19F: Un día para reavivar la lucha feminista
/Este es el tercer año que en Argentina se celebra el 19F: Día de la Acción Verde por el Derecho al Aborto. ¿De qué se trata? ¿Cómo nació? ¿Cómo se vivieron los años previos a aquel primer 19F? ¿Cuáles son los desafíos que se avizoran a más de un año de la aprobación de la ley ganada en las calles? “Al 19F como día de acción lo instala la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito”, dice Fernanda Fernandez, militante del espacio que desde 2017 y hasta el año pasado se desempeñó como articulante por Tucumán.
En 2019, al año siguiente en que el proyecto de ley por fin fuera tratado por el Congreso de la Nación y rechazado en la Cámara de Senadores, para las militantes era necesario salir y mostrar que la lucha no iba a retroceder ni un paso. El objetivo seguía siendo conquistar un derecho al que se consideraba una deuda de la democracia. “Queríamos demostrar que no íbamos a abandonar las calles, que no íbamos a abandonar lo que habíamos logrado, que era poner el debate por la legalización del aborto en cada mesa, en cada espacio de la vida cotidiana”, recuerda Fernández.
¿Y por qué un 19 de febrero? Había ocurrido que en esa fecha, pero en 2018, miles de mujeres se reunieron en la plaza frente al Congreso de la Nación y realizaron un masivo pañuelazo -como se le dice a la acción colectiva de levantar en alto y extendido el pañuelo verde que representa a la Campaña-. Como respuesta a aquella ‘acción verde’, el entonces presidente Mauricio Macri dio vía libre al tratamiento del proyecto de interrupción voluntaria del embarazo. “No había dudas de que esta batalla se ganaba en las calles”, dice Fernanda al recorrer como escalones los logros alcanzados en la conquista de este derecho.
El camino para la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito empezó mucho antes incluso de su lanzamiento oficial, en mayo de 2005. El debate feminista que había tomado cuerpo desde el primer Encuentro Nacional de Mujeres (1986) había sentado las bases para la formación de este espacio que en 2006, elaboraría el proyecto que sería aprobado casi 15 años después.
Una batalla perdida, un camino ganado
Lejos de rendirse ante lo que podía parecer una derrota, 2019, al decir de Fernandez, encontró al movimiento de mujeres más firme, más organizado y multitudinario. “Nos dimos cuenta de que el 19 de febrero del año anterior había sido un punto de inflexión. Así que pensamos en recordarlo como un día de acción verde para reavivar la lucha, reafirmar nuestra convicción de que la democracia tenía todavía esa deuda con las mujeres y cuerpos gestantes: la de brindarnos una ley que nos permita dejar de ser ciudadanas de segunda y pensarnos hacia políticas públicas más integrales”, señala la militante al tiempo que recuerda que la Campaña se sostiene desde sus comienzos en el triple lema: ‘Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”.
El punto de quiebre también implicó abrir un profundo abanico de discusiones. “Se abrieron otros debates como el de hablar no solo de mujeres sino de personas gestantes, contemplar qué pasa con el aborto y las diversidades. Al reflexionar sobre la capacidad de gestar, pensar las opciones de esa gestación. Separar la maternidad de la gestación y empezar a hablar de la maternidad como un deseo. Preguntarnos, con la Educación Sexual Integral (ESI) qué sucede con las infancias, con las infancias y la diversidad, con las infancias trans. Qué sucede con el vínculo del Estado y la iglesia y eso habilitó una serie de debates de cómo se construyen las políticas públicas del Estado y su relación con la espiritualidad”, enumera la activista resumiendo algunas de las tensiones que se cristalizaron en profundos debates.
Y por si resultara poco, el punto de inflexión al que se refiere Fernanda no fue solo para la Argentina. La ‘marea verde’, como se le denominó al multitudinario movimiento social, avanzó en otros países de la región que también empezaron sus propios procesos de legalización y/o despenalización del aborto y que encontraron en el pañuelo argentino un símbolo que las representaba.
Con la ley bajo el brazo, ¿qué sigue?
En diciembre de 2020, el penúltimo día del año, la ley de interrupción voluntaria del embarazo se aprueba. El recuerdo de aquella calurosa madrugada es, para Fernanda, un momento de llegada pero para nada de finalización. “De hecho todo ese año fue trabajar pensando en la implementación”, recuerda la activista respecto a un proceso que recién lleva poco más de un año y se evalúa constantemente.
“La pandemia nos encerró, nos sacó de las calles y nos puso en la cara la agudización de las condiciones de vida para las mujeres, tanto económicas como en el acceso a la salud. Y eso es muy preocupante porque sabemos que quienes dependen de la salud pública son las clases bajas”, reflexiona y recuerda las discusiones, las propuestas y las acciones que se realizaban en el marco de la virtualidad por el contexto en el que el mundo estaba inserto. No solo se trataba de estar atentas a que la ley se promulgara sino de prepararse para un nuevo escenario y disputar su efectivo cumplimiento. “Sabíamos que la lucha estaba en el territorio”, remata.
Los números conocidos a un año de la implementación de la ley dan cuenta de un importante avance. “Pero hay cosas que corregir en base a lo aprendido y un montón de cosas que hay que ajustar en el sistema de salud, tanto en el privado como en el público: Necesitamos profesionales especializados en abortos en periodos de gestación avanzados, la producción nacional de mifepristona -que es otra opción al misoprostol-”, enumera y advierte también la necesidad de fortalecer los programas destinados a la anticoncepción, la efectiva implementación de ESI.
Así como el debate por la legalización del aborto abrió muchas otras aristas, hoy existen otros focos que atender y que se desprenden de una ley que se encuentra en vigencia. Por ejemplo, ¿qué ocurre con las mujeres presas por abortar antes de que esta ley se sancione? Fernanda dirá para resolver esto es importante pensar un sistema de Justicia que contemple a las mujeres, a las diversidades y a sus derechos; por lo que es necesario avanzar en una reforma judicial feminista.
“Creo que ahora, en lo inmediato, el principal desafío es una fuerte campaña de comunicación, no solo a través de los medios sino también en las calles, en los barrios, que llegue hasta el último rincón donde se explique a qué se tiene acceso, dónde y cómo. Que ninguna mujer ni ningún cuerpo gestante quede sin conocer este derecho que hemos conquistado y pueda decidir ejercerlo”, concluye Fernández, y agrega que también vuelve a ser un desafío que la militancia feminista recupere la calle después de la pandemia.