La lucha por una prensa digna

El acceso a la comunicación y la información es un derecho que todo ser humano posee. Dicho de esta manera, se torna indispensable caracterizar a los medios de comunicación como servicios públicos que aporten al bienestar social. Medios diversos que elaboren la información desde perspectivas o enfoques independientes. Es decir, servicios de comunicación públicos, dialógicos y variados que marquen otro lado de las cosas, otra mirada, otra voz, otra posición desde la cual relatar la información. Es en esta variedad donde se encuentra el derecho de las personas a acceder a diferentes versiones de los hechos a partir de las cuales formar su propio criterio. Versiones subjetivas, propias, con argumentos sólidos y completas.

A pesar de ello, desde el origen de la prensa, la idea de objetividad o de “periodismo objetivo” fue marcándose como meta a alcanzar en todo medio. En consecuencia, muchos de los grandes almacenes de información tendieron a señalar dicotomías y a expresar las posiciones antagónicas de los hechos. Una especie de estructura en la cual se expresaban dos voces que competían entre sí en el relato de los acontecimientos.

Con el paso de los años, la crisis del pensamiento moderno y el avance de la democracia, se hizo posible entender que lo que se conocía como “objetividad”, es decir la expresión de los hechos, las cosas o los objetos tal cuales son, no existía. Todo provenía del sujeto. Y la prensa no estaba exenta de esto.

Sin embargo, actualmente muchos de los grandes medios comprenden que esta estructura de antagonismos y contradicciones de voces informantes funcionan como una estrategia de captación de consumidores. Una estructura que responde a lo que el público está acostumbrado: el cliché de la competencia entre los extremos, blanco o negro, frío o caliente, bueno o malo. Y es aquí donde el periodismo encuentra su peor vicio: hacer del oficio un negocio. Vicio que lleva a la falta de ética, de moral, de sentido común y alimenta el morbo, la extimidad, el consumismo y la marginalidad.

En relación a esto Julio Grandjean, periodista de diario El Tribuno, comentó en comunicación con La Palta “Sabemos que es muy importante el periodismo objetivo, pero no deja de ser una definición romántica. Es muy difícil lograr la objetividad absoluta. Desde el mismo momento en que, en una página de un diario, vos ponés una noticia con más centimetraje que otra, ahí estás siendo subjetivo de alguna manera”. Además Julio manifestó “Creo en el periodismo honesto. En el periodismo de ideas. En el periodismo en el que la información que llega al público le sirva precisamente para analizarla, sacar sus conclusiones y tener varias perspectivas de la realidad”.

En este contexto, muchos periodistas se encuentran ahogados por las presiones y los entornos de sus patronales. “Una vez un reconocido periodista de un medio hegemónico de Buenos Aires me dijo: ‘en el medio donde trabajo hay muchos que tienen la misma línea de pensamiento que yo, un poco diferente a la que ese medio divulga, pero lamentablemente no tienen la entidad como yo de decirlo porque ponen en riesgo su fuente de trabajo’. Si esto ocurre en un medio hegemónico de Buenos Aires, ¿qué podemos esperar en Tucumán?”. Grandjean actualmente lucha junto a sus compañeros de trabajo de el diario El Tribuno por obtener mejores condiciones laborales y sueldos al día, como ya se contó en notas anteriores.

En relación a este tema, el colectivo de comunicación popular La Palta realizó un reporte para el Informativo FARCo relatando la precarización laboral de la prensa en Tucumán:

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Javier Sadir

jsadir@colectivolapalta.com.ar