros. El obeso no se permite realizar ciertas cosas por miedo al que dirán”, comentó Luciana Torres, miembro de la fundación ALCO, creada por el Dr. Cormillot.
ALCO tiene sede en todo el país, incluso en Tucumán, donde funciona en diferentes localidades de la provincia tales como Yerba Buena, Banda del Ríos Salí y en San Miguel de Tucumán. En la capital tucumana atiende los días miércoles en Crisóstomo Álvarez 334. Allí trabaja una encargada quien maneja la venta de literaturas y la coordinación general de los grupos. A su vez, existen coordinadores voluntarios que se encargan de brindar las charlas informativas y que pueden llevar adelante las diferentes comunidades. No existe un número exacto de personas que concurren ya que cada miércoles se van sumando más “alquistas” a las charlas informativas, pero se podría estimar alrededor de 100 personas, quienes a continuación se incorporan a los grupos de bajada como: juveniles, jóvenes adultos e hiperobesos.
La fundación tiene la misión de ayudar a las personas con sobrepeso desde la experiencia ya que sus coordinadores son obesos recuperados. Allí aprenden a comer de manera sana, realizando buenas elecciones de los alimentos y entendiendo que la obesidad es una enfermedad crónica que se puede controlar pero que siempre estará latente en los pacientes. El trabajo que realizan los grupos se basa en la lectura de literatura especializada en el tratamiento, que se trabaja de modo grupal, a lo que se le suman los testimonios que brindan otros compañeros “alquistas” que posibilitan la recuperación de quienes asisten al programa.
Aunque para muchos hacer dieta o bajar de peso mediante el ejercicio físico requiere de esfuerzo personal y de dinero, los participantes de ALCO aseguran que una persona de clase media-baja puede acceder a este programa, ya que cada miércoles se paga un bono mínimo de $5 y la literatura fundamental también es accesible. Además aprenden a adaptar su plan alimenticio al presupuesto con el que cuentan. Y por si fuera poco caminar alrededor de la plaza San Martín es gratis. “No poder hacer el plan por falta de dinero es una excusa para no empezar”, asegura Luciana Torres, quien desde junio del año pasado hasta el día de hoy bajó 22 kilos, con semanas buenas y no tan buenas. “Mi vida cambio muchísimo, desde la ropa, algo que parece superficial pero que para un gordo es un gran logro, hasta en la vida en pareja y en sociedad, porque uno cambia la manera de ver la vida y sale de la zona de comodidad, se ocupa y es más feliz”, manifiesta Luciana.
La gran felicidad que vive por dentro y por fuera en un obeso en recuperación, se debe a que la mayor parte de sus vidas sintió que se lo discriminaba. “Para quienes sufrimos de sobrepeso la palabra gordo es chocante, es el insulto fácil y el menos inteligente cuando alguien quiere burlarse. El grupo nos ayuda a aceptar muchas cosas como estas”, dijo Luciana.
Hoy la imagen domina al mundo y para algunos la buena presencia se rige por un peso ideal. Además los prototipos de hombres y mujeres generan barreras hechas de modo standar para pesos "normales" .“En el grupo aprendemos a dejar de esperar que el mundo se adapte a nosotros y empezar a hacer algo para poder cambiar”, concluye Luciana con gran alegría por sentir que la vida le da otra oportunidad.
(1) http://www.fundacionalco.org/site/
Delfina Campero
dcampero@colectivolapalta.com.ar