Belén, Soledad y la memoria feminista que revive en el cine
/Foto: Marianela Jeréz | La Palta
“Ah, no te dije, es un caso donde hay una chica presa porque tuvo una emergencia obstétrica dentro del hospital”, escuchó decir Soledad a la mujer del otro lado del teléfono. No podía acreditar lo que estaba escuchando. Lo que tampoco podía imaginar era todo lo que vendría después: literalmente, una película.
Esa película, basada en el libro Todas somos Belén de Ana Correa y es dirigida y protagonizada por Dolores Fonzi, llega este jueves a los cines. Pero Belén, además del título de este film, es el nombre ficticio que se le dio a una joven de 27 años que fue criminalizada tras una emergencia obstétrica en el Hospital Avellaneda. Un caso que, en 2016, sacudió a Tucumán, se expandió al resto del país y puso a andar un entramado de abogacía feminista, activismo local y articulación nacional tan potente que consiguió lo que parecía imposible, su libertad y absolución.
El comienzo de esta historia es el llamado que la abogada feminista Soledad Deza recibió el 14 de abril de 2016. Era una psicóloga que había sido convocada como testigo en el juicio en el que se condenó a Belén. La mujer recibió la citación y dudó. Dudó porque hacía un tiempo había estado en una capacitación con la abogada sobre secreto profesional y sabía que era su obligación y el derecho de su paciente. “¿Cómo que presa?”, preguntó Deza que tiene grabada esa fecha y otras tantas que le siguieron. En apenas 24 horas llamó a cuantas personas pudieran darle un contacto de la familia de la joven, fue al penal y, como no podía pasar a verla porque no era su defensora, dejó en la puerta una tarjeta con su número de teléfono. “La noche del 16 de abril me llamó la mamá de Belén. Me dijo que su hija me esperaba al día siguiente”.
Era domingo. Eran las 9 de la mañana y llovía. Soledad describe el recorrido desde su casa hasta el encuentro con la joven en el penal con tanta precisión que parece haber ocurrido hace unos minutos. Llevaba con ella Jaque a la Reina, el libro que en 2014 escribió junto a otras dos abogadas feministas: Mariana Álvarez y Alejandra Iriarte. En poco más de 300 páginas, las autoras recorren, con perspectiva de género, los caminos que transitan las mujeres que abortan en Tucumán y los costos que pagan para acceder a la salud. Allí se recoge la historia de María Magdalena -nombre ficticio de una joven acusada y procesada por aborto-, caso que Deza había acompañado desde 2012.
“Me acuerdo de ella con su camperita rosa. Me encontré con una chica super culpabilizada, casi convencida, resignada de que era parte de lo que le tocaba”, dice Sole y se detiene en la palabra indefensión, como la que describe a esa chica. Aún recuerda la sensación que le recorrió el cuerpo cuando la abrazó esa primera vez antes de despedirse. “De culpa, culpa burguesa, quizás. Yo también aborté y claro que tuve miedo porque el aborto era ilegal, pero no tuve miedo de ir presa. Porque soy consciente de que tengo privilegios”.
“Leé esto porque vos no debieras estar presa. Vos sos una víctima”, le dijo antes de retirarse. “Volví el lunes y me encontré con otra mujer. Había leído el fin de semana el libro y me encontré con otra chica, diferente de la que me había despedido unos días antes”, recuerda. Esa otra mujer, que seguía siendo la misma chica, ahora hablaba con sus compañeras de celda de los derechos que tenían.
Y hasta ahí, Soledad Deza todavía no se había convertido en su abogada. Eso ocurrió después, el mismo día que Belén fue condenada.
Todas somos Belén
Foto: Ignacio López Isasmendi | La Palta
La historia que sigue es colectiva. De redes, de encuentros, de reuniones sostenidas con bronca e impotencia, pero también con la convicción de que las cosas no iban a quedar así. Con Belén condenada empezaban a correr plazos jurídicos para apelar una sentencia injusta, pero junto a esa defensa técnica aparecía la necesidad de amplificar la demanda. “Este hecho jurídico, que consistía en cuestionar esa condena patriarcal, necesitaba convertirse en un hecho político, necesitábamos el apoyo de las compañeras”, señala Soledad. De esa necesidad, de esa primera convocatoria en la puerta de Tribunales penales, nace la Mesa para la Libertad de Belén. “Fue una mesa potente”, remarca la abogada.
La potencia de esa Mesa se vio no solo en la repercusión que tuvo el caso sino en lo que pasó en las calles de todo el país. La marcha por la libertad de Belén del 12 de agosto de 2016, cuatro días antes de que Belén saliera en libertad, fue convocada en todas las provincias. “Se nacionaliza un reclamo de justicia reproductiva desde una provincia del norte en un país centralista como el nuestro y eso revela una construcción feminista y una articulación nacional e interprovincial muy importante”, advierte Deza.
Dicen que cuando le dijeron a Belén que quedaba libre, ella repetía: “Tiene que ser un sueño. Tiene que ser un sueño. Tiene que ser un sueño”. Había pasado casi 900 días presa. Ese día habían pasado ocho horas de espera. Las máscaras blancas que cubrían los rostros de las mujeres que se habían organizado para acompañarla mientras salía eran parte de una acción colectiva, una acción que buscaba protegerla, recuperar algo de todo aquello de lo que la habían despojado tanto tiempo. Reivindicar que ‘Todas somos Belén’ no era solamente una consigna.
En la Mesa para la libertad de Belén confluyeron organizaciones de mujeres, agrupaciones estudiantiles, partidos políticos y organismos de derechos humanos. En esas reuniones semanales se tejía algo más que una estrategia: se traducía un expediente en una demanda social. Y, quizás sin saberlo, se escribía uno de los capítulos más importantes en la lucha por los derechos de las mujeres que algunos años más tarde -en diciembre de 2020- se cristalizaría en la Ley de Acceso a la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
“El cuerpo de Belén está en la 27.610”
Foto: Marianela Jeréz | La Palta
No hay duda que fue un caso histórico. “Todas somos Belén” dio cuenta de ello y el film que ahora se estrena lo ratifica. Las razones son muchas y, para la abogada, una de ellas es que el caso dejó al descubierto la tríada de poder entre policía, personal de salud y poder judicial. “Sin la colaboración activa del personal policial, el poder judicial y el personal de la salud, una mujer que va a buscar ayuda sanitaria en un hospital no sale criminalizada, como salió Belén”, remarca.
El caso no solo desnudó la violencia institucional que criminaliza a mujeres y personas gestantes en situaciones de emergencias obstétricas. También se convirtió en un punto de inflexión en el debate sobre el aborto en Argentina. “Tiró abajo la idea de que el delito de aborto no tenía consecuencias en la vida real de las mujeres. No, señores y señoras, hay una mujer presa por un aborto en Tucumán”, recuerda Deza. Y recuerda, además, que en esas primeras marchas el pañuelo de la campaña no era muy aceptado. “Porque la demanda de legalización del aborto no tenía legitimidad en las bases”, explica.
Y desde esta provincia del norte de la Argentina hubo una pulsión que impactó directamente en el camino que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito venía construyendo. “No es casual que Belén haya estado en muchos de los discursos de la legalización y eso es parte de lo que hemos construido colectivamente con esta lucha. Por eso digo, sin dudar, que el cuerpo de Belén está puesto un poco en la 27.610 y en el grito de libertad que tenemos respecto de otras mujeres criminalizadas”.
Belén fue absuelta en 2017. “Ahora sabe que no le debe nada a nadie”, dice la abogada que, unos días antes de dar esta entrevista, estuvo con ella. Ambas esperan el estreno de esta película con ansias, orgullo y muy movilizadas. Y tienen el profundo deseo de que vuelva a enamorar a las juventudes y ayude a recordar que las mujeres arrancamos los derechos a fuerza de lucha. “Tenemos que estar contentas por lo que conseguimos y en guardia por lo que podemos perder”, advierte, reconociendo que este estreno llega en un momento político en que los derechos de mujeres y diversidades vuelven a estar en disputa.
Quizás, que esta historia llegue a la pantalla grande casi diez años después, ayude a reforzar los lazos feministas. A enamorar, como dice Soledad Deza, para la que no es un detalle menor que la película haya sido concebida y realizada por mujeres. “Esta historia se podía narrar de muchas formas. Pero ellas la contaron de la mejor manera. De forma feminista, comprometida con nuestros derechos y con la lucha colectiva”.
Belén, la película, se estrena este jueves en todos los cines del país. En Tucumán se proyectará en Cinemacenter a las 20.30. con la presencia del elenco.