Para decir "ni una menos"
/Belén es el nombre ficticio de una joven que fue víctima de un fallo conservador y machista. Belén es el nombre que aglutinó a numerosas organizaciones que ahora conforman la mesa por la #LibertadParaBelén. Así también, es el nombre que despertó la indignación de Amnistía Internacional y del Comité de DDHH de la ONU, el cual exigió al Estado argentino que tome cartas en el asunto para su inmediata liberación. Mariana Carbajal, periodista de Página/12, explicó por qué Belén puede ser cualquier mujer.
“En Tucumán, y particularmente con el Caso Belén, se evidenció la incapacidad para comunicar con perspectiva de género” reflexionó la periodista, quien el jueves 28 de julio dio una charla en el Círculo de la Prensa donde habló del fundamental rol que adquieren los medios para erradicar la violencia machista. “El abordaje de los medios de comunicación genera subjetividad sobre los hechos”.
Violencia de género es una expresión que se utiliza para describir aquellas formas de violencia ejercidas por varones contra mujeres por su condición de mujeres. Esta denominación tiene sentido cuando se analizan las relaciones históricas de desigualdad entre mujeres y varones en el contexto de una sociedad patriarcal. En una entrevista con este medio, Carbajal se explayó sobre las diversas acciones que deben emprenderse para combatir el problema en su conjunto. “La violencia de género es una problemática compleja y las respuestas tienen que ser integrales”, advirtió Mariana. “No es una sola medida, no son refugios”.
Hace unos días, el gobierno nacional presentó el Plan Nacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, el cual entrará en vigencia a partir de enero de 2017. Es un plan integral que prevé 69 medidas y 137 acciones, y que involucra a los distintos ministerios y a los tres poderes del Estado. “Es un plan muy ambicioso, tiene un buen presupuesto y apunta a esa mirada transversal e integral del problema”, consideró Carbajal. Ese dispositivo de acción integral impulsa acciones del Estado para brindar no sólo seguridad a la víctima, sino también garantizarle el acceso a una autonomía económica: el sostenimiento de programas de inclusión social y capacitación como el Ellas Hacen resulta crucial en este punto.
Por otro lado, están los inconvenientes del sistema judicial. “Yo creo que uno de los problemas más grandes de la República Argentina es el poder judicial. Lo vemos en el Caso Belén: quien transita por el mundo de la Justicia sabe que puede recibir una condena injusta aun cuando no haya pruebas en su contra. Creo que hoy las mujeres que denuncian no son escuchadas, no se les toma la palabra, se minimizan los hechos, no se brindan medidas oportunas, o las medidas que se dictan no se cumplen y nadie monitorea”, explicó Mariana. Sobre la misma línea, afirmó que “el Estado incita a las mujeres a denunciar, pero después no les da la ayuda y el acompañamiento que necesitan. La Justicia también responde mal”.
Mariana también consideró que, además de estas medidas tomadas por el Estado, se debe pensar a largo plazo y cuestionar los patrones socioculturales que generan el caldo de cultivo para que la violencia contra las mujeres se haga efectiva. La eliminación de los estereotipos de género instalados en la sociedad y que conciben -entre otras cosas- la idea de que los hombres son poseedores de las vidas de las mujeres, es una tarea urgente: los medios de comunicación juegan un rol fundamental en esta lucha.
Periodismo con perspectiva de género
Durante la charla, Mariana expuso distintos casos para ilustrar los senderos que vienen transitando los medios en relación a la cobertura periodística de la violencia machista. Uno de los hechos presentados fue el asesinato de Alicia Muñiz en manos de Carlos Monzón: “En los titulares de Clarín y Gente se mostraba algo así como ‘La muerte de la mujer de Monzón’ o ‘Murió tras una discusión’, sin adjudicarle al agresor la responsabilidad. Había un ocultamiento de las causas en el mismo título. Más allá de que en el cuerpo de la noticia se relataban los hechos y que Monzón fue enjuiciado, la manera de informar resultó clave ya que el titular te marca cómo leer una noticia, y delimita un posicionamiento”.
Por otro lado, Carbajal sostuvo que el periodismo debe asumir el compromiso de desmitificar algunos axiomas que circulan en la sociedad, como aquel que afirma que solo las mujeres pobres pueden ser víctimas de violencia de género, o en un caso extremo, de femicidio. “Víctimas de femicidio podemos ser cualquier mujer. Es un mito pensar que solo están en riesgo las mujeres pobres. Si uno hace el recorrido de las historias, tanto entre las mujeres víctimas de violencia de género como de femicidio encontramos a abogadas, doctoras, profesionales, docentes, amas de casa… El punto en común está en el agresor, en el femicida”. El término femicidio tiene una connotación política y surgió como una necesidad de denunciar la naturalización de la violencia hacia las mujeres. Es la expresión más extrema de esta violencia, basada en la preeminencia del dominio y el control del varón sobre la mujer. “El femicida es un hombre que considera a su pareja o su ex pareja como parte de su propiedad, de sus posesiones. Es un hombre que ejerce una relación de poder sobre su compañera o su ex compañera y, al sentirse dueño, se apropia de esa vida”.
En el tratamiento periodístico de un femicidio se deben emplear otros recursos además del relato de los hechos y las circunstancias del asesinato. Mariana afirmó que es necesario rescatar si hubo un contexto de violencia previo, si hubo una denuncia, exponer las falencias del sistema judicial y las irregularidades en las que pudo haber incurrido. Sugirió además no quedarse con el hecho concreto como si fuese un caso aislado y susceptible de ser encajado en la sección de Policiales, sino enmarcarlo en un panorama más general de la sociedad y sus problemáticas transversales. “Es importante dar voces a especialistas que hablen del tema, que es una problemática social y de derechos humanos. También, indagar cuáles son las características estructurales que habilitan que se reproduzcan este tipo de hechos. Brindar buenas historias de mujeres que han sobrevivido, para dar esperanza. Brindar teléfonos para pedir ayuda o hacer algún tipo de asesoramiento, difundir el trabajo de organizaciones de derechos humanos de nuestro país y de otros países en donde se hayan logrado respuestas positivas al problema”.
El caso de Belén es clave para entender que, a pesar del avance que hubo en materia de comunicación y perspectiva de género, aún queda trabajo por hacer. Titulares como “Condenan a una mujer por matar a su bebé y ella dice que fue un aborto espontáneo” o noticias que vinculan a Belén con Romina Tejerina confirman que hubo una condena moral previa y subrepticia a la sentencia injusta e infundada de la que fue víctima. Mariana sostuvo que “como periodistas es nuestra responsabilidad hacer una mirada más integral y no quedarnos en el caso policial, como si fuera un caso aislado, como si tuviera que ver sólo con esa muerte”. En cambio, apuesta a la capacidad de los medios y de los comunicadores para hacer valer los derechos vulnerados de las personas. “Debemos pelear por el espacio en el que se pone a la noticia, por el título, por el encuadre. Vale la pena ese camino si queremos que el Ni Una Menos sea una realidad; esa realidad no es posible si Belén sigue presa injustamente”.