“Somos mujeres y somos pobres, por eso algunos creen que pueden decidir sobre nosotras”

Fotografía: Agostina Rossini.

Fotografía: Agostina Rossini.

-- ¿Vos trajiste tu pañuelo verde?

No, me lo olvidé

- Tomá este, no te lo olvidés más. 

Mete la mano en su bolso atiborrado de cosas y saca un pañuelo de la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Hace 12 años que Norma Cuevas conoce lo que este retazo de tela significa. Se lo pone en el cuello o en la muñeca y habla en cuanto lugar pueda de su hija: Ana María Acevedo. “Mi hija tenía 19 años y le diagnosticaron cáncer. 15 días de embarazo tenía. Me dijeron que no le iban a sacar el feto porque iban a salvar las dos vidas. Me fui a mi casa sin ninguna”. 

Norma habla bajito y camina rápido. “Me hicieron muchas entrevistas allá”, dice entre risas cuando se acuerda del viaje que hizo a Cannes, donde estuvo en mayo junto al director Juan Solanas, presentando el documental “Que sea Ley” en el festival de cine . Ella es una de las voces protagonistas de la película que narra las consecuencias del aborto clandestino y la lucha feminista en Argentina. “Pero yo siempre vuelvo al barro. Ahí es donde la lucho porque en la pobreza es donde más mujeres mueren y más olvidadas quedan”, agrega, y se pone seria para hablar de su vida cotidiana. 

Norma Cuevas vive en una zona rural de Vera, Santa Fe. Desde hace muchos años -ni se acuerda cuántos- junto a su familia hacen y venden ladrillos que cocinan en el horno de barro que está en el patio de su casa. “Somos mujeres y somos pobres, y por eso algunos creen que pueden decidir sobre nosotras, sobre nuestros cuerpos, sobre nuestras vidas. La Iglesia tiene que entender que debe dejar de meterse con los cuerpos de las mujeres”. 

Norma sabe de profesionales de la salud y de autoridades eclesiales que presionan y consiguen decidir sobre las vidas de las mujeres. Su hija fue víctima de esa intromisión y, a pesar de haber llevado el caso a la Justicia, aún no se dicta sentencia contra los médicos que obstruyeron su Interrupción Legal del Embarazo (ILE). En un primer momento, tras el nacimiento de su tercer hijo, a Ana María le negaron la ligadura de trompas. Luego le diagnosticaron un cáncer de mandíbula y a los pocos meses quedó nuevamente embarazada. No quisieron continuar con el tratamiento oncológico porque eligieron preservar la vida del feto. 

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“Lo hicieron nacer a los seis meses de gestación. 24 horas vivió el feto. Nos hicieron ver que era una nena. A los 14 días de parir murió Ana”. Norma no llora. Cuando la voz parece que se le va a cortar, hace una pausa, supera el nudo que se le forma en la garganta y sigue manteniendo la firmeza. No llora pero le tiemblan las manos cuando habla de su hija. Estruja un pañuelo de papel y lo deja casi desecho. 

Manotea un cartel de los que tiene impreso y lo muestra: “Lucía tuvo los médicos que mi hija no tuvo”. Conoce y apoya a Fabián Gigena y a Cecilia Ousset, los profesionales que realizaron la intervención para que Lucía, la niña de 11 años embarazada como producto de una violación, accediera a la ILE. “Estos médicos son perseguidos por la Justicia por haber hecho lo que tenían que hacer, los que mataron a mi hija no reciben aún ninguna condena. ¿Sabés qué busca esta Justicia? No busca la vida de nadie, lo que busca es la muerte para las mujeres pobres”.

Ana María Acevedo tenía 19 años y tres hijos. El mayor tenía apenas cinco años cuando ella murió. “Mis nietos quieren estudiar abogacía”, cuenta Norma y comenta que los dos más chicos - que ahora tienen 15 y 13 años- dicen que querrían seguir el caso de su mamá. El proceso por el caso judicial de Ana María empezó en 2008. En estos momentos el juicio se encuentra en etapa de sentencia debido a que el caso es juzgado por escrito, con el viejo Código Procesal santafesino. Entre los médicos imputados se encuentran el director del hospital Iturraspe y los jefes de Oncología y Ginecología.

Norma cuenta las travesuras de sus nietos: los que meten las patas en el barro y dicen que van a ayudar con los ladrillos aunque a veces terminen estropenado el trabajo. “Así se aprende, que no”, dice y se ríe tapándose la boca y dejando ver los ojos picarones de la abuela que se debate entre mimar y poner límites. De repente interrumpe la charla y saca un viejo teléfono celular con pantalla azul. “Este no tiene whatsapp pero me alcanza para saber si han ido a la escuela”, comenta, y manda un mensajito de texto. Guarda el teléfono y agrega: “Lo que sea que sirva para que nunca más una mujer muera por ser mujer, por ser pobre, como si no tuvieran derechos, yo lo voy a hacer. Llevo 12 años sin justicia para mi hija, no me quedé ni un día quieta esperando, porque ella ya nunca va a volver pero otras hijas tienen derecho a seguir viviendo”. 


“Que sea Ley” fue estrenada mundialmente en mayo de este año en el Festival de Cannes y en octubre, en las salas argentinas. Fue premiada en el Festival de San Sebastián con el premio Otra Mirada de TVE. El documental, que dura 86 minutos, recopila escenas de la calle, los discursos, entrevistas, pañuelazos y performances que ocurrieron entre junio y agosto de 2019 en Buenos Aires. Además cuenta con testimonios en primera persona de las mujeres que se realizaron abortos de manera clandestina y de las familias de las mujeres que no sobrevivieron, como es el caso de Norma Cuevas.