El circo del derroche
/Un défi pour ceux qui partent. Du rêve pour ceux qui restent. “Un desafío para aquellos que parten. Un sueño para quienes se quedan”. Así rezaba el slogan con que Thierry Sabine describía la flamante competición que fundara allá por 1978. Un año antes, luego de haberse perdido con su moto por el desierto de Libia, regresó a París deslumbrado por los paisajes exóticos que había conocido y obsesionado con la idea de organizar una carrera que uniera su país con el continente africano. En el año 86, Sabine falleció al caer el helicóptero en el que viajaba en el marco del rally convirtiéndose, paradójicamente, en una más de las víctimas mortales de una competencia que ya se ha cobrado la vida de más de 60 personas (según las cifras oficiales).
Desde su primera edición hasta la fecha, la historia del Rally París-Dakar (que pronto se desligó de la capital parisina para llamarse sólo ‘Dakar’) ha sido la de la competencia de grandes marcas del automovilismo y la gloria de grandes individualidades del mundo de los deportes de motor, frente al daño ecológico de los territorios que le sirven de escenario y en detrimento de las comunidades que habitan allí. El año 2008 marcó el fin de una etapa y el comienzo de otra: argumentando amenazas terroristas, los organizadores decidieron suspender la competencia para reinaugurarla en Sudamérica en 2009. Desde entonces, Argentina, junto con Chile y Bolivia actualmente, forma parte del recorrido y verano a verano se renueva la polémica que históricamente ha generado esta controvertida competencia.
Toma y Dakar: el beneficio de unos pocos
Según Freddy Carbonel, miembro del grupo ecologista tucumano PRO-ECO, el cambio de escenario del megaevento responde a una política colonialista de imposición consentida por los gobiernos locales. “Ellos (la organización del Dakar) buscan los lugares en donde puedan ser bancados con su circo: es un circo del derroche, por donde se lo vea. Es un producto neocolonial, neoliberal, totalmente capitalista, que se lleva puesto todo: territorios, personas, y muchas conciencias también, o muchas sensibilidades”, explica.
Desde una mirada ecologista, el Dakar es nocivo para el planeta entero, independientemente del lugar en donde se realice. “Nosotros como ecologistas estamos en contra del Dakar por una cuestión de principios: es la representación de lo que se llama ‘extractivismo’, representado por la megaminería, la extracción de petróleo desmedida, la fractura hidráulica o ‘fracking’, los negocios con la soja y todos los transgénicos. En un contexto de crisis climática global, que es una producción antrópica, es decir, producida por el hombre, no podemos estar propiciando una pérdida energética de semejantes dimensiones. Un solo coche de esos consume enormemente, imaginate un camión… Sin medir los impactos sociales y ambientales, que son muchos”, asegura Freddy.
En cuanto a las acciones que, según el sitio web oficial de la competencia, se realizan para la protección del medio ambiente, de ser ciertas, no constituyen sino formas de resarcimiento, como la política de compensación económica del carbono. “A lo mejor es verdad lo que dicen de la cuestión ambiental, pero siempre es una imposición: ‘Yo hago daño acá pero pongo una reforestación en la Patagonia’, con eso ya están compensando. Siempre beneficencia, son las migajas”, opina Carbonel. Lo cierto es que se están violando leyes ambientales que exigen, por ejemplo, la realización de audiencias públicas y la presentación de informes de impacto ambiental. Estas instancias son a menudo pasadas por alto en pos de otros intereses, “porque dicen que traen beneficios económicos, mano de obra, o, como en este caso, porque atrae el turismo. La autoridad que debería controlarlo está sometida, entonces el informe del impacto ambiental pasa a ser un mero estudio que no lee nadie”.
Acción y conciencia
Este año, desde Córdoba, la Fundación para la Defensa del Ambiente (FUNAM), precedida por el biólogo Raúl Montenegro, logró mediante acciones legales que la Secretaría de Ambiente de esta provincia accediera a informar, a través de los medios masivos de comunicación, horarios y lugares del Dakar 2015. En efecto, si bien el recorrido general de la carrera está anunciado oficialmente, los detalles sólo se conocen con algunas horas de anticipación para aumentar la dificultad de los aventureros. La nueva medida permitiría saber, con suficiente antelación, la ruta de los corredores para evitar accidentes, como el ocurrido contra un trabajador rural, hace algunos años en Catamarca.
Sin embargo, esta buena noticia no es más que un paliativo, si se tiene en cuenta que se trata de una compleja problemática socioambiental cuya solución debería empezar por una toma de conciencia de parte de la sociedad que, bombardeada por los medios hegemónicos, avala estos ‘espectáculos’. “Nosotros hemos comprobado que muchos movimientos contra la megaminería que han surgido porque se le estaba por instalar una minera encima, esa misma gente es la que adhiere al Dakar”, cuenta Freddy y agrega, marcando la diferencia: “Nosotros no. Somos ecologistas, intentamos defender la naturaleza por amor, no por espanto. Yo me hice ecologista no por la tala del cerro de mi Tafí Viejo, sino por el basurero nuclear que iban a instalar en el sur del país. Yo cuando veo esos autos indefectiblemente me veo el territorio. Como ecologista, caminante, amante de la naturaleza, yo paso por esos lugares y veo el daño”. Mediante un comunicado publicado su página de Facebook, esta agrupación invita a “no ser parte de la sociedad Dakar”.
Por otro lado, PRO-ECO, en conjunto con otras agrupaciones ecologistas de la zona, se propone llevar a cabo acciones concretas para expresar su descontento por los enormes daños que ocasiona este rally. “El año pasado en donde hubo conflictos o manifestaciones públicas dejaron de circular, como en Tucumán, (pequeña pero hubo), y lo que pasó en Jujuy, con las comunidades originarias en Rumi Cruz aunque ellos se manifestaron no por el Dakar en sí, sino porque no se les había consultado. En Tucumán ya no circulan, no hay competencia. En Jujuy, no pasaron. Es como si se evitaran los lugares donde hubo conflicto”, opina Carbonel, en tono esperanzado. Considera que es posible que en los últimos años, cierta mirada crítica haya comenzado a aflorar, cuestionando el despilfarro consumista, invasivo y dañino que representa el Dakar. Aunque incipiente, este despertar de la conciencia constituye una razón más para no bajar los brazos y levantar la voz. “Estamos entregando nuestro territorio: la naturaleza y en lo cultural también. Es una violación, un ultraje, una imposición. Ojalá tengamos la sensibilidad suficiente para no permitir que siga sucediendo esto.”