Mercedes Sosa vive en nuestras calles y en una casa tucumana

Mercedes Sosa, la voz femenina más importante que dio el cancionero argentino al mundo, se crió y vivió en la ciudad de San Miguel de Tucumán durante 17 años. ‘Su voz es un río creciendo, una flecha en aire, es amor combatiendo’, como dice Teresa Parodi en su canción.  Y está más viva que nunca, como lapacho en flor de primavera, en cada calle tucumana y en una casa blanca, cerquita del Parque 9 de julio.

Ese mismo hogar que fue testigo privilegiado de la infancia y la juventud, forzó los sueños y moldeó con templanza la personalidad de la cantora del pueblo, la  tucumana más nuestra de todas y orgullo en el mundo por su compromiso social.  

Fue la casa del hoy pasaje Calixto del Corro 344, donde vivió sus primeros años de vida junto a sus padres, Emma del Carmen GirónQuiterio Ernesto Sosa, y  sus cuatro hermanos, Miguel (Coquito),  Francisco (Cacho), Orlando (Chichi) Sosa y Clara (Cocha) Girón. 

Antes que Mercedes Sosa, la cantora caminó como ‘Haydée Mercedes’ por las calles de nuestra ciudad. Fueron los laberintos verdes del parque 9 de julio, el escenario donde una niña Mercedes o mejor dicho ‘La Marta’, como la apoda su familia,  jugaba con sus hermanos. Eran días donde sobraba el amor y la realidad económica adversa golpeaba a Los Sosa. 

Fueron las calles de pleno microcentro tucumano las cómplices de su azaroso despertar artístico. Cuando a los quince años, motivada por un grupo de amigas, se animó a participar en un certamen radial.

Fue el ex edificio de Radio LV12, de la entonces calle Rivadavia, la caja de resonancia de la voz de una jovencita bajo el seudónimo ‘Gladys Osorio’, que deslumbró en el certamen radiofónico Hoy canto yo. En este siglo solo queda el frente de este emblemático edificio, por una larga lucha cultural porque la piqueta no termine con nuestro patrimonio.  Pero reconforta saber que está ahí y Gladys Osorio sonó al compás de la zamba ‘Triste estoy’, de Margarita Palacios, entre esos muros hoy convertidos en un edificio y cafetería. 

 
Como yo tengo una pena
triste me pongo a cantar,
y quisiera tener alas
mi vida, para volar.


Y dice que no me quiere
el dueño de mis pasiones,
y tiene otras ilusiones
el amor de mis amores.
Ay, ay, ay
que triste es la vida mía.
No tengo más alegría
se fue quien tanto quería
— zamba ‘Triste estoy’ de Margarita Palacios
 
 

En este día, se recuerda un aniversario más del fallecimiento de la cantora nacional, producido el 4 de octubre de 2009, a los  74 años en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, desde La Palta sostenemos que Mercedes Sosa no murió, sino que vive en las calles, en el pueblo a través de su canto y en una casa de San Miguel de Tucumán. 

Una casa chorizo de un comedor, varias  habitaciones y un patio con galería; cobijaron los años de la infancia y la juventud de Mercedes Sosa. Fue en esa casa donde vivió la alegría del compartir familiar. Fue en ese hogar donde jugó, cantó y un día casi muere a corta edad.

Fue a principios de 1951. Han venido esos vientos que les llaman tornados. Estábamos todos ahí cuando se corta la luz y la morera cae sobre una parte de la casa. Todos en la oscuridad empezamos a nombrarnos, eran como las doce de la noche. Nos llamábamos a los gritos, desesperados, pero había uno que no contestaba, mi hermano Chichi. Pasó un rato, empezamos a apartar las ramas, llegamos a la pieza que estaba semi derrumbada y aparece Chichi, se había salvado (…) Pensar que la Marta aquella vez también pudo morir aplastada por la morera. Y ya no hubiera cantado más y no hubiera sido famosa
— Chacho Sosa, en Mercedes Sosa La Negra de Rodolfo Braceli

Fueron esos muros de ladrillo de adobe los que sujetaron el peso de la rama de la morera que podría habernos quitado la dicha de escuchar y deslumbrarnos con su canto. Esos mismos muros que hoy se conservan y guardan recuerdos de una vida y carrera artística icónica  por iniciativa familiar y gestión de la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, que recuperó y convirtió la vivienda en Museo Casa Natal  en  2021. 

‘Haydée Mercedes’, ‘La Marta’, ‘Gladys Osorio’ y la afamada Mercedes Sosa, porque en definitiva son una sola mujer que hizo de su canto un grito de libertad, un susurro de paz y expresión de amor. Vive en una casa de la capital tucumana  en tiempos en que el patrimonio material y simbólico se borra y destruye. Una casa que nos invita a visitarla y sumergirnos en la experiencia de conocer la fibra más íntima de la cantora.