Los bosques nativos, una responsabilidad colectiva
/Más de una veintena de talleres, una consulta pública online y una audiencia pública sobre el final de este año son las tres patas sobre las que se desarrolla el proceso de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos (OTBN). Este proceso, explica Fernando Korstanje, empezó en la provincia el año pasado después de haberse pedido una prórroga, ya que, según establece la Ley Provincial 8.304, debe hacerse cada cinco años. La periodicidad, marcada por la legislación provincial, se enmarca en la Ley Nacional 26.331 sobre la regulación de los bosques nativos. “La ley de bosques, lo que hace es regular derechos privados, los restringe en función de derechos colectivos”, sostiene Korstanje que es consultor de la Subdirección de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos (dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo) y tiene a su cargo la responsabilidad de actualizar la ley. “Si bien no cuestiona la propiedad de la tierra, sí restringe el uso público de esa propiedad”, afirma y explica: “Si vos sos dueño de una finca que tiene bosques, la ley te prohíbe talarlo o ruinarlo en cualquier medida, te pone multas severas si hay destrucción y te obliga a reforestar”.
La actualización de la ley a la que se refiere Korstanje tiene como fin establecer un mapa de los bosques nativos existentes en la provincia y determinar qué tipo de acciones se pueden realizar en ellos en función de las prioridades ambientales de conservación. Para ello, desde el mes de agosto se vienen realizando una serie de talleres participativos donde los diferentes sectores involucrados opinan, discuten y buscan llegar a un acuerdo sobre las estrategias de preservación. De este modo, productores agropecuarios, constructoras, deportistas, comunidades indígenas, agentes de catastro y escribanía, emprendedores inmobiliarios, tuvieron oportunidad de expresar sus propuestas en vías de aprobar el nuevo mapa de bosques de la provincia. “El proceso de actualización significa establecer criterios de conservación y esto implica una discusión política y social que se traduce en un mapeo de importancia política social y productiva”, advierte el especialista. “Porque si te toca zona roja vos no podés modificar el espacio, tenés que preservar, pero si te toca zona verde podés desmontar, entonces la puja de los sectores por categorizar los bosques tiene que ver con el desarrollo de sus actividades”, agrega.
Realizar este mapeo significa una profunda reflexión colectiva en la que se ponen en juego definiciones lo más precisas posible. “Las actividades de turismo sustentable, que está permitido en determinadas zonas, nos ponen frente a la necesidad de evaluar hasta dónde a las carreras de enduro, por ejemplo, les corresponde considerarse ‘turismo sustentable’”, ejemplifica. De los 23 talleres colectivos que se realizan desde hace tres meses van surgiendo diferentes mapas que luego deberán compatibilizarse y presentarse en una audiencia pública a partir de la que se elaborará un proyecto de ley. “En esa audiencia pública se conjugarán los resultados de los talleres, la consulta pública y las observaciones que hace Nación que actúa como árbitro”, comenta y resume: “en definitiva el proceso es discusión (en los talleres y en la consulta online), audiencia pública, proyecto de ley y ley reformada y con la venia de Nación”.
A lo largo de los 21 talleres ya realizados (restan realizar uno en la localidad de Lules y uno en Taco Ralo), se van puntualizando algunos problemas sobre los que se reflexiona y se discute la prioridad que debe darse a cada uno. Así, señala Korstanje, se tuvieron en cuenta el impacto en el medio ambiente de actividades como las deportivas, la extracción de leña, los emprendimientos inmobiliarios, la falta de un ordenamiento territorial integral de la provincia, la ganadería. “Son daños ‘hormiga’ que hay que tener en cuenta. Por ejemplo, para la ganadería no se talan los bosques, es cierto, pero se sacan los arbustos que es uno de los tres estratos de los bosques”, advierte y explica que los bosques tienen tres estratos: arbustivo, herbáceo y arbóreo. “Para la ganadería se saca el estrato arbustivo, las vacas se alimentan con el estrato herbáceo y los árboles que quedan van a morir de viejos porque no hay nada abajo y al morirse de viejos eso queda desmontado”, señala el consultor contratado por el organismo provincial. “Lo que hace la ganadería en estas condiciones es un desmonte a cuenta gotas diferido”, concluye.
Abundan los ejemplos que dan cuenta de la necesidad de conservación de los bosques nativos más allá de la tala indiscriminada. Así también surgió en los talleres como otro problema grave la situación de las riberas. “Los ríos en zonas planas empiezan a hacer meandros y a cambiar su cauce lo que se agrava con el desmonte en la ribera”, comenta Korstanje. O el avance de la actividad citrícola que cuenta con el apoyo y el consenso de la sociedad al ser considerada una actividad que da trabajo y que posiciona a la provincia como exportadora mundial. “Sin embargo, es fuente de uno de los trabajos más precarizados: en negro, estacional. Pero al aparecer como un orgullo tucumano la actividad citrícola avanza sobre los bosques y después que se cumple un período esa tierra vale más como emprendimiento inmobiliario”, analiza Fernando Korstanje. También la actividad deportiva plantea una serie de problemas referidos al avance sobre el bosque nativo. “Se hace un sendero para caminar que también es usado por las bicicletas y eso parece inofensivo. Pero después se hacen los ‘trasmontaña’ y el impacto de una bici no es el de 3000 bicicletas que participan en esta actividad aunque llueva”, sostiene e insiste que la situación se agrava al ampliarse la actividad deportiva a las motocicletas enduro o las competiciones de rally que sobre la tierra mojada llegan a erosionar el suelo dejando unas especies de cárcavas. “Todo esto que se nos presenta como turismo sustentable, que atrae actividad a la provincia, si no se discute y no se previene deja de ser tan sustentable”, remata el especialista.
De los talleres siguen surgiendo conclusiones que invitan a pensar alternativas para proteger a los bosques más allá de los intereses y necesidades personales. La posibilidad de pensar de manera colectiva y con miras al futuro no tan inmediato permite, no solamente que se conozca una ley no tan difundida sino también implementar cambios que detengan ese ‘desmonte por goteo’, como lo define Korstanje.
Dos talleres son los que quedan realizar; sin embargo, quienes deseen participar y aportar en este proceso de actualización de los bosques nativos pueden hacerlo a través de la página web del Ministerio de Desarrollo Productivo donde se encuentra abierta la consulta pública hasta fines de este año.
“El cambio más importante, creo yo, es que se va a respaldar con criterios más participativos, claros y científicos el actual mapa de ordenamiento”, opina Fernando y asegura que siente una profunda gratificación personal siendo parte de este proceso al que considera uno de los más participativos y democráticos y por tal, confía, implicará un cambio de conciencia para las presentes y futuras generaciones.