Vicios urbanos
/Al transitar por las calles de Tucumán y ver (ya que no contar, que sería imposible) las faltas a las normas de tránsito que se cometen segundo a segundo, no queda más que maravillarse por el poco precio que la sociedad paga por ello.
Ya sea por ignorancia, por descuido o por una asombrosa carencia de sentido común, los tucumanos hacen y deshacen a su antojo las reglas básicas del comportamiento urbano. Lo hacen en moto, bicicleta o auto, en vehículos de transporte de pasajeros y productos, e incluso a pie. Aquí, unos ejemplos cotidianos.
Cuidado, bebé a bordo
La frase, perpetuada en miles de calcomanías, es casi una burla. Muchos niños viajan alzados por sus mayores, sin sillita o asiento acorde, mucho menos protegidos por un cinturón de seguridad. En el peor de los casos, el niño viaja, como si fuera un juego, sentado en las rodillas del conductor, con su pequeña y frágil anatomía a pocos centímetros del volante y de la desgracia de un frenazo inesperado.
La dimensión desconocida
Ignorada por peatones y conductores, la senda peatonal es un mundo aparte. Sobre ella se detienen las ruedas de autos, motos y bicicletas, que deben ser sorteados por los transeúntes que osen cruzar por el lugar correcto. Otros caminantes optarán por aparecer de la nada en medio de la cuadra, entre dos vehículos, y cruzar como mejor les parezca.
Comunicados y descuidados
El celular, maravilla tecnológica que tanto nos facilita la vida, llega a comprometerla cuando es usado tanto por conductores como por peatones. La distracción momentánea de un mensaje de texto o de una llamada son suficientes para generar un accidente.
Lo que no se usa, no sirve
El cinturón de seguridad sigue siendo olvidado por muchos, y buscado inútilmente por otros en el asiento de atrás de un taxi. Del mismo modo, los seguros para trabar puertas son ignorados, con el consiguiente peligro de una visita inesperada en semáforos o embotellamientos, más aún si carteras y portafolios se exhiben sobre los asientos.
Los riesgos del cochecito
Más allá que muchas veredas tucumanas no están preparadas para que un coche de bebé las transite sin sobresaltos, lo más peligroso es el descuido o el poco sentido común de algunos padres que esperan cruzar, ellos en la vereda y el coche displicentemente parado en la calle, al lado del cordón, al mismo nivel que los autos. No es necesario explicar el resto de la posible historia.
Éstos son solo unos cuantos, abundan los ejemplos a la hora de pintar el desinterés con el se que se transita cada día. Quizá es hora de salir un segundo de la vorágine para reencontrarse con el respeto hacia el otro y hacia uno mismo.
Cecilia Morán
cmoran@colectivolapalta.com.ar