Gritos contra la educación
/Aproximadamente 200 personas se manifestaron el domingo 28 de octubre en Salta pidiendo que no se implemente la educación sexual integral (ESI) en las escuelas públicas de manera obligatoria y enarbolando carteles antiderechos con frases del tipo "Con mis hijos no te metas", "Salvemos las dos vidas" y "Varón es varón / Mujer es mujer". Dentro de la concurrencia marcharon grupos provenientes de sectores acomodados luciendo lustrosos ponchos y sombreros de gaucho con el diputado Suriani a la cabeza, y siguiéndoles los pasos, ciudadanos que mostraban un alto grado de fervor religioso mientras flameaban banderas albicelestes entre cánticos y gritos; muchos de ellos militantes del partido Bandera Vecinal que crece peligrosamente con más adeptos entre los jóvenes salteños que buscan canalizar un exacerbado sentimiento nacionalista.
Cabe aclarar que de la forma en la que se viene impartiendo la Educación Sexual Integral en las escuelas de Salta, en la modalidad de talleres optativos y trabajos de integración por materia, crea un limbo que habilita a la institución y a sus directivos a que se dé o no relevancia a los contenidos y su enseñanza. Así, la ESI queda sujeta al interés que tengan los propios docentes en implementarla y a que no reciban sanciones si deciden no aplicarla en su trabajo con niños y adolescentes.
La misma gente que pide que el Estado no se meta con sus hijos parece ver muy bien el meterse en la vida de toda la ciudadanía imponiendo lo que ellos llaman "el orden natural impuesto por Dios" aduciendo que desde la ESI se intenta inculcar una supuesta ideología de género que atenta contra la sagrada familia. Ante las preguntas de algunos periodistas, muchos manifestantes quedaron en evidencia al no saber en qué consiste la ley ni cuáles son sus contenidos.
Esta marcha, al igual que la que hicieron en contra del aborto legal, recibió acompañamiento permanente de efectivos policiales y de bomberos de la provincia que aseguraron un tránsito pacífico y armonioso desde la legislatura hasta el monumento a Güemes. Algo que no se suele repetir cuando, por ejemplo, marchan las mujeres pidiendo que no las maten o las madres de víctimas de la impunidad y la violencia institucional.
Nuevamente quedó demostrado que en Salta tiene más peso la religión que la educación o los derechos de las personas, con el agravante de que en este caso los sujetos son niños a quienes sus propios padres pretenden privarlos del acceso a información para prevenir, entre otras cosas, abusos, violencia y discriminación.