Un alma condenada puede estar entre nosotros, puede ser la tuya

foto: cortesía farol de mandinga

Desde el 10 de diciembre de 2023 en Argentina, no alcanzan las manos para contar cuántos sectores e industrias han sido constantemente vapuleados por el Poder Ejecutivo. Uno de ellos es el sector del cine y la producción audiovisual nacional, calificado por el presidente, Javier Milei, como “las cuevas de ñoquis kirchneristas”. 

Ya desde los tiempos de su campaña presidencial, Milei había ubicado al cine argentino en general, y al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) en particular, en el centro de sus desaforadas críticas. A pesar de los ataques, y con el pronóstico en contra, los realizadores audiovisuales no han detenido sus actividades y continúan apostando tanto a la elaboración de films como a la formación profesional en las distintas áreas que competen a este campo. 

En el caso particular de Tucumán, la provincia se consolida como un epicentro de producción cinematográfica en el Noroeste Argentino, atrayendo a realizadores de toda la región que encuentran en su comunidad artística y en la Escuela Universitaria Cine, Video y Televisión de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) un lugar de formación, creación y crecimiento. En este contexto, La Luz Mala surge como un cortometraje de terror que no solo recupera una de las leyendas más arraigadas del folclore argentino, sino que también demuestra la capacidad del cine regional para contar historias universales con identidad propia.

Ignacio Ortiz es el director y guionista de La luz mala, un film que cuenta la historia de Nicolás, un hombre atrapado en la burocracia y el agotamiento de la vida cotidiana, que será acechado por la temida luz mala. A través de este relato, el proyecto explora el género del horror al tiempo que resignifica las creencias populares desde una mirada contemporánea. Sobre esto, Ortiz cuenta: “El proyecto es básicamente un cortometraje de terror, que cuenta con ciertos elementos de experimentación formal. Si bien es un cortometraje de tecnicatura, de la Escuela de Cine, que sea un cortometraje de tecnicatura es una anécdota.”. Y agrega: “Este corto particularmente viene de un conjunto de cosas. A mí, personalmente, me gusta mucho reelaborar cosas, esta idea de la intertextualidad, de la referencia y del meta. Me parece que es todo un ejercicio que es muy interesante y eso junto a otra fascinación que tengo por la manera que se tiene de volver a articular en distintos tiempos, distintas épocas, los monstruos, más que los monstruos, las leyendas, las historias.” 

La leyenda de la luz mala tiene distintas versiones. Se trata de un mito folclórico argentino que describe una luz fosforescente que aparece en cerros y quebradas, especialmente en el noroeste argentino, durante los meses secos y después de la puesta del sol. Se cree que es el espíritu de un tesoro o de un alma en pena que busca su sepultura. Esa primera idea lleva a Ignacio a preguntarse: si la luz está en el bosque, ¿qué es lo que está debajo de la luz? La luz ilumina algo. Aunque exista un fenómeno físico que lo explique, una de las tantas leyendas que existen sostiene que lo que hay debajo de esa luz es un alma que está condenada. 

foto: cortesía farol de mandinga

“A partir de eso pienso que, algo que utilizamos como eslóganes también, no hace falta estar muerto para estar condenado, a la repetición, al aburrimiento, a vagar, a estar perdido”, comenta Ortiz. Luego amplía: “esa es una de las ideas existencialistas que tengo, y que no fue hasta que lo terminé de escribir que me di cuenta de que el corto hablaba de eso. Y no solo eso, sino de una percepción que yo tengo tanto de mí como de otras personas y esa idea de que estamos atrapados, condenados y solos”. Ignacio cuenta que originalmente escribió el guión de La luz mala en 2022, justo cuando la pandemia empezaba a convertirse en un recuerdo. Para ese entonces él tenía 21 y su intención era aprovechar el corto para volver al ruedo de los días de rodajes entre amigos y compañeros, además de experimentar en formas de producción y narratividad. 

Ese primer guión quedó atrás en cuanto sus colegas vieron en aquella idea la posibilidad de que les otorgara el premio mayor de la trayectoria universitaria: un título. Fue ahí que Ignacio reescribió la historia del alma en pena que representa el personaje de Nicolás, y durante tres años, junto a su equipo, se dedicaron al desarrollo y la preproducción que conlleva hacer una pieza audiovisual de estas características. 

Además de Ignacio, detrás de esta producción hay un equipo compuesto por jóvenes realizadores de Tucumán, Santiago del Estero, Jujuy y Catamarca, muchos de ellos formados en la Escuela de Cine de la UNT. La producción es liderada por Nuria Lares, con un equipo que abarca diversas áreas técnicas y artísticas fundamentales para el desarrollo de la película.

Luego de un mes de rodaje, grabando solo durante fines de semana, el corto se encuentra en la etapa final, la de postproducción. Para ello, todo el equipo está abocado a recaudar fondos que les permitan distribuir la pieza final una vez que haya sido aprobada por los responsables de evaluarla en la Escuela de Cine. 

“Nuestra idea es encontrar otras personas que les gustaría apoyar un poco el proyecto de una forma u otra. Distribuir el corto cuesta plata. Para distribuirlo en festivales nacionales e internacionales necesitamos fondos, pero también si queremos estrenarlo en una sala acá en Tucumán”, explica Ortíz. 

Una de las propuestas es la venta de packs que presentan como ‘una serie de objetos protectores para quienes se atrevan a caminar entre lo desconocido’. “Yo digo que es como una especie de merchandising del producto antes de que el producto exista, digamos. “Básicamente, es como los crowdfunding, pero más bien físicos. Porque en el crowdfunding vos ponés plata, pagás algo, un pack o lo que sea, y recibís algo que es digital. Nosotros no damos algo que es digital, sino algo que es físico. Entonces, creo que es más como una especie de merchandising, tipo las películas de superhéroes y los juguetes de McDonald’s. Pero nosotros hacemos algo que es elaborado por nosotros”. 

Los packs son tres (Ánima, Fuego fatuo, Rito y Pacto) y sus precios van desde $3000 a $15000 respectivamente. Cada uno de estos incluye desde stickers, amuletos y dibujos originales, hasta una mención en los créditos finales y accesos anticipados al corto. Para colaborar, pueden encontrarlos en Instagram como @elfaroldemandinga. 

El objetivo de los realizadores es que el producto esté listo para agosto o septiembre de este año a más tardar. Si bien, en palabras de su director, saben que todavía quedan muchos momentos que cubrir en esta etapa final, continúan trabajando para que su corto llegue a la tan codiciada pantalla grande.