Diario público de un desastre
/El martes 2 de abril, Twitter se convirtió en una avenida. De una mano, con el agua hasta las rodillas y el presente ahogado en la imprevisión, los vecinos. En la otra, con las manos llenas de solidaridad, la gente que aunaba esfuerzos y donaciones para ayudar en las zonas afectadas. Y en la platabanda, secos de cinismo, los de siempre. Los que aprovechan para dividir a los muertos en propios y ajenos, en pesar la desgracia en la balanza de la política.
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