Que el pozo de Vargas se llene de vida

“Y cuando se muevan las ramas, los cascabeles van a sonar y va a ser como una melodía en el ambiente. También va a ser como una especie de 'llamador', para que todos salgan”.

 

Fotografía de Guadalupe Reyes
Fotografía de Guadalupe Reyes

El árbol es un lapacho rosado. Josefina Molina lo llevó hasta el predio del pozo de Vargas y lo plantó ahí, donde hoy sabe con certeza que está su padre. Es que el 20 de febrero le llegó la notificación del juzgado N° 2 donde le confirmaban que se había identificado al ex vicegobernador Dardo Molina entre los restos recuperados en ese lugar.

En la rama más alta le colocó unos cascabeles atados con cintas de colores. Su amigo, Néstor Soria, le había dicho que cuando sople el viento el árbol tendría una melodiosa voz; y ella, acostumbrada a tomar y resignificar todo, pensó que también sería como un 'llamador', de esos que se ponen en las puertas de las casas. Vida, música, colores, luz. Esas fueron las palabras que 'Jose', como le  dicen sus amigos, usó para explicar la elección del árbol y de los cascabeles. “Ojalá sea grande y fuerte”, dice, y asegura que el lapacho representa a su padre. “Va a estar lleno de flores rosadas”, agrega, y la mirada se le ilumina.

Que el pozo de Vargas deje de ser un lugar tan oscuro, que los familiares y amigos de los desaparecidos se apropien de ese espacio, que la alegría de encontrarlos invada los rincones que escondieron el dolor. Porque esta historia que quema por dentro y arde por fuera está llena de sentimientos encontrados; el dolor y la alegría se mezclan, y el llanto se hace risas y en medio de las risas sigue el llanto. Pero después de más de 30 años de ausencias, ellos, los que quedaron para buscarlos y recordarlos, deciden hacerlo desde otro lugar. “Más allá de la crueldad del hombre tu amor es el milagro, viday, que abrigará mis noches. Iré despacio a encontrarte al final, camino a la libertad… No hay muros que me impidan bailar con vos esta zamba”, cantaba 'Pato' Molina a la orilla del pozo. El artista y nieto de don Dardo le dedicó esta zamba: “Volveré en el color del aire que pinta tu pañuelo al volar sobre el latir del parche…no te apagues llorando, viday. Te espero. Adiós, adiós”. Y la emoción estrujó corazones.

Fotografía de Josefina Molina
Fotografía de Josefina Molina

El lunes 24 se supo que también habían sido identificados los restos de Lisandro Díaz, Domingo Díaz y de Julio Oscar Zurita Gómez. De esta manera son tres más las familias que por fin tienen la respuesta a la pregunta de tantos años: ¿dónde están? Pero Josefina Molina siente que el duelo no lo puede hacer, no ella por lo menos. “Voy a hacer el duelo cuando el Estado y la justicia me entreguen el cuerpo entero de mi padre”, asegura. Y explica que está muy agradecida por el trabajo realizado por los peritos del Colectivo de Arqueología Memoria e Identidad de Tucumán (CAMIT) y del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), pero que ella necesita algo más que un papel (refiriéndose al informe técnico de las pericias). Lo que sucede es que los restos extraídos del pozo de Vargas son solo fragmentos. Por eso Josefina siente que empieza una nueva etapa.

El compromiso, dice, se renueva y se redobla “porque ahora lo que sigue es impulsar la recuperación de todos los restos que aún quedan dentro del pozo, eso nos va a posibilitar la 'reasociación interesqueletal'  de mi papá y nos va a permitir tener nuevas identidades. No los quiero en parte, ni para mí, ni para nadie”. 'Jose' sabe que la búsqueda no es solamente de los propios, sino de todos. A lo largo de su vida se encontró con personas maravillosas que se han convertido en su familia. Se acompañan, se dan fuerzas, se pelean, pero están juntos. Unidos por lazos cada vez más fuertes.

Cuando se llevaron a su papá, Josefina tenía 19 años. Desde entonces no ha parado de buscarlo. Entiende que su militancia es un modo de vida. Ha acudido a todas las audiencias de todos los juicios que se han realizado en la provincia. Vio a los genocidas sentados mientras eran juzgados y condenados. Siempre sostuvo la foto de su padre. Hace una semana, en un festival, colocó esa fotografía en el atril y bailó. “Si creen los genocidas que una hace esto llorando, llena de odio, están equivocados”, dice mientras recuerda ese momento. “Total ellos están presos y mientras ellos estén presos yo voy a bailar”.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar