Pochoclo mediático

Será que la culpa la tiene el cine. El de Hollywood, ese que viene predigerido y listo para disfrutar, más aún con lentes 3D. El de las explosiones y los dramas previsibles. El de los héroes, con capa o sin ella. La fascinación de los medios argentinos por la Masacre de Denver (la del cine, la de Batman) no deja de llamar la atención. Más allá de lo innegable de la tragedia, el regodeo con los detalles parece innecesario. Seguir ¡en vivo! a la policía entrando a la casa del acusado, ventilar sus vicios y costumbres, recitar los hechos más notables de las vidas de las víctimas, ¿hacía falta? Hechos desgraciados abundan, aquí y en todos lados, pero solo se desmenuza aquellos que tienen esos condimentos especiales. Mejor si es en Estados Unidos, porque sirve para demostrar que ellos también hacen agua. Mejor si el "malo" tiene un pasado interesante y una apariencia digna de recordar.

De golpe, se sabe más de lo que pasa en una ciudad a miles de kilómetros de distancia que de las miserias cotidianas locales. Quizá sea por eso, porque es lejos y no duele, porque les pasa a otros y no requiere mirar hacia adentro. No hay empatía, sino curiosidad. No hay análisis, solo morbo.

En un par de días, Denver será noticia vieja, pero tendrá el mérito cuestionable de haber sobrevivido más en los noticieros que los femicidios y el maltrato, esas historias que luchan por un espacio y que quedan atrás por no contar con la espectacularidad que el pochoclo mediático reclama.

Cecilia Morán

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