¡Cuidado escuela!

Hablar de la congestión en el tránsito en la ciudad tucumana es un lugar común a estas alturas, sobre todo si se consideran los horarios pico que se producen cuando a las entradas y salidas laborales se le suman las de las escuelas y colegios. Esos momentos, de por sí caóticos, se vuelven verdaderamente intransitables y no solo es por la cantidad de transeúntes sino también por los hábitos de los mismos. Una de las reglas de tránsito más violada es la de la prohibición del estacionamiento en doble fila, modalidad  recurrente principalmente en padres y madres que dejan a sus niños en la escuela. Las excusas que "justifican" este hábito sobran: que si se llega tarde, que no hay espacio para estacionar como corresponde, que si son dos segundos. Dos segundos que entre conversar con los docentes, con otros padres o comprar algo en el kiosco se hacen 15 minutos, por lo menos. Mientras tanto en las calles céntricas queda escasamente un carril para que el resto intente ganarle al semáforo que siempre parece estar en contra.

Pero no son solamente los padres quienes ocasionan el caos. Los transportes escolares lideran las infracciones de tránsito, según afirma Carlos, un agente tucumano, conforme a su percepción . Por un lado, Carlos admite que muchas veces "hace la vista gorda" a algunos autos porque entiende que: "son padres laburantes como uno que dejan al nene y salen corriendo para llegar a cumplir con su trabajo" pero también reconoce que son los dueños de los autos más importantes los que, cuando estacionan en doble fila, "no salen más que del colegio que obviamente es un colegio privado y de esos bien caros”. Por otro lado, de acuerdo a sus observaciones en los casi 15 años trabajando en esta área, los transportes escolares hacen de las suyas. "Puede verse como paran en cualquier parte, cruzan a los chicos sin importar el semáforo o si van por la senda peatonal, los tironean, los empujan, si se caen los levantan con dos gritos y los terminan de cruzar por medio de los autos a los bocinazos".

Lo preocupante de estos transportes que llevan y traen escolares es el grado de irresponsabilidad que detentan. Si se considera que tienen a su cargo la vida de esos niños en un lugar tan caótico como lo son las calles, la irresponsabilidad se hace, cuanto menos, intolerable. Pero como sucede con todo aquello que se ve a diario, uno se va acostumbrando y a lo sumo se puede escuchar una exclamación como quien se escandaliza, pero que queda olvidada en el próximo semáforo en rojo cuando otra vez se mira el reloj y preocupa más contemplar los minutos que quedan antes de llegar tarde.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar