Luis Leo Sosa: arte, folklore y comunidad

 
El arte no es sólo la capacidad para hacer algo. El arte es algo menos sagrado, más cotidiano y cercano a nosotros de lo que creemos. Cuestionando los límites con los que hemos sido educados y que reproducimos a diario para vivir con otres, el arte es crítico. Quiebra un orden y nos invita a pensar cómo es o cómo nos gustaría que sea el mundo en el que vivimos
— Universidad Nacional del Litoral.

Foto de Alejandro Sarmiento | La Palta

Miércoles 29 de mayo de 2024, San Miguel de Tucumán. La plaza Independencia como testigo de un espectáculo callejero de lujo. Una figura jovial y vigorosa carga un gran bolso negro: Luis Leonardo Sosa, bailarín tucumano, integrante de Argendance Company. Con seguridad afirma su bombo enfundado que, a su vez, es un gran ropero. Abre la funda, saca un poncho tucumano que le sirve como “camerino” y sin ningún tipo de pudor se cambia la ropa. “¿Sabés cuántas veces hice esto?”, comenta, dejando en claro que, como bailarín, no siempre contó con la comodidad de un espacio propio para prepararse. 

Luis aprendió a bailar en Villa Vieja, Trancas, frente a un gran potrero en donde principalmente se juega a la pelota. Casi a la salida del pueblo, está el comedor, el mismo que fue sede y testigo del nacimiento de un artista sensible, humano y real.

Los comedores populares abren sus puertas para ofrecer platos calientes que llenan panzas y alegran un par de corazones. Manos amorosas sostienen un gran cucharón, frente a una olla gigante, mezcla que mezcla un pucho de fideos con salsa o arroz. Manos que abren puertas a espacios de recreación. Y sin necesidad de ser un potrero, transmitir pasiones que marcan vidas. 

Unas bombachas de gaucho negras, musculosa roja al cuerpo y botas de cuero son las prendas que, junto al poncho, indican el comienzo de una jornada, en un mayo frío pero soleado. Con firmeza, Leo Luis Sosa empuña su bombo y se para un par de metros delante de la Estatua de la Libertad. El repiqueteo de las baquetas simulan el sonido del rompimiento de las cadenas, representando el verdadero sonido de la libertad para Luis. 

Quienes transitan por la plaza tienen el placer de observar un show de exportación. Algunes incrédules se paran boquiabiertes, esperando al final, para poder aplaudir y felicitar. Un exalumno de Luis se detiene, para conversar y rememorar esos días del 2016 previos al viaje hacia Argentina Baila, un concurso de folklore dirigido por Ricky Pashkus. Viaje, que sin saberlo, iba a representar un despegue en su carrera. 

Luis cuenta que creció jugando con sus primos y hermanas en el pueblo. Conocer historias de misioneros que los visitaban le hizo descubrir sobre la existencia de otras vidas y otras posibilidades. Una vida marcada por la diversidad e interseccionalidad. 

En cuanto a la danza, su gran anhelo era llegar al ballet municipal de Trancas, de donde eran los profesores que daban las clases en el comedor. Y un día, ese anhelo fue la realidad que le permitió estar ahí y aprender más del Folklore Argentino. Reflexiona que todo ese aprendizaje, a nivel artístico y personal, fue el que lo llevó luego a conquistar lugares inimaginables. Ganar el Argentina Baila fue solo el principio.  

Foto de Alejandro Sarmiento | La Palta

Viajar por todo el país y conocer otros artistas nacionales fue el comienzo de su viaje, pero las dificultades no tardaron en aparecer. Entre ellas, una pandemia, restricciones y confinamiento. Todos esos contratiempos, lejos de alejarlo de su pasión, lograron afianzar su trayecto y definir sus certezas. 

En las reuniones comunitarias, Luis aprendió a nutrirse de otras personas y sus distintos puntos de vista. Para él, crecer en comunidad fue y es vital. Su humildad y generosidad son valores adquiridos en lo comunitario. 

Luis forma parte de la academia Argendance, con quienes viaja por todo el mundo esparciendo el arte Argentino. Salir de la Argentina y expresar la raíz folklórica que nació en Villa Vieja y pudo expandirse y crecer como un firme árbol, para Leo es “una locura hermosa”. Hoy su carrera no para de dar frutos. 

Aunque considera que aprendió a desarraigarse en la infancia, volver a Trancas es volver a la raíz. Sus padres le proporcionaban la libertad de andar las callecitas de tierra cuando agarraba la bici e iba a la casa de su tía o cuando caminaba hacia el colegio solo a la mañana. Ese comienzo de desprendimiento de su familia le permite sostenerse hoy. 

Foto de Alejandro Sarmiento | La Palta

Como si sacara fotos de un baúl, enumera: la Quebrada del Balneario El Bollero en Trancas, la cúpula del Centro Cultural Néstor Kirchner (CCK), el ensayo en el Teatro Colón para el G20 (el foro internacional de gobernantes y presidentes de bancos centrales), el momento de subir al avión con Argendance Company, la mirada de les niñes en Ringling Bros and Barnum & Bailey (el show del que forma parte junto a Argendance). Y al repasar esos recuerdos dice que la quebrada es como un portal que lo conecta con la madre tierra, con la raíz. Confiesa que nunca pensó bailar folklore en la cúpula y que poco le importaban los presidentes del G20. “Lo imponente del Colón y bailar folklore ahí fue único”, dice. 

En ese baúl de recuerdos, tiene un lugar especial aquella primera vez que vio Stravaganza, de Flavio Mendoza. Pero no solo por verlo y disfrutar de aquella primera visita del artista a Tucumán, sino porque, más tarde, le tocó a Luis ser parte del tour. “Me pone la piel de gallina”, comenta como quien no termina de creer lo que ha logrado.

Erguido con el bombo en mano hace su show en medio de la plaza independencia. El mismo hombre que recorre importantes escenarios por el mundo. El mismo niño que aprendió a bailar frente a un enorme potrero, en un comedor comunitario.