Dónde está Tehuel: un juicio que muestra el desamparo trans
/Por María Eugenia Ludueña para Punto de Encuentro - ElDiarioAr.com
Una de las personas que podría ayudar a responder la pregunta “¿Dónde está Tehuel?” se sentó durante siete largas audiencias frente al Tribunal Oral en lo Criminal Nº2 de La Plata, con el rostro inexpresivo y distante, hundido en el silencio. A Luis Alberto Ramos (39) se lo acusa por la muerte de Tehuel de la Torre: homicidio agravado por odio a la identidad de género, dice el expediente.
El 11 de marzo de 2021 a Tehuel, un joven trans que estaba a días de cumplir 22 años, fue a encontrarse con Ramos. Le había ofrecido hacer una changa como mozo en una fiesta. Así lo contaron su novia y su hermana en el juicio que empezó el 15 de julio y tendrá sentencia el 30 de agosto.
En sus alegatos, la Fiscalía, a cargo de Juan Pablo Caniggia, consideró probado que entre las 21 del 11 de marzo y las 4:33 del 12, en la casa de Ramos en Alejandro Korn, él y Oscar Montes (que tendrá un juicio por jurado) “causaron intencionalmente la muerte de Tehuel De La Torre motivados por el odio a su identidad de género y orientación sexual, utilizando métodos aún no determinados”. La querella que representa a la madre de Tehuel, Norma Nahuelcura, también. Pidieron la pena máxima, prisión perpetua, y medidas de reparación comunitaria, para que el proceso tenga impacto más allá de una condena penal. Y para que, como dijo su madre “no haya más Tehueles”.
El crucifijo y la bandera trans
Los jueces Claudio Joaquin Bernard (presidente del Tribunal) y Ramiro Fernández Lorenz, y la jueza Silvia Hoerr escucharon a más de 60 testigues desde el estrado, elevado sobre una tarima. Detrás, un gran crucifijo se destacaba sobre un telón de terciopelo rosa, empalidecido con los años. La elevación del estrado por momentos también se notó en el tono de algunas preguntas.
Una de las tantas expectativas del proceso oral y público fue en qué medida la Justicia puede responder desde un enfoque con perspectiva de género que no implique sólo sancionar, sino acompañar, prevenir, dar respuestas judiciales a violencias patriarcales, y aplicar agravantes para generar políticas preventivas e incluyentes.
Quizá para recordárselo, sobre una silla en el sector del público se desplegó una bandera del orgullo trans. Relucía en medio de les activistas, las madres de otras víctimas de violencias, familiares, funcionarias -varias del Ministerio de Mujeres y diversidades de la provincia de Buenos Aires, que desde el inicio acompañó la búsqueda, planteó que debía enfocarse en relación a su identidad trans, tomó medidas de acompañamiento-, y algunes periodistas.
Qué dijeron les testigues
En las audiencias Ramos no emitió palabra. Su único testimonio fue durante la instrucción y a raíz de sus contradicciones -como decir que había visto a Tehuel por la tarde cuando una foto lo muestra esa noche con él y Montes- quedó detenido. Su defensa tampoco convocó a testigues. Nadie declaró a su favor, ni sus familiares que contaron que aunque hacía años no lo veían, cuando la policía lo buscaba, fue a verlos a Dock Sud. Allí le robó la medicación psiquiátrica a su tío (“¡con lo que costaba conseguirla!”, lamentaba la declarante), el carnet de discapacidad, y amenazó a su prima con un cuchillo para no dijera a los uniformados que lo buscaban que estaba ahí.
Cuatro testigues, entre elles la novia de Tehuel, y una ex pareja de Ramos, pidieron declarar sin que estuviera presente. Su presencia les infundía miedo y temor a represalias. Entonces Ramos fue llevado a un cuarto desde donde los escuchó sin verlos. Sin embargo, el tribunal no concedió este deseo a todes les testigues que lo pidieron, y en cada caso pidió explicaciones.
La mamá, primera en declarar, recordó que a los 12 años Tehuel la llamó y le dijo que le gustaban las chicas. Después contó acerca de la transición de género en la adolescencia: dijo que siempre lo aceptó aunque no puede evitar tratarlo con el pronombre femenino. Resaltó que la situación económica de Tehuel era mala. “Tehuel no tenía trabajo, no conseguía. Hacía changas”, dijo Norma en un relato que siguió nutriendo su novia y retrata cómo es ser una masculinidad trans joven, pobre y conurbana. La situación económica que preocupaba a Tehuel se mencionó en otros testimonios y también que Ramos le prestaba plata para ayudarlo.
La novia de Tehuel tenía 17 años en 2021 y llevaban dos años juntos. Ella había dejado la escuela cuando quedó embarazada, Tehuel abandonó los estudios en tercer año. Ella tiene un hijo pequeño que en ese momento empezaba el jardín. Lo criaban juntos. El dinero era una preocupación y una incógnita. Ella cocinaba rosquitas y bolas de fraile, él salía a venderlas en bicicleta. “Si no vendíamos, no comíamos”. Tehuel buscaba trabajo pero no conseguía. “Le decían que no lo querían tomar porque era un chico trans. Se podía arrepentir y quedar embarazada”.
Tehuel, contó, conoció a Ramos en marchas, “en una agrupación, el MST” (Movimiento Socialista de los Trabajadores). A ella le caía mal Ramos por cosas que le había contado Tehuel. Una ex pareja de Ramos relató una paliza feroz que la hizo perder un embarazo y un abuso sexual de Ramos a su hijito. Su durísimo relato no contó con la asistencia de una psicóloga. Una ex compañera de militancia de Ramos recordó que acosaba a las chicas, prometía cosas que no podía cumplir, era un transa y había sido expulsado de la organización.
Una testigo que tenía una relación con Ramos se contradijo y parecía no recordar nada de lo que había dicho en 2021, quedó aprehendida 24 horas por falso testimonio. Fue procesada, liberada y se le abrió una causa por considerar que sabe más. Afrontará un juicio. Quienes la escucharon aseguran que tiene datos cruciales para responder a Dónde está Tehuel.
A algunes testigues la escena judicial les resultaba intimidante. Entre ellos, a personas del barrio de Ramos que no conocían a Tehuel más que de haberlo visto junto a él aquel último día. A veces el tribunal debía reformular sus preguntas, y otras las respuestas incluían tonos o palabras que a los jueces les quedaban demasiado lejos.
A días de la sentencia, Flavia Centurión, la abogada de la querella desde hace un año dice: “Estamos convencidos de que quedó probado el homicidio como el agravante”. Al equipo se sumaron Cristian González, Pilar Rodríguez Genin y María Dolores Amaya. “También el desamparo, la ausencia de políticas públicas, la falta de acceso a la justicia. En un primer momento se buscó a Tehuel como una mujer, no se quiso tomar la denuncia en la primera instancia, se perdieron horas cruciales y faltó contención a la familia en los primeros momentos. Es decir, faltó el Estado”, explica Centurión, abogada feminista que se acercó a la causa a partir de Orgullo y Lucha.
“Los testimonios dejaron claro que el anhelo de Tehuel era laburar para sostener a la familia que había elegido. Nadie le daba trabajo. Es representativo y el colectivo LGBT sabe lo difícil que es ser una persona no binaria con acceso real a derechos”, dice la abogada.
“Tehuel fue víctima de la cisnorma. Estaba luchando por ser reconocido. Encuentra barreras. Tehuel estaba expuesto a lobos, donde se le fue la vida”, dijo un perito. En el alegato la fiscalía planteó que existía una relación asimétrica entre Tehuel y Ramos -que también vivía en un barrio humilde-. La víctima veía en Ramos un referente que lo ayudaba. Ramos se mostraba amigo de Tehuel, pero cuando no estaba con él, se burlaba de su identidad y lo leía como mujer. “No le gustaba que los hombres estén con los hombres y las mujeres con las mujeres, le daba bronca”, contó una ex pareja de Ramos.
A pesar de decirse amigo, el juicio demostró que Ramos jamás ayudó a la búsqueda e intentó evadir a la Justicia. Rastros de sangre y ADN, las antenas de los celulares, la foto, los datos extraidos de los teléfonos secuestrados, junto con quienes vieron a Tehuel en compañía de Ramos por última vez, “constituyen una base sólida para acreditar el homicidio, la acumulación de estas pruebas nos lleva a una conclusión lógica e inevitable, Tehuel fue asesinado por Luis Ramos”.
Dónde está Tehuel
Rodeado de custodios del Servicio Penitenciario Bonaerense, junto a su defensora, Natalia Argenti, y frente a un vasito descartable donde le servían agua, la mirada perdida de Ramos nunca se encontró con la de la madre de Tehuel, aunque ella muchas veces quedó frente al acusado.
Sentada detrás de la querella, en cada jornada Norma usó la pechera con la cara sonriente de su hijo y la inscripción Dónde está Tehuel, un sintagma ya desprendido de los signos de interrogación, como una afirmación de que nos falta, o un grito que habrá que repetir con persistencia para que efectivamente alguna vez se revele de algún modo qué pasó con él. Esa pechera con la cara sonriente del joven trans la llevaron también en cada audiencia activistas e integrantes de la Comisión de Familiares y Amigues de Tehuel. En esa imagen Tehuel sonríe bajo la gorrita y se adivina la campera celeste y roja que se convirtió en una prueba y tantas veces se mencionó en el juicio como el trozo de tela chamuscada.
Dentro del tribunal se buscaba al asesino. Afuera del tribunal, se buscaba a Tehuel. Carteles, banderas trans y del Orgullo LGBT, imágenes y reclamos de Dónde está, cubrían la reja a lo largo de la calle. Activistas y organizaciones acompañaron cada audiencia hasta que al terminar, les abogades de la querella compartían lo más relevante del día. La calle esperaba con radio abierta, actividades culturales, olla popular. Y la convicción de que el juicio, que tenía fecha tentativa para agosto de 2027 y logró hacerse a partir de la presión del activismo, es un triunfo político en un momento en que la agenda de derechos humanos del Estado argentino retrocede.
Primer juicio por transhomicidio
Florencia Guimaraes, activista travesti, integra del Frente Nacional Orgullo y Lucha, que reúne a agrupaciones LGBT+ y acompañó el juicio junto a organizaciones como la Comisión de familiares y amigues.
“Es el primer juicio donde se nombra la figura de transhomicidio y se visibilizan las violencias que atraviesan las transmasculinidades”. Guimaraes recuerda que durante años, a pedido de Lohana Berkins, se trabajó en los talleres de travestis y trans de los Encuentros Nacionales de Mujeres en ponerle nombre a los crímenes contra estos colectivos.
“Lohana insistía en que seamos nosotres quienes pongamos nombre a esas violencias y muertes evitables jóvenes. Tras años y luchas, la figura del travesticidio/transfemicidio cobró fuerza a partir del travesticidio de Diana Sacayan”. En 2018 por primera vez se condenó utilizando ese agravante.
“Con este juicio estamos instalando una nueva figura que lamentablemente tiene que ver con la desaparición y el asesinato de Tehuel, ante una justicia que sigue criminalizando nuestras existencias”.
El activismo considera que la actitud del equipo de Fiscalía, (que no instruyó la causa), fue receptivo al abordaje del transhomicidio.
Medidas de reparación comunitaria
“El crimen de odio se caracteriza porque interesa menos la individualidad de la víctima y más la pertenencia a un grupo o colectivo odiado: es más grave porque implica un mensaje amenazador a todos los integrantes”, explica el jurista y criminólogo Eugenio Raúl Zaffaroni.
En su alegato la querella y fiscalía pidieron medidas reparatorias en común. Al Estado provincial, un protocolo eficiente y con perspectiva de DDHH para personas desaparecidas del colectivo y mujeres en situación de violencia de género. Algunes esperan que lleve el nombre de Tehuel.
También pidieron la declaración de emergencia del colectivo travesti trans. La querella sumó un tercer ítem: lograr la efectiva implementación del cupo laboral travesti trans, aprobado tres meses después de la desaparición de Tehuel, exhortando a los tres poderes del estado provincial a cumplir la Ley Diana Sacayan Lohana Berkins de cupo laboral.
Por qué el padre de Tehuel no declaró
Tehuel tenía diez hermanes, entre elles una melliza, Aylen. Su madre y su padre, Andrés, tuvieron cinco hijos. Andrés tiene 70 años y vive en José León Suárez. Norma en San Vicente, en la casa donde vivía Tehuel con su novia y el hijito de ella, y un hermano. Norma y Andrés se habían separado cuando Tehuel tenía dos años y medio, y él había vivido la mayor parte de su vida con el papá. El año anterior a su desaparición se había ido a lo de Norma.
El padre de Tehuel estaba citado y eligió no asistir. Al igual que uno de sus hermanos. “No fui al juicio. No iba a tolerar mentiras e injusticias. Qué me importa el juicio si no sé donde está Tehuel, qué le hicieron. Es un fracaso del Poder Judicial. No me importa la condena. Me importa encontrar a Tehuel”, dice Andrés con bronca. Cree que su hijo puede estar vivo, en manos de una red de trata.
Durante 30 años fue remisero. “Dejé para buscar a Tehuel”. Está en su casa, relata, porque en el camino se le rompió el auto. “Me comí una piedra entre Bariloche y Jacobacci, lo estoy arreglando. En enero salí para San Juan”. Siguió por Mendoza, San Luis, parte de Córdoba. Volvió y salió por la provincia de Buenos Aires, Río Negro, Neuquén.
Andrés recuerda que a Tehuel le gustaba la mecánica. “Lo tenía de ayudante, levantaba el capot y se ponía ahí. Le gustaba el fútbol, salir de fiesta. Estuvo acá hasta los 18, después se puso en pareja. Un conocido le iba a dar un terreno para hacer su casita, me dijo. Pero al final se fue a lo de su progenitora”.
Andrés nunca fue a una marcha por Tehuel, “ni a ningún corte de calle”. No es el único de esa rama de la familia enojado “con los derechos humanos, los mando a pasear”.
-¿Cree que Tehuel vive?
-Sí, desde el primer momento.
“Hasta que me muestren algo, mi hermana vive”, dice su melliza, Aylen. “No quisieron buscarla viva”.
Andrés y Aylén aún hablan de Tehuel en presente, también con un pronombre femenino.
-Tehuel es lesbiana y le gustan las mujeres, pero hicieron un bollo con eso. Cómo voy a mentir sobre mi hija.
-Se preocuparon más por un género que por buscar a mi hermana -agrega Aylén-. No me interesa eso sino mi hermanita. Salieron con esa gilada, nada que ver. Mi media naranja, mi flaquita. La vamos a seguir buscando hasta el final de los días.
Andrés sabe que existen pruebas que incriminan a Ramos. Hay cosas en el expediente lo hacen dudar. “No se sabe, no soy tan necio. Por algo no hablan los presos, si dicen que se lo dieron a la trata los matan ahí adentro. ¿Hay gente presa por trata? No. Igual que pasó con Loan, pobre nenito. Ya se olvidaron, igual que con Tehuel”.
Sin testigues trans
Una de las quejas del activismo fue que en este juicio no hubo declaraciones de testigues trans que pudieran explicar el contexto, como lo hizo la activista muxe Amaranta Gómez Regalado cuando se juzgó el travesticidio de Diana Sacayán y dio una clase al tribunal acerca de la violencia estructural que sufren trans y travestis en América Latina, donde se habla de un promedio de vida de 35 a 40 años. O Marlene Wayar cuando declaró ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el transfemicidio de Vicki Hernandez en Honduras.
Fuentes judiciales explicaron que el rechazo pudo deberse a dos factores: que la propuesta se haya hecho de forma extemporánea y luego el tribunal no lo admitió. Uno de los argumentos fue que no eran relevantes, porque la cuestión de fondo tenía que ver con el homicidio por esa condición. Algo que el activismo siguió reclamando. Porque en los crímenes de odio el contexto no es un detalle.
“El juicio deja en evidencia que las masculinidades trans, expresiones de la masculinidad no cis heterohegemónica, estamos en una situación de vulnerabilidad históricamente opacada. Quedó a la luz que nuestras historias están atravesadas por gran vulneración de derechos, entre ellos, la real oportunidad de vivir vidas dignas, libres de violencia y de transodio”, explica Ian Rubey, varón trans e integrante del Frente Orgullo y Lucha.
Rubey explica: “Era muy importante que hubiera varones trans en el juicio y explicaran las vulneraciones que transitan. Eso hubiera podido marcar un precedente en un juicio histórico, de la necesidad que tenemos de que exista información sobre las masculinidades trans, sus vivencias y situación de derechos”.
En un festival que se realizó frente a los tribunales platenses en la última audiencia, la de alegatos, para acompañar el juicio, transmasculinidades y travos, entre ellos, Say Sacayan, hermano de Diana, también reclamaron que no fueron escuchados.
Dónde está Tehuel
A pesar de que Argentina aportó mucho a la construcción conceptual y jurídica de la desaparición, en el caso de Tehuel, la pregunta sigue abierta. La búsqueda no fue eficiente ni enfocada. La querella y la Fiscalía consideran que además del homicidio, Ramos es responsable de ocultar el cuerpo.
“El juicio visibilizó esta falta de herramientas para la búsqueda de personas LGBT. Vio los obstáculos y negligencias de la investigación. El Estado es responsable de no tener las herramientas para salvaguardar la vida de alguien que desaparece”, dijo Centurión. A sabiendas de que la búsqueda en teoría sigue, pero “está paralizada desde hace un año”. “Con un protocolo con personal capacitado quizás hubiéramos encontrado a Tehuel”.
“La búsqueda del cadáver seguirá siendo un deber del Estado, pero en nada incide en la prosecución de la causa y en la condena”, dice Zaffaroni.
En su alegato, el equipo de Caniggia citó otros antecedentes de condenas sin hallazgo del cuerpo, como los juicios a las víctimas del Terrorismo de Estado, o el caso de Miguel Bru, estudiante asesinado en la comisaría 9na de La Plata en 1990 y aun desaparecido. Rosa, su mamá, estuvo en el juicio y acompañó a Norma una marcha tras la última audiencia. Junto a otras madres de víctimas de violencias y en el aniversario de otra desaparición, la de Johana Ramallo, caminaron por La Plata hasta Tribunales federales para pedir Justicia. Allí estaban Marta, la madre de Joanna; Victoria, la madre de Melody Barrera, joven trans asesinada en Mendoza; Mabel, hermana de Sofía Hernández, asesinada en una comisaría de Derqui, Higui de Jesús; Marta, madre de Lucía Pérez y familiares de víctimas de violencias patriarcales.
Esa red tejida entre los activismos, las madres y familiares, le puso una impronta y una potencia al juicio en especial a la última audiencia y a los preparativos para el día de la sentencia, donde también habrá un festival de abrazo colectivo frente al Tribunal.
Norma sigue agradecida por “el acompañamiento que me da fuerza para seguir. Las dos semanas del juicio fueron muy duras. Están las pruebas. Quiero que sea importante la condena. Tengo fe”. Ya repitió varias veces: “No quiero que haya más Tehueles, nunca más”.