Javier te ha enviado un zumbido

Todo es muy 2000. La primera canción hizo que, como por arte de magia, aparezca la imagen de un teléfono -el 1100, el irrompible-, el ciber, las siluetas verde y azul y el -tan esperado- ‘en línea’. La nostalgia. “Esa nostalgia no es melancólica”, dice el músico tucumano Javier Nadal Testa mientras empieza a hablar de su adolescencia.

Javier es productor musical. Se fue a la Universidad de La Plata a estudiar y, con el título bajo el brazo y la convicción de ejercer profesión y arte en sus pagos, volvió. “Vive y trabaja desde Tucumán como productor con decenas de proyectos musicales para la provincia, Argentina y Latinoamérica”, cuenta en la gacetilla en la que invita a la presentación de Zumbido, su último disco.

Todo es muy 2000 y muy personal. Porque en esos años internet explotó y porque en esos años Javier transitaba la adolescencia. “A mí me lleva a pensar en cómo aprendí -aprendimos- a vincularnos y la adolescencia es un gran momento de aprender a vincularse”, dice el adulto que mira con ternura a ese chico que transitaba una etapa de convulsiones en un mundo que convulsionaba. “Como que todo sucedió de golpe. Éramos adolescentes y, pienso, muy indefensos en algo que explotó”, recuerda. Enumera las plataformas, las redes sociales, los espacios de socialización: Metroflog, Fotolog, Messenger, Ares. “Adolescentes poniendo su imagen en lugares, con muchísima libertad y cero regulación. Adolescentes consumiendo sus imágenes entre sí y exponiéndose”. Y sin dudas hay algo de advertencia de los riesgos y el peligro, pero mucho de la alegría y el alivio de haber salido -más o menos- ilesos.

Todo es muy 2000 y no es solo personal. Es que ahora se habla de la ‘cultura retro’. La otra cultura retro. “Porque la cultura retro está ligada a lo que en un momento fue la adolescencia de una generación productiva anterior”, explica Javier. La generación productiva hoy es la de estos treintañeros que en algún momento de sus conversaciones dicen ‘te acordás cuando éramos jóvenes’, y hablan de sí mismos como ‘señoras’ y ‘señores’, un poco en broma, un poco en serio. “Hay cosas que no quiero que se vayan lejos de mí, en la memoria, y quiero encontrar la manera de, con las herramientas que tengo, atesorarlas un poco. Guardarlas. Hacer un poco de memoria y retrospectiva y guardarlas y darle un lugar dentro mío”, dice el artista.

A falta del zumbido telepático, vaya uno musical

Javier se ríe cuando piensa en qué usaría un zumbido hoy. Lo quiere para molestar a sus amigas y amigos. Hacerlos saltar mientras caminan o mientras duermen. Cuenta que le gustaba comprarse packs de mensajes de textos para poder mandarle a algún amigo muchos SMS en simultáneo. “Lo hacía solamente para que le suene un montón el celular y le sature”, dice con picardía. Y con esa picardía quiere tener un zumbido telepático.

“Un zumbido telepático con las personas muy cercanas para la búsqueda de complicidad en un lugar físico. En un bar, con un grupo de amigos y si quiero que tal persona me mire porque estoy buscando su mirada para reírnos de alguna situación”. Y, desde que lo dice, el zumbido telepático se convierte en casi una necesidad.

Pero como no hay tal zumbido telepático, Javier Nadal Testa hizo uno musical con 30 canciones. Muchas son versiones de las mismas pero suenan distintas: 23 colaboraciones de artistas tucumanes.

Zumbido se presenta este sábado a las 21 en el Museo de la Ciudad -Ex Casa Sucar- (Salta 532) en el marco del Festival organizado por la productora Manda. Pero quien quiera conocerlo (o repasarlo) puede hacerlo aquí.