Un sonido más en la ciudad

Caos vehicular. Esa expresión que por común no deja de ser una realidad cotidiana para los tucumanos, aunque tal vez lo mejor sería decir debido a los tucumanos. Con un parque automotor en constante crecimiento, la ciudad está quedando chica. Lejos de aprender de otros casos en los que se buscó trasladar los organismos estatales a sectores periurbanos, San Miguel de Tucumán sigue concentrando en pocas cuadras a la mayoría de las instituciones oficiales. Así, miles de tucumanos intentan entrar al centro desde las 7 de la mañana, causando embotellamientos y demoras en cada esquina. Si a esto se suma la libre interpretación de las normas de tránsito de la mayor parte de los conductores, el caos está garantizado. Guiños inexistentes, motos y bicicletas (y muchos autos) indiferentes ante los semáforos, son solo un par de ejemplos de lo que se vive hoy en las calles tucumanas.

Este paisaje gana en confusión cuando una ambulancia intenta moverse en la ciudad. La sirena, cuyo claro mensaje es "ceder el paso a los servicios de emergencia" tal como lo señala la ley, es interpretado de las formas más diversas por los tucumanos. Algunos cumplen la norma y el sentido común y tratan de hacerse a un lado, si es que los autos en doble o triple fila así lo permiten. Otros aprovechan esta situación y buscan colarse antes o después que la ambulancia. Muchos directamente ignorar el despliegue de luz y sonido a su alrededor y siguen como si tal cosa, entorpeciendo y demorando la asistencia médica de alguien que la necesita con urgencia. Y al llegar al semáforo, la situación se complica. La prioridad de la emergencia no siempre es respetada y más de una vez un choque se interpone entre la ambulancia y el hospital.

Que un vehículo destinado al auxilio y el traslado de un paciente sea tan vulnerable dice mucho del egoísmo o la indiferencia de los tucumanos. A veces, lo único que hace que se le preste atención es que el que vaya en esa ambulancia sea uno mismo o un ser querido. Entonces sí, se exige que las reglas se cumplan, que el mar de automóviles se parta en dos y la sirena sea quien dirija el tránsito en la ciudad.

Cecilia Morán

cmoran@colectivolapalta.com.ar