La Plazoleta: cumbia que se siente en el alma
/Es como un latido colectivo. Suena y el cuerpo empieza a moverse, aunque una no se dé cuenta. Primero el pie, un poco. Después, sin saberse muy bien cuándo ni por qué, hay una sonrisa que cambia la cara. La magia ocurre cuando la música de la Orquesta Plazoleta aparece en escena. Puede que sean los metales, o las cuerdas, o la percusión. O todo eso junto. Pero lo que sucede es que hasta el aire denso de las noches de verano tucumano cambia.
Once años de historia transformaron a esta banda en un emblema de la cumbia popular. Once años que empezaron en el patio de la que, históricamente, se conocerá como ‘La casa plazoleta’. “Ese lugar se convirtió en un punto de reunión de los vecinos músicos que poblaban la plazoleta (Mitre) hace más de 11 años”, cuenta Angélica Camuñas, una de las voces principales de la banda. Ese patio fue testigo de la primera vez que la orquesta de cumbia estilo colombiana tocó. “La tocada fundacional”, le dicen cuando recuerdan aquel 21 de abril de 2013. “Habíamos organizado una fiesta y éramos como 20 en el escenario”, comenta, entre risas, Federico Govetto Sosa, bajista y director musical.
La casa se convirtió en el epicentro de una efervescente comunidad artística y esa primera vez tuvo la mística aparición de un meteorito. Podría decirse que La Plazoleta nació bendecida por una especie de estrella de Belén. La noche se había puesto rara: “El viento tremendo hacía volar los paneles, pero no importaba. Si se acababa el mundo, moríamos en nuestra ley: en fiesta”. Y cuando Fede relata la verdadera noche mágica, la cara entera le sonríe.
Desde entonces, cada nota de sus canciones ha contado historias de amor, amistad y resistencia. Este año, la Orquesta Plazoleta presentó la primera canción de desamor: “Cumbia hasta el lunes”. Dicen que es un canto al desamor superado entre amigos, entre cumbia y risas hasta que salga el sol. Dicen que cada uno debe tener su historia con respecto a esa canción compuesta por Gustavo Eclesia porque la canción se hace carne en uno. Es que “Cumbia hasta el lunes” no es solo un tema; es una declaración de principios.
Aunque la banda hace cumbia estilo colombiana, no dudan en decir que la hacen a la tucumana. “Le cantamos a Tucumán, a los amigos, a los barrios. La cumbia es nuestra forma de conectar con la tierra y con nuestra gente”, explica Nacho Barrionuevo, saxofonista del grupo, mientras evoca el poder de la música para unir y sanar.
Una conexión que trasciende el escenario
Para los y las músicas de La Plazoleta, cada presentación es un momento sagrado. “Tocar es sentir un fueguito en el pecho y un hilo que nos conecta a todos”, describe Luisina Bellomio, flautista. Luisina escucha con timidez las anécdotas de quienes tienen más años en la orquesta, pero cuando habla parece que estuviera con ellos desde el principio. “Es como una familia: sabes qué está pensando el otro, aunque estés lejos en el escenario. Siento que hemos llegado a conocernos tan bien porque compartimos tantas cosas, no solo en lo musical”, dice y recuerda las charlas mientras esperan que llegue el resto, los desayunos compartidos en esa casa que siempre fue un poco la casa de todos.
El espíritu de comunidad impregna cada rincón de la banda. Desde las giras, donde compartir un mate al amanecer se convierte en un ritual, hasta los ensayos, que son un espacio de constante aprendizaje. “Siempre está presente el '¿y si lo hacemos así? Bueno, probemos', y eso nos permite crecer tanto musical como personalmente", comenta Angie.
La música que hacen suena de tantas maneras que se puede sentir en el cuerpo: “desde la cadera hasta los pies”,dirán entre ellos casi de forma unánime. “La cumbia tiene una cadencia que va hacia la tierra”, reflexiona Nacho tratando de explicar esa idea. Y Sebastián Maler, encargado de las congas, lo describe diferente: “son como corrientes eléctricas que recorren la columna, desde la cadera hasta la cabeza”.
El legado y la mutación constante
A lo largo de los años, la banda ha experimentado cambios, rupturas y nuevos comienzos. Cada despedida deja una herida que sanar, pero también abre espacio para reinvenciones. “Reconstruir los lazos es esencial porque eso se siente en la música y llega al público”, afirma uno de los miembros veteranos.
Con un compromiso inquebrantable con la calidad musical y un espíritu de profesionalismo, La Plazoleta ha cruzado fronteras y géneros. Desde eventos multitudinarios como los que hace en la plaza Independencia hasta encuentros más íntimos, la banda ha dejado su huella.
Una de las noches más memorables ocurrió en un recital de La Delio Valdez, cuando el público de la reconocida agrupación musical no esperaba que los primeros en tocar fueran la banda tucumana. El recibimiento fue, inicialmente, de desconcierto, pero bastaron unos segundos para que la magia ocurrierra. “La gente pedía otra. Fue un momento increíble, como si hubiéramos ganado algo enorme”, recuerda Angélica.
Hoy, La Plazoleta es mucho más que una banda: es un movimiento, una experiencia que resuena en el cuerpo y el corazón de quienes la viven. “La experiencia Plazoleta es alegría, sueños, creatividad. Es un lugar donde podemos volar alto, experimentar y crecer juntos", dice Angie.
En un Tucumán donde las fiestas de barrio no terminan hasta el lunes, La Plazoleta sigue siendo la banda sonora de una comunidad que celebra, resiste y baila al ritmo de la cumbia, siempre conectada a sus raíces. "La cumbia es tierra, y nosotros estamos hechos de ella", concluye Nacho.
*La Plazoleta está integrada por: Samuel Aráoz (trompeta), Julio Alberto Arias (guitarra) Nacho Barrrionuevo (saxo) Luisina Bellomio Mendez (Flauta Traversa), Angélica Camuñas (voz y accesorios), Tiago Erazú (saxo), José Humberto Frías (clarinete), Fede Govetto Sosa (bajo), Gastón Lobo Orellana (bombardino y voz), Sebastián Maler (congas), Alejandra Francisca Sosa (trompeta), Joaquín Villalba (percusión).