Tiempo de visitantes
/Hablar con un recién llegado ofrece la oportunidad de mirar la ciudad con ojos nuevos, redescubrir rincones que se dan por sentados y encontrarse con las cosas que hacen de San Miguel de Tucumán una ciudad única. Martín tiene 42 años, es porteño y no está disfrazado de turista. Pasa por un tucumano más dentro del mar de gente que se desplaza habitualmente por la calle 25 de Mayo. Ya visitó Salta y Jujuy, como la mayoría de los turistas que llegan a nuestra provincia. Lejos de ser un destino principal, Tucumán suele ser el eslabón final o un mero lugar de paso hacia los más promocionados encantos de las provincias vecinas.
La primera impresión de la ciudad que se lleva Martín es que está muy limpia y bien señalizada, por lo que no le ha costado encontrar los lugares que ha querido visitar. La gente le parece cálida y bienintencionada, aunque no deja de reírse ante el indiscriminado bombardeo de "la" y "el" precediendo nombres propios. También se asombra cuando un local argumenta que se dice "Casa Histórica" y no "Casita de Tucumán", como la conocen la mayoría de los turistas.
Una veintena de adolescentes reclamando netbooks representa la única protesta popular con la que se ha topado hasta ahora, por lo que ha tenido suerte. Mientras esquiva un grupo de jubilados que sí ha decidido ostentar sus mejores prendas de colores chillones, Martín pregunta señalando la Casa de Gobierno: ¿Siempre está vallada? No se sorprende cuando se le contesta que sí y que, para las fotos, es mejor volver de noche, cuando está totalmente iluminada y ajena a las marchas y las controversias.
Martín se despide. Mañana conocerá el verde de Raco, el Siambón, Villa Nougués y San Javier. Mirará los árboles que enmarcan la Avenida Aconquija por primera vez y, probablemente, se maraville con esa belleza que muchos tucumanos ya dejaron de ver.
Cecilia Morán
cmoran@colectivolapalta.com.ar