Las cicatrices de una batalla ganada

Fotografía de Fernanda Rotondo

Llega a la entrevista sin retraso, canchero y relajado. Por el contrario, me pide que me relaje: “Tranqui, nos conocemos hace años”. Mientras Fernanda, la fotógrafa, deja –no por mucho tiempo– su cámara sobre la mesita del bar, Bruno aprovecha para sacarme una foto con su celular. Lo que sucede es que Bruno actualiza constantemente sus redes sociales. Luego se asegura de desayunar bien, acabando sin rodeos con el tostado de jamón y queso en pan árabe y el jugo de naranjas exprimidas. Ahora sí, ya está listo.

Bruno tiene 23 años y es el primer hombre transgénero tucumano en hacer público su proceso de transición. El 2 de julio de este año se realizó la mastectomía y hace 4 meses inició el tratamiento con testosterona. Su historia de vida no será la “más heavy”, como él mismo afirma, sin embargo su infancia no fue fácil; mucho menos su adolescencia. No haber manejado la información necesaria, cuenta, fue una dificultad para poder entender qué era lo que le estaba pasando o qué era aquello que sentía. Formó parte de su proceso descubrir que existían otras cosas más allá de las que conocía. “Uno crece en un ambiente tan cerrado y limitado que todo lo que esté fuera de esos límites no existe. Pero cuando empezás a manejar la información necesaria decís: Ah, entonces lo que me pasaba a mí era esto y entendés qué es lo que sos realmente”.

A los 6 años lloraba y le pedía a Dios, tener los mismos amigos y la misma familia pero otro cuerpo, uno diferente.

Bruno asegura que no tuvo ni tiene problema alguno con el hecho de hacer pública su historia de vida. En su participación en el evento Anhormonal compartió con el público uno de sus más fuertes y significativos recuerdos. A los 6 años estaba enamorado de su maestra y renegaba de pensar que ella no lo querría así, mujer. Entonces “lloraba y le pedía a Dios, tener los mismos amigos y la misma familia pero otro cuerpo, uno diferente”. Por otra parte, tomar la decisión de contar su historia públicamente implicó para él regresar a tiempos duros. “Uno reprime los recuerdos que a uno le hacen daño; en ese sentido, lo vivido anteriormente ha sido difícil. Muchos de esos recuerdos los he reprimido porque no tenían solución para mí en ese momento. Cuando la encontré, salieron a flote nuevamente, por ejemplo, cuando cuento que mi primer amor fue por una maestra. Siempre me gustaron las chicas y me juntaba con los chicos. Tenía más afinidad por jugar a la pelota, a las bolillas e incluso a las cartas de Yu-Gi-Oh (entre risas).  Me pasó un par de veces en el colegio que me dijeran: ¿Por qué hacés eso? ¿Por qué te comportás así? Me pedían que lo dejara de hacer. Pero de alguna manera elegía estar siempre del otro lado, aunque en ese tiempo, sin entender realmente por qué lo hacía”.

En relación a la construcción de su masculinidad nunca se sintió diferente. Su forma de ser y sus preferencias se mantuvieron. Siempre optó por usar pantalones con remeras holgadas, hacer deportes, manejar vehículos, tocar instrumentos musicales y divertirse con gente amiga. “De hecho ahora no me siento diferente de como era antes; en realidad me siento igual que siempre. Quizás ahora estoy más cómodo y relajado. No tengo que preocuparme por la imagen, ni estar fajándome –mientras señala su pecho– o buscando maneras de cómo poner la voz, porque en ese sentido con las hormonas ya lo tengo resuelto. Mi voz está mucho más grave y es lo que hace que ahora me traten como un hombre. Pero, sí, puede ser que sea un poco estereotipo, porque siempre estuve pendiente de mi imagen, es lo que ha estado difuso conmigo siempre y caes en el estereotipo porque buscás verte cómo te sentís y que esa imagen sea acorde. Pero no comparto el machismo; la mujer jamás debería ser sumisa ni estar sometida; la mujer liberal, que trabaja, que es inteligente, es mucho más interesante. Es lo que busco cuando me fijo en alguien, por ejemplo. La gente tiene mucha curiosidad en relación al tratamiento y a la construcción de la masculinidad ¿Dejaste de pensar como pensabas antes?”, “¿Empezaste a pensar como hombre?, a lo que respondo que sigo siendo la misma persona. Eso sí, me siento más pleno, por ahí ansiedad de verme más avanzado en cuanto al tratamiento porque llevo 4 meses recién. Con la testosterona tenés los cambios más visibles en menos tiempo. Yo tengo una dosis cada 15 días, pero hay cambios que los notaré al año. Por el momento me siento muy conforme de cómo me veo, sobre todo con la operación; me voy a bañar y me llevo el bóxer nada más y ya está”.

Ahondando en cuestiones enteramente sexuales y entendiendo a los roles como construcciones arbitrarias, Bruno argumenta que todo depende de cada uno. “Soy una persona que piensa mucho en el otro; siempre estoy buscando el bienestar del otro más que el mío. Tengo empatía con el otro. Pero con respecto a los roles sexuales, cada uno tiene su cuerpo y sabe cómo reacciona frente a eso. Yo no comparto que usen la penetración conmigo por ejemplo, pero porque no me gusta. Me sentiría muy incómodo, invadido. Ahora, en relación a los roles activos, pasivos, creo que todo el mundo necesita ponerle etiquetas a todo para saber de qué se está hablando específicamente, pero depende de cada persona. Yo apunto a lo heterosexual, pero lo que los demás decidan hacer no me parece mal”. Por otro lado, en términos de sexualidad, cuerpo y género, sostiene que los gustos sexuales son independientes de cómo uno se siente. “Lo fui descubriendo con el tiempo, porque desconocía que existía la cuestión del género, era tan invisible. Además era más común ver a un hombre haciéndose mujer que una mujer haciéndose hombre. Entonces al ser tan invisible la cuestión, no sabía que existía la posibilidad viceversa. También me pasó en cuanto a la diversidad sexual conocer chicos transgénero que eran gays y me llevó a pensar, en su momento ¿Para qué se va a hacer hombre si va estar con hombres?, hasta que comencé a informarme y entendí que los gustos sexuales son independientes del género”.

A partir de su exposición en las redes sociales Bruno se convirtió en un referente para muchos chicos que siguen su proceso a través de fotos y videos en Instagram, Twitter y publicaciones en Facebook. “Me han escrito muchos chicos. Entre ellos de Salta, de Santiago del Estero, Jujuy, Uruguay. Por ejemplo, un chico de Venezuela me encontró por Instagram donde subo información sobre mi tratamiento completo desde que lo inicié y sobre la operación también, siempre usando los mismos hashtags y así fui conociendo otros chicos en otras partes del mundo que quieren empezar el tratamiento. Intento ayudarlos brindándoles el contacto de mi doctora Fabiana Reina para que puedan tratarse en Tucumán. Ella tiene un equipo armado pero voluntario porque la ley aquí no se cumple lo que contribuye que la cabeza de muchos permanezca cerrada. La doctora Reina es como un ángel salvador para todos acá; la conoces y ves que es una persona que tiene muchísimas ganas de ayudar. Puede estar en algo importante o con su familia pero sin embargo todo el tiempo abocada a esto, se involucra mucho”.

Por eso lo hago público, porque necesito que la gente sepa que hay personas que te dan una mano, personas a las que sí les importa que seas feliz.

A pesar de que fue invitado para formar parte de colectivos y organizaciones trans, se define como activista independiente. “He decidido hacerlo de forma independiente en el momento en que lo vi como una problemática, al entender que había una diversidad sexual mucho más amplia de la que conocía y que podía ayudar dando a conocer mi historia. Primero lo hacía por mí, pero ahora lo hago por otros, no quiero que nadie pase por lo mismo que pase yo. Si bien no tengo de las historias más heavy –mis amigos se lo han tomado súper bien; mi familia quizás se lo esperaba pero no dejó de ser una sorpresa– lo hago para retribuir la ayuda que me han dado, sobre todo a la doctora. Me cambió la vida en 30 días literal y completamente. Y por eso lo hago público, porque necesito que la gente sepa que hay personas que te dan una mano, personas a las que sí les importa que seas feliz”.

Es así cómo se siente actualmente. Es así, feliz, como se lo percibe. Si bien, nunca creyó necesario tener que estar aclarando si verdaderamente es hombre o no, tampoco tiene problemas es hacerlo. De hecho, jamás intentó ocultarlo. Se siente “muy orgulloso de lo que es” y define a su proceso como una “batalla ganada en su vida”. Muchas veces lo interrogaron acerca de las cicatrices que la operación le dejó y le sugirieron en más de una oportunidad que se las cubriera. Pero sostiene con mucha convicción: “Soy esto y he pasado por esto”. Eso que le permitió construir un presente como el que vive. “Las cicatrices las voy a llevar por el resto de mi vida se borren o no porque siempre seré consciente de todo lo que pasé para estar como y donde estoy”.