Cómo usar un paraguas

En días de llovizna pertinaz o chaparrones, el uso de paraguas es obligatorio, a menos que se pretenda transitar por la vida empapado y en un constante riesgo de electrocución. Ahora bien, el uso de este elemento aparentemente inofensivo puede ser el detonante de una catástrofe si no se toman los recaudos necesarios.

Si bien los hay de diferentes tamaños, colores e incluso materiales, los paraguas tienden a producir el mismo efecto en quien los usa. Por cada paraguas que se abre, hay una persona que se olvida que el resto del mundo existe. Es como si bajo el ala de este objeto nada más importara, como si el momentáneo refugio otorgara a quien lo porta el poder de hacer lo que se le da la gana.

A pesar de que no hay registros de disturbios originados por paraguas, siempre es mejor prevenir que curar y atenerse a recomendaciones simples para el uso y transporte de este elemento.

  • Al momento de abrir el paraguas, es conveniente mirar alrededor y cerciorarse de que este gesto no ocasionará la caída del jarrón de la abuela o golpeará contra un desprevenido representante del prójimo. Así se evitarán peleas y cambios en testamentos.
  • Es habitual ver gente con el paraguas abierto cuando en realidad caen dos gotas cada cinco minutos. Por eso es importante no precipitarse ante la precipitación y evaluar la situación para no comerse miradas burlonas e improperios.
  • Recordar que una persona con paraguas ocupa, aproximadamente, el espacio de dos personas sin él. Tener en cuenta esta proporción evita quedar enganchado en lugares de paso estrechos o "pescar" prendas de vestir e incluso globos oculares ajenos. Ser consciente del alcance de las varillas es una obligación ineludible para el portador de paraguas.
  • Tener presente que si se lleva un paraguas y una persona cercana no, ésta tiene la prioridad sobre toldos, techos, zaguanes y otros lugares de refugio. De hecho, uno de los reclamos más escuchados en días de lluvia en el centro tucumano es "¡mirá, tiene paraguas y va por el techito!".
  • Al cerrar el paraguas, ya sea porque cesó la lluvia o porque se ingresó a un espacio techado, evitar sacudir el mismo, las salpicaduras podrían llegar a otras personas u objetos causando daños y desconcierto. Tampoco apoyarlo en cualquier lado, ya que el charco que se forma alrededor de un paraguas en reposo puede ser causa de accidentes o arruinar la alfombra o parquet.
  • Finalmente, recordar que el paraguas, cerrado o abierto, no es la prolongación del dedo índice. Señalar objetos, rascarse la nariz o tocar el hombro de alguien para preguntarle la hora con la punta del paraguas solo ocasionará lamentos y traumas a largo plazo.

Estas recomendaciones son aplicables a cualquier momento del año y cualquier tipo de precipitación, sea ésta chubasco o diluvio universal. Ser responsables en el uso del paraguas es una de las bases de cualquier sociedad civilizada.

Cecilia Morán

cmoran@colectivolapalta.com.ar