La Palta

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Familias diversas: la posibilidad de desear

Foto de Agencia Presentes

“Todos los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren”, dice la señorita de cuarto grado mientras golpea el pizarrón con una regla. Suena el plástico en la madera 4 veces. Nacen. Crecen. Se reproducen. Mueren. “Nosotros, los humanos, formamos parte del grupo de seres vivos que cumplen este ciclo”, reafirma. 

Casi como una imposición, esa oración resuena como un mantra en las lecciones y en la vida. Lecciones que después, sin querer queriendo, se vuelven mandatos, como plantar un árbol, escribir un libro y tener un hije. Mandatos que traen implicito un discurso hetero cis normado. 

La cisheteronormatividad es el conjunto de ideas, normas sociales, creencias y cultura por las que se rigen las personas cuya identidad de género se corresponde con la que le fue asignada al nacer. Y que, además, se consideran a sí mismas personas heterosexuales. Este tipo de construcción social se presenta como un modelo único de relación sexo-afectiva y parental, y establece ventajas para las personas que se rigen por este sistema.

A veces, pasan muchas cosas para que una persona decida “reproducirse”, gestar. A veces no pasan tantas, y viene “por obra de Dios”, diría una abuela religiosa. Pero, ¿qué pasa con la maternidad, la paternidad, el deseo, la sexualidad y la diversidad? Se enseña sobre la “reproducción humana” con un fuerte sesgo biologicista, heteronormado y binario avalado por la ciencia y la religión. También existen prejuicios, estigmas y discriminación. Lo que no se enseña es que hay diversas maneras de gestar, parir, amamantar y criar lejos de estas lógicas que promueven el odio a lo diverso. 

“«Yo también te parí», parecía susurrarle a su cachorro, «pero por un camino de ramas y de sangre. Yo también grité de dolor cuando te traje al mundo. Detenida frente a la muerte, troqué mi memoria por tu felicidad, mi salud por la tuya. Y los dioses escucharon, y me dijeron que eras mío. Y te tomé en mis brazos y te amamanté con ese río aceitoso que me brotaba del pecho (...)”. 

Camila Sosa Villada, en su libro Las Malas, toca de manera mística, fantástica y poética un tema que parece ser tabú en la sociedad: la maternidad travesti. Así, como entrando por la Puerta de Aire, ese portal que lleva a Narnia, el mundo se abre para mostrar que el deseo de gestar, maternar o paternar en la diversidad, existe, fuera de sesgos y discursos que nos indican que eso sólo ocurre con una “mamá de sexo biológico femenino y un papá de sexo biológico masculino”. 

Diferentes personas referentes de la comunidad LGBTIPNBA+, militantes y activistas, cuentan sus historias. Tejen redes de contención, solidaridad, apoyo y, sobre todo, se acompañan en decisiones que el resto de la sociedad parece no considerar. Todas estas son historias de personas que no viven en Tucumán, pero que militan activamente en pos de una construcción colectiva en defensa del deseo de maternar, paternar o xaternar.

Bruno Mesa: El no deseo

Bruno Mesa es escenógrafo, ilustrador y activista trans. Bruno reflexiona e ilustra de manera sensible, cruda y directa su vida y la vida de personas trans que están atravesades por deseos, dudas y dificultades. “Nadie habla de gestación masculina, ni de tetas travestis que amamantan”, dice Bruno. Cuenta también que si piensa en la paternidad, él no quisiera en un futuro formar parte de un grupo de mamás haciendo terapia de esferas. No quisiera que le digan “mami”, ni estar en obstetricia rodeado de mujeres. “Mujeres que me recuerden que mi cuerpo está repleto de signos biológicos, los cuales comprueban el error de la naturaleza, la herida de mi identidad”, declara. 

Confiesa también que todes tienen el atrevimiento de preguntarle si se embarazaría, pero nadie tiene la información que le dé ganas de desearlo genuinamente. Siente que de querer hacerlo entraría en un camino de nuevas luchas, de pelear por él y por su hije de manera constante en un sistema que no le contempla. Un sistema donde tendrá que buscar los pocos espacios seguros para intentar sentirse cómodo y bregar porque su posible hije no se encuentre en situaciones de vulnerabilidad. En su testimonio se leen entre líneas los motivos de la decisión, formada por diversos condicionantes y por la falta de respuesta a mil preguntas, que en este caso no serían solo suyas: ¿cómo contarle a un hije que el mundo es cruel para quién decide salirse de la norma?  

Cierra su testimonio de manera contundente: “¿quiénes más se hacen estas preguntas y tienen tan pocos espacios para poder hablarlo y cuestionarlo?”. Una gran invitación a problematizar y conversar sobre el tema. 

Pepa Cauterucci: Acompañar el deseo 

Pepa Cauterucci es asesora en lactancias, doula, mamá de dos niñes. También es pansexual y activista LGBTIPNBA+ por la justicia reproductiva y los derechos humanos. 

Su camino acompañando maternidades, paternidades y xaternidades diversas comenzó durante la pandemia de COVID en marzo de 2019, cuando logró replantearse su sexualidad, su identidad y reconocerse como parte del colectivo. Esto la llevó a investigar cómo es vivir y transitar la gestación y la lactancia fuera del mundo heteronormado. La falta de información en aquella época la motivó a entrevistar a familias que compartieron sus experiencias, paso fundamental que le ayudó a entender qué podía aportar ella desde su rol. El hablar de manera adecuada, sin caer en el hetero cis sexismo y ampliar su vocabulario también fue clave en el proceso. Hoy en día tiene una postura política referida a las palabras, adoptando la e como reemplazo de las desinencias genéricas masculinas y femeninas. Pepa considera fundamental adoptar nuevos conceptos y términos, como el de “xaternidad”, ya que algunas personas se sentirán a gusto con la palabra maternidad, otras con la palabra paternidad, pero también hay que contemplar a quienes no se sienten a gusto con ninguna de las dos palabras que definen a un rol que va mucho más allá del término y el género particular. Preguntar cuál es el pronombre con el que la persona se identifica y cómo quiere ser nombrade es una postura que implica inclusión, respeto y aceptación del otre. 

Foto de Feminacida

La falta de acompañamiento, según Pepa, afecta directamente al deseo que se ve condicionado por diversos factores: falta de información, tanto del personal de salud (por acción u omisión, aclara) como de las personas que desean gestar. Otro, es la discriminación y la vulneración de derechos del modelo médico hegemónico,  terminando en acciones violentas. “Si las personas involucradas no cuentan con un poco de humanidad y herramientas durante la prestación de sus servicios, terminan generando muchísimo daño”, asegura. La comunidad LGBTIPNBA+ ha sido sistemáticamente violentada y expulsada del sistema de salud. Las redes y el conocer otras historias hizo que muchas personas se replanteen el deseo y piensen que sí es una opción para elles, que sí se puede, sabiendo que hay profesionales que sí tienen el corazón para acompañar a les gestantes. “Nadie debería decirnos que no podemos desear formar una familia o cómo hacerlo”, afirma. 

Ella reflexiona sobre cómo el sentimiento, el pensamiento y la historicidad del colectivo han logrado hacer un planteo diferente de lo que es conformar familias. El deseo, en muchas ocasiones, fue llevado a cabo con otros recursos, porque no hay una sola forma de traer une hije al mundo. En ese sentido, el colectivo se las ha rebuscado. La familia va más allá de una gestación y lo que tiene que ver con los vínculos y cuidados, según Pepa, pasa por otro lado. Si bien es cierto que es una deuda del feminismo, del transfeminismo, hablar de las gestaciones, de los derechos que son vulnerados a la hora de gestar y parir, considera que está en agenda del colectivo las transmasculinidades gestantes, las personas no binarias que eligen gestar y las ma/pa/xaternidades diversas. 

Foto de Instagram de Mauro Gómez

Mauro y Vale: El deseo

Mauro Gómez tiene 31 años y es un papá trans gestante. Según sus redes, ama jugar al fútbol y también las cuestiones técnicas del mismo. 

Mauro estuvo en un proceso hormonal con testosterona durante 9 años, en el 2019 se hizo la mastectomía. Un tiempo después, conoció a Lucrecia Valeria por Tiktok y se pusieron en pareja. Vale es travesti pans, antiespecista, ama el tech house y el techno.

La conversación sobre tener un hije surgió al poco tiempo de conocerse. Tuvieron el deseo, pero no se imaginaron cómo ese deseo iba a poder materializarse, sobre todo por la falta de información y por los recurrentes miedos relacionados con lo que podría decir la gente. Luego de hablarlo mucho, decidieron gestar de manera natural, preguntándose en realidad “¿qué será natural, no?”. 

Con muy poca información y sin conseguir espacios de salud que atendieran su caso, Mauro dejó la testosterona y Vale los estrógenos. Comenzaron a transitar un camino de incertidumbres, miedos y frustraciones. Finalmente, “cayeron del cielo” dos profesionales que les acompañaron: Mauro conoció a Pepa por Instagram y no dudó en escribirle. Pepa les ayudó a conseguir un lugar cercano a su casa donde atenderse. Lugar donde, también, conoció a Mai Achilli que fue su obstetra. Para ayudar a que su cuerpo soportara el embarazo, comenzó un tratamiento con hierro y ácido fólico. Luego de meses muy estresantes, en donde Mauro no quedaba embarazado, finalmente lograron relajarse. Y sucedió.

Su cuerpo empezó a cambiar. Al principio sintió rechazo, pero después todo se transformó en un inmenso amor. Mauro cuenta que sintió una conexión especial con su panza y no paraba de sacarse fotos. Al comenzar a aparecer la “pancita”, Mauro avisó en su trabajo, ya que no podía hacer fuerza y por los cuidados referidos a una gestación. En ese momento, lo corrieron. Ese fue el inicio de los enormes desafíos que comenzaron a presentarse en el ámbito social: “la gente pensaba que tenía panza de cerveza, o alguna enfermedad, un tumor”, comenta. 

Transcurrida gran parte de la gestación, nace Olivia, prematura y por cesárea. Valeria pudo presenciar el nacimiento y cortar el cordón umbilical. Luego, anotar a la bebé en el registro.  Otro desafío. La persona gestionando el trámite no quería anotar a Valeria como mamá biologica de Olivia, argumentando que era una “lesbiana” y que debía figurar como mamá adoptiva. Después de un enérgico debate, de angustias e insistencias, y por no dejarse doblegar por la ignorancia y los prejuicios, lograron anotarla. 

Mauro concluye contando que a pesar de todos los desafíos, de las complicaciones del camino, sin dudas lo volvería a hacer. Poder gestar, para él, vale la pena y es todo un camino de ida. A todes quienes tengan el deseo de hacerlo les dice: “no se van a arrepentir, ser papá te llena… y ser papá trans es el mayor orgullo de mi vida”.

Pepa fue quien acompañó el proceso de Mauro y Vale. Cuenta que para ella fue revolucionario, que en ese camino se encontró con todas las fallas del sistema, de la sociedad que hace un circo alrededor de una familia trans y lo horrendo que puede ser pasar por eso. Asegura que es necesaria la existencia de estos “puentes” que acerquen herramientas, tanto para la búsqueda de la gestación como en los meses siguientes. Proteger sus derechos, garantizar que no se les maltrate. Fue una experiencia sumamente desafiante para ella, como doula, como activista y militante. Significó, por otro lado, un enorme reconocimiento, y le hizo sentir que pudo conectar y conocer gente buena, que tira para el mismo lado. Esto reafirmó su camino. 

En Tucumán todavía existen muchos vacíos, falta de información, diálogo y construcción de espacios amigables y respetuosos para diversidades que desean gestar. El personal de salud de las instituciones públicas y privadas aún no está formado en materia de identidad de género y derecho al trato digno de las personas LGBTIPNBA+.