"Todo un universo en un monoambiente"
/En una ciudad caótica y una vivienda pequeña con paredes finitas, donde los sonidos de lo cotidiano pueden volverse insoportables, Monoambiente (Ensayo en voces que recuerdan) transforma el ruido en poesía. Escrita y dirigida por la dramaturga y actriz tucumana Luciana Galván, la obra regresa a escena con una única función en el Teatro Rosita Ávila.
Desde la intimidad de un monoambiente en el centro de la ciudad, la historia de María Justa revela las tensiones entre lo privado y lo público, el insomnio y el deseo, la soledad y la fragilidad del ser humano abrumado por la ciudad, sus sonidos y su gente. La protagonista vive sola, tiene problemas para dormir y recurre a la meditación y a terapias alternativas para mantener la calma en medio de la vorágine urbana. Todo cambia cuando descubre que una persona anónima ha empapelado el edificio con carteles que la acusan de generar “ruidos molestos”. A partir de ese episodio, inicia una búsqueda desesperada que la lleva a develar que sus sonidos son apenas una mínima parte de una sinfonía desastrosa que atraviesa a toda la ciudad.
La obra plantea un relato fragmentario en el que cada episodio constituye una muestra de la vulnerabilidad humana, pero también de los refugios posibles para resistir y transformar las condiciones de vida en un orden social hostil. Con una poética que se construye desde el humor, el absurdo y un trabajo minucioso con la palabra, Monoambiente también explora los sentidos que se producen desde los cuerpos, lo sonoro y lo lumínico.
Desde su estreno en 2023, Monoambiente recorrió teatros y salas culturales de Tucumán. Además de una amorosa respuesta del público, la obra obtuvo el reconocimiento de la Asociación Argentina de Actores y Actrices con tres premios ARTEA 2024: Mejor Obra de Género Drama, Mejor Actriz Protagónica para Camila Caram y Revelación Masculina para Mariano Casañas Foguet.
Foto: Luciana Galván | gentileza monoambiente
Conversamos con Luciana Galván, sobre el proceso creativo en la escritura, la dirección y la puesta en escena, sobre las mujeres, el teatro y el futuro.
¿Cómo nació Monoambiente y qué te motivó a escribirla?
LG: Monoambiente nace de una decisión consciente de sentarme y dedicarle tiempo a la escritura. Y me senté y escribí a partir de dos imágenes convocantes. Yo ya venía participando de talleres de dramaturgia. Estábamos saliendo de la pandemia. Yo soy profesora de letras y en esa época se venían liberando algunas actividades y trabajábamos por burbujas, pero tenía un poco más de tiempo para sentarme y decir, bueno, voy a escribir, voy a hacer algo con estas dos imágenes que me aparecen.
¿Desde el principio fue un texto dramático?
LG: Sí, desde el principio lo pensé como un texto dramático, primero como un monólogo de María Justa, sola. Fui escribiendo pequeños pasajes de la obra a partir de diferentes ejercicios de escritura que nos proponían en el taller. Y también a partir de momentitos… Qué sé yo, limpiando la casa, lavando los platos, o después de leer un texto o ver una película que me dejaba muy motivada, entonces me sentaba y escribía. Iba armando acopios, archivos, donde iba guardando poesías, imágenes, historias que podía llegar a contar este personaje. Después apareció el personaje de Lorenzo
En la obra hay una presencia muy fuerte del sonido y la luz ¿Qué rol juegan en la construcción del mundo de María Justa?
LG: Fundamental. Hay toda una dramaturgia de los sonidos. Cuando decidí irme a vivir sola, alquilé un monoambiente a una empresa inmobiliaria muy famosa de Tucumán, empecé a notar todo ese mundo acústico que tienen estos lugares. Escuchaba todo: la cadena de inodoro, las peleas, el perrito que lloraba. Toda la vida íntima de los vecinos se escuchaba. Hay todo un universo en un monoambiente y para trabajar en eso pensé en dos especialistas. Para el sonido, Victoria Estrella que viene del mundo del cine, y Aida Navajas que es arquitecta y trabaja mucho con escenografía y luces, para el diseño lumínico. Las dos personas maravillosas.
¿Creés, o te han dicho, que Maria Justa representa o generó identificación en muchas personas que viven en la ciudad?
LG: Sí, María Justa tiene insomnio y un oído hipersensible, y a muchas personas les pasa esto. Creo que después de la pandemia, hubo una proliferación de insomnio y ansiedad. Se nos quiso convencer de que no pasó nada, pero sí pasó mucho, especialmente en nuestra salud mental. Nos cuesta más tener encuentros personales, dormir, y estamos más pendientes de las redes sociales. Entonces, sí, hubo personas que me dijeron que se sentían representadas por todo lo que implica vivir en un lugar tan chiquito. El problema habitacional en Tucumán es bastante grande; los problemas para dormir existen, son muy difíciles de manejar, y esta búsqueda de sostén afectivo en las mascotas -que la protagonista tiene Lorenzo- también es bastante frecuente. Durante la pandemia, muchas personas estuvieron solas en sus casas, y la única compañía que tenían, a veces, era la mascota, ¿no?
Llevar un monoambiente, acostumbrado al público cerca y salas relativamente chicas, a un gran escenario implica un nuevo trabajo de adaptación. ¿Cuáles son las expectativas con respecto a este nuevo formato?
LG: Es un cambio importante. Estuvimos en salas chicas, como La Sodería o la Ross, y ahora el Rosita Ávila nos abre otro tipo de juego. Un escenario muchísimo más amplio, y eso cambia todo: los desplazamientos, la forma de habitar el espacio. Es otro espacio también que entra al cuerpo, ¿no? Lo tomamos como una oportunidad para jugarlo de otra manera, va a ser un partido diferente.
En un contexto tan adverso, ¿qué lugar ocupa el teatro independiente para vos?
LG: Nos toca hacer teatro en un momento súper complicado para el país, para todos. Cada uno de los integrantes de este proyecto tiene como cinco trabajos para llegar a fin de mes pero nos gusta tanto hacer ficción, que nos hacemos un tiempo y le ponemos ganas y dedicación para juntarnos a ensayar, para estudiar el texto. El arte, hacer teatro en estos momentos es como nuestra nafta, nuestro incentivo, nos pone una energía diferente en el cuerpo, nos da ganas de vivir. Juntarte con otros a armar ficción es una sensación maravillosa, ver cómo se va construyendo esto que es tan artesanal, es un alimento muy grande. Con Monoambiente y con las ficciones que se crean dentro del teatro independiente, apelamos a seguir contando historias, a seguir movilizando desde el mundo sensible, desde el mundo poético, el mundo onírico. En una época marcada por tanta crueldad y tantos discursos de odio, el teatro independiente apela a la poesía, la poesía de los cuerpos, las luces, los diálogos.
El teatro ha estado históricamente marcado por varones. ¿Cómo vivís tu recorrido como dramaturga y directora mujer en Tucumán?
LG: Tengo varias colegas, somos cada vez más las dramaturgas y directoras mujeres que estamos produciendo, nos estamos animando a mostrar. De hecho, el año pasado la UNT publicó una antología de dramaturgas del NOA. Me parece que tenemos historias para contar desde una perspectiva que habla de otras cosas. Yo hace un tiempo largo, elijo leer mujeres en lo que es narrativa, poesía, dramaturgia. Elijo leer mujeres y elijo leer disidencias. Me parece que las historias son contadas con otra sensibilidad porque creo que vivimos otras opresiones, hacemos miles de tareas al mismo tiempo, sentimos diferente un montón de cosas, y creo que nos estamos animando a mostrar todo ese universo.
¿Dirías que hay una mirada feminista en la obra?
LG: Hay una anécdota que es en parte disparadora del texto de la obra, que sí tiene un matiz feminista, pero que lo descubri después de escribirlo. Lo descubrí cuando lo leí, cuando tuve que presentarme a convocatorias, o a proyectos, y entonces empecé a pensar en cuál es el elemento político que está presente en el texto. Lo descubrí leyendo a Rita Segato, cuando habla de las “pedagogías de la crueldad”, de cómo a las mujeres se nos quiere adiestrar, moldear nuestros cuerpos y nuestros deseos a partir de educarnos con la crueldad. Y a María Justa, en ese predio donde vive, la quieren educar, la quieren censurar, la quieren escrachar y avergonzar por expresar sus deseos, ¿no? Todo de una forma muy cobarde, muy anónima. Y estas pedagogías de la crueldad están muy presentes en la sociedad. Entonces lo descubrí después, descubrí después este matiz.
¿Qué se viene para vos y para Monoambiente?
LG: Estoy escribiendo. Tengo dos proyectos en torno a la dramaturgia y la dirección en proceso, uno ya está casi en forma de maqueta. Con la actuación, también hay obras en vista para septiembre y octubre. Sí, se vienen cositas diría la gente. Y con Monoambiente queremos salir de gira, estamos intencionando mover la obra por el NOA, y si se puede, un poco más allá.
Monoambiente se presentará este viernes 9 de mayo a las 21:30 hs en el Teatro Municipal Rosita Ávila, Las Piedras 1500 con una única función. Las entradas se consiguen anticipadas a $10.000 o $15.000 en la boletería del teatro.
Ficha técnica
Dramaturgia y dirección: Luciana Galván
Actúan: Camila Caram y Mariano “Alo” Casañas Foguet
Asistencia de dirección: Ezequiel Nasci
Producción: Carla Zarbá
Asistencia de producción: Victoria Estrella
Diseño de escenografía: Sofia Seidán
Diseño sonoro: Victoria Estrella
Diseño de iluminación: Aida Navajas
Técnico de iluminación: Ezequiel Nasci
Fotografía: Fer Soria