Lectura de Domingo: "Prolegómenos" -y textos inéditos-

Nacho Jurao
(San Miguel de Tucumán, 1996)

Sobre el autor

Foto de Lautaro Vaca Navarro | La Palta

Es un joven escritor con una valiosa producción literaria desde hace algunos años. Publicó los poemas "El debut" (2016, Minibus Ediciones), "Al fin, yacer" (2019, Gerania Editora), "inusual insinuar" (2020, Edición de autor), todos ellos reeditados en el volumen compilatorio "Prolegómenos" (2021, Gerania Editora).

En su hacer vivencial y literario, Jurao formó parte del sello Minibus Ediciones desde 2015 hasta 2018. Posteriormente, fundó la editorial Gerania, de la que actualmente forma parte junto a Belén Nahuz.

Sus textos han sido publicados de forma independiente en las antologías: "Búscame otra vez: 15 poetas sub30 de Tucumán" y "Eras reflejo divino: 15 poetas sub30 de Santiago, Salta y Jujuy".

En el presente trabaja en su próximo libro de poemas, titulado "desvaneciéndonos" previsto para publicarse a mediados de 2024.

Ilustración de La Palta

Poema de las últimas cosas (Inédito)

Y si acaso todo
fuera siempre una despedida,
un tiempo que pasa
y nos va arrastrando hacia atrás,
laboriosas aguas que remueven
sueños y recuerdos. Son ríos de voces
que carcomen la madera del corazón
apagando lentamente el latido
de esta vieja cabaña
hasta reducir lo que fuera hogar
a un montón de polvo y astillas;
o esta isla que sobrevive
aún besada por la espuma,
aunque sea apenas
un breve tajo de arena
sobre la piel del agua.

Sé que el tiempo
es solo memoria del tiempo,
que el presente apenas
sostiene este puerto donde vigilo
los mismos barcos
que regresan o parten a ningún lugar,
y un tierno oleaje sigue empujando
de vuelta hasta la orilla
restos de vidas que todavía
no han nacido siquiera;
extrañas flores de hueso,
tabaco para pipa, luciérnagas, 
navajas empapadas en perfume,
escamas lunares, en fin,
todos estos escombros de sueños
que se derraman y ensucian
los cuadernos en los que te escribo.

Porque acaso es todo siempre
una despedida, y otra vez
soy yo quien deambula
como un cachorro o un ángel,
husmeando sobre el mundo
prometido como en un cementerio.
Aunque pronto estas lápidas
se yerguen volviéndose edificios,
luces de avenidas que cuajan la niebla
y despejan una ciudad,
¿en qué balcones estarás
fumando y borrando mis señales?
¿quién será la noche
en la que puedas entregarte al sueño,
y qué boca estará soplando
sobre tu corazón hasta reavivar
las brasas de lo que creías extinto?

Enfrentándome a espejos,
empantanado
sobre charcos de lluvia, huyendo
de ventanales quebradizos,
pero todo me empuja
o logra reflejarme en el mismo cielo:
aquellas nubes
desangrándose en el atardecer;
el instante en que sostuve
tu mano sobre la mía
sin saber que ya
te había perdido para siempre,
oh, y en verdad
ha sido cruel sentir tu piel
volviéndose tan liviana como la luz
de la estrella más distante.

Pero acaso la memoria insiste
como una herida siempre abierta,
un dolor donde el pulso del mundo
y el mío son uno y el mismo,
porque acaso es el día quien golpea
y resquebraja los muros del corazón
para sembrar su luz inquieta
en cada hendidura, acaso
entre las páginas de mi sueño
hay alguien que me espera,
tu mano abre mi pecho
como la puerta hacia un jardín,
es cierto que algo teje su raíz
bajo tantas cicatrices, y es tu nombre
desplegándose como una flor,
como una plegaria,
como el perdón que ya nunca
me entregarás, es tu nombre
el silencio que envuelve
cada cosa como un último adiós.

A sí misma humanidad

Han de ser lo mismo
siempre estas avenidas
reventadas que desde lo hondo 
de sus traqueas de hormigón
escupen 
convulsamente la roña, 
podridos riachuelos
que con su rumor sanguíneo fluyen
obturándole a esta ciudad
el corazón;

casas que se deshacen, vehículos
como animales infectados de óxido, 
y toda esa masa que 
aquejada de fiebres y hambrunas,
tantea con los pies un barrizal 
sin fondo, creyéndose
a sí misma humanidad
y un ingenuo anhelo 
de supervivencia.

Siempre víctimas 
del mismo engaño:
alguien que se detiene y descubre, 
sorprendido, su propio rostro
sobre un charco negro
donde nada se refleja.

Libro: Prolegómenos (2016 -2020)
Gerania Editora, 2021.
Diseño de portada: Joaquín Farizano 
Fotografía: Lara Flores Cantilo 
Del poema: "Al fin,  yacer" (2019)


Breve análisis por Eduardo Albuixech:

Nacho Jurao, escribe sus poemas con la sensibilidad de quién vive en medio de nuestra singular  ciudad: observando, escarbando nuevos sentidos a las cosas, a las vivencias, al vínculo con lxs otrxs y al propio existir. 

Si tuviera que definir en una palabra su obra es "libertad". Sí, libertad: de vivir, de sentir, de escribir y narrar con la espontaneidad y fugacidad de muchos momentos cotidianos. Sin embargo, sus poemas también adquieren la profundidad que tiene vivir hoy. Lo simple y profundo,  se entrelazan en una unión que hacen de sus líneas, un interesante juego de palabras. 

En su tinta, la juventud sobrevuela, nombrando  aquellas palabras que se vienen a la mente en nuestra "tucumanidad", y que no todxs se animan a emitir por lo alto sin sonrojarse. En su tinta, lo "políticamente incorrecto", para el imaginario de orden que atraviesa nuestra sociedad,  también dice presente; visibilizando que lo correcto es lo que se siente sin tabúes,  alejado de los estereotipos de lo que está bien o mal. 

Cuando se acerquen a su obra, no la juzguen a priori. Permítanse leerla con desenfado y los sentidos alertas, porque es una invitación a vivir con autonomía, libertad y el amor que contagia un escritor que fue creciendo y narrando su derrotero de vida en vínculo con sus mundos y el mundo mismo que todos habitamos.