Lo que el Dakar dejó

Dakar

El pasado sábado se dio fin a una de las travesías automovilísticas más importantes del mundo, el Rally Dakar 2013. Fueron dos semanas de intensa competencia donde camiones, autos, motos y cuadriciclos se aventuraron en el sur del continente. En esta oportunidad Perú, Chile y Argentina prestaron sus tierras para la gran aventura. Tener por quinto año consecutivo a esta competencia fue un orgullo para muchos argentinos, amantes o no de los fierros, quienes se acercaron a los caminos para ver el espectáculo. Mientras que para otros, en cambio, tener al Dakar una vez más en el país fue un sufrimiento.

Sin duda alguna un evento de esta magnitud promociona el turismo argentino ante el mundo, pero ¿se olvidaron de sus efectos en la naturaleza? Fue un gran esfuerzo el realizado por las autoridades tucumanas para conseguir que la provincia vuelva a recibir al Dakar el sábado 12, cuando los competidores ingresaron por Colalao del Valle, interfirieron la tranquilidad de Amaicha del Valle, Ampimpa y El Infiernillo, y continuaron la aventura en las villas veraniegas de Tafí del  Valle, El Mollar y Acheral, hasta que por fin descansaron en el corazón de San Miguel de Tucumán.

Durante esta travesía, el efecto de estos grandes torbellinos a motor fue demasiado. Los paisajes formados por montañas, árboles, ríos y animales se vieron devastados cuando las maquinas comenzaron a llegar. Los lugareños, lejos de festejar esta promoción turística, se apenaron por los destrozos provocados. “No conocemos como será el camino de los corredores, pero desde el miércoles que estamos reuniendo a los animales sueltos porque el ruido de las motos y camiones los asustan mucho y podemos tener grandes pérdidas”, comentaba José, un lugareño de Amaicha del Valle preocupado por la situación, antes de que llegaran los competidores a Tucumán.

No sólo los animales de este territorio, y de todos aquellos que participaron del recorrido, se vieron afectados. Los caminos quedaron destruidos; el peso de los grandes camiones provocaron derrumbes en algunas zonas; árboles y pastizales dejaron de existir luego de la potencia de los competidores. Más allá del disfrute de ver estas “bestias” en el camino, es importante tomar conciencia de sus grandes efectos en la naturaleza.

Así como las autoridades gubernamentales y grandes empresarios invirtieron dinero y preocupación para que la competencia se repita en nuestro país, deberían ocuparse también del día después, pues el Dakar pasó y nadie más se acercó a las zonas afectadas para dar solución a los inconvenientes provocados.

Delfina Campero

dcampero@colectivolapalta.com