Pasó el Día Mundial de la Salud sin penas ni gloria: un país que se aleja del sistema internacional

Esta semana, el 7 de abril, se celebró el Día Mundial de la Salud. La fecha responde al  aniversario de la fundación, en 1948, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo de las Naciones Unidas especializado en gestiones políticas de prevención, promoción e intervención a nivel mundial de la salud. De acuerdo a su propia presentación, la OMS “pone en contacto a naciones, asociados y personas a fin de promover la salud, preservar la seguridad mundial y servir a las poblaciones vulnerables”.  

Esta organización está compuesta por casi dos centenares de países, entre los que se encontraba la Argentina. En febrero, el gobierno anunció la retirada de nuestro país de la OMS, argumentando "profundas diferencias" con el organismo en la gestión sanitaria, especialmente durante la pandemia de COVID-19. El portavoz presidencial, Manuel Adorni, declaró que "los argentinos no vamos a permitir que un organismo internacional intervenga en nuestra soberanía y mucho menos en nuestra salud". Cabe mencionar que la OMS no impone a sus Estados miembro ningún tipo de decisiones sanitarias.

¿Qué implicancias tiene esta decisión del gobierno de Javier Milei? Expertos en salud pública advirtieron que esta medida podría acarrear diversas consecuencias como, por ejemplo, que el país pueda perder acceso a fondos de emergencia, asistencia técnica y coordinación en políticas sanitarias internacionales. Además, se vería afectada su participación en programas globales de vacunación y en la respuesta a emergencias sanitarias. Esta medida también podría aislar al país en el ámbito de la salud global y dificultar la colaboración con otros países y organismos internacionales. 

El biólogo molecular y biotecnólogo, Ernesto Resnik, aseguró que la política se tomó con base en datos falsos y erróneos. Por su parte, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) expresó su preocupación ante este anuncio que se sumó a una serie de transformaciones significativas en el sistema de salud pública y que responde a una clara política de ajuste caracterizada por una gran cantidad de recortes presupuestarios. 

Entre esas transformaciones se encuentran, por ejemplo, la reducción del ‘gasto’ en salud en un 40%, que afecta áreas críticas como hospitales y programas de prevención. Esta disminución presupuestaria llevó a la subejecución del 55% de los fondos destinados a hospitales y al Instituto Nacional del Cáncer en 2024. Además, se registraron despidos masivos en el sector, con más de 30.000 trabajadores cesados en el primer año de gestión, incluyendo 88 profesionales del Hospital Nacional Alejandro Posadas. 

Estas decisiones afectan a programas fundamentales como los destinados a VIH, hepatitis y tuberculosis, que sufrieron recortes, con el despido del 40% del personal de dirección encargado de estas áreas, comprometiendo así la continuidad de los tratamientos. Además, se registró una reducción del 76% en los fondos destinados a VIH e Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). 

En definitiva, las políticas implementadas por el Gobierno Nacional en materia de salud pública - que incluyen recortes presupuestarios, despidos masivos y el retiro de la OMS - no solo generan preocupación en el plano local, sino que también colocan a la Argentina en una posición de aislamiento frente a los desafíos sanitarios globales. En un contexto donde las epidemias, las crisis humanitarias y el acceso a vacunas requieren cooperación internacional y respuestas coordinadas, renunciar a esos espacios de articulación puede traducirse en consecuencias concretas para millones de personas. Apostar al desmantelamiento en nombre de la soberanía podría, paradójicamente, debilitar la capacidad del Estado para proteger a su propia población.