Elecciones 2.0
/Es imposible ignorar, por más que se intente, que en unos meses habrá un nuevo proceso eleccionario en Tucumán.
La ciudad se contamina con miles de carteles. Los nuevos, los viejos y las promesas de siempre. Justicia. Trabajo. Seguridad. Photoshop. El consabido padrenuestro que apela a la fe de los votantes cada cuatro años. La liturgia sigue en los espacios de publicidad televisivos y radiales, se demora en las páginas de diarios y periódicos e, incluso, se desata desde los parlantes de alguna vieja camioneta partidaria.
Hasta aquí, lo habitual.
Pero desde hace unos meses, las viejas mañas encontraron nuevos medios de expresión. Miles de ciudadanos reciben mensajes de texto solicitando, rogando casi, el apoyo al candidato "equis". Otros tantos contestan el teléfono para, oh sorpresa, escuchar la voz computarizada del candidato "Y". Las redes sociales dan testimonio de vida y milagros de quienes buscarán el 28 de agosto avanzar un par de casilleros en el juego de la política tucumana y añadir -o conservar- ese título que atestigua que el pueblo los ha elegido, que les brinda derechos y obligaciones, aunque muchos pretendan privilegiar los unos sobre las otras.
La política llegó con fuerza a Internet, sin saltearse el paso previo de la telefonía. Desde la pasividad de los banners que coronan cientos de sitios hasta el discurso condensado en 140 caracteres, los políticos inundan la virtualidad y encuentran en sus seguidores miles de espejos que reflejan e incluso distorsionan su mensaje. Las promesas, las contradicciones, los traspiés, todo sirve y nada se pierde en esta telaraña colectiva donde, como se suele decir, no importa que hablen bien o mal, sino que lo hagan, ya sea en forma de retweet o de grupo en Facebook.
Muchas palabras se tipearán hasta el 28 de agosto. Queda en el votante separar la paja del trigo, aprender de los errores pasados y decidir entre tanto ruido real y virtual de qué discurso llenará su sobre ese domingo. Y rogar que cuando gane uno, por una vez en la vida, ganen todos.