Nazis por aquí, nazis por allá

El abuelito nazi

En pocos días Chile elegirá un nuevo presidente y las cosas parecen bastante claras. La pulverización de la representación política en Chile registró a mediados de noviembre guarismos electorales graciosamente similares a los de la Argentina de 2003: 5 candidatos entre los 27 y los 13 puntos porcentuales. Otra sospechosa similitud es que, aparentemente, y como sucedió en Argentina, la población se decantará por un señor de apellido alemán. Una de las diferencias es que el resultado final augura un giro en la dirección del Estado opuesta a la que vivimos hace 22 años con la llegada al poder de Néstor Kirchner. Es que José Antonio Kast, que ocupó la segunda posición con casi el 24% de los votos, tiene, además de un apellido muy alemán, las de ganar en el ballotage que se realizará el 14 de diciembre en el hermano país y unas ideas bastante alejadas a lo que, no sin polémica, podría denominarse “progresismo”. 

El muchacho alemán (no el nuestro, el de ellos)  tiene, además, un simpático árbol genealógico que incluye un familiar muy lejano (el padre) con un pasado en el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) popularmente conocido como Partido Nazi. Según su hijo,  ―“la boca se te haga a un lao”  ― el pobre Michael Kast, fue obligado a afiliarse al NSDAP en 1942 cuando tenía 18 años. Lo raro es que en 1942 eran pocos los bávaros (justo son bávaros, dejame sospechar), como los Kast, que no estaban unidos al régimen del tío Adolfo por obligación. 

Aun así, escuchamos pero no juzgamos, si José Antonio dice que no son nazis, ¿por qué sospecharíamos? Además, uno no es responsable de las afinidades políticas de sus progenitores. Que su discurso esté dirigido a expulsar, sin más, a 330.000 migrantes que se encuentran en situación de irregularidad al grito de: “Quedan 133 días para que asuma un nuevo Gobierno, 133 días es lo que tienen los migrantes irregulares para partir y dejar nuestra patria”; o un mucho más sosegado “Les vamos a quitar los beneficios en salud, vivienda y educación a los inmigrantes irregulares que estén en Chile”, no tendría por qué indicar una pertenencia a un partido racista. Tampoco el hecho de quepara sostener su rechazo al acceso al aborto como un derecho se tome fotos junto a una mujer que sostiene un cartel que reza (nunca mejor usado el verbo) “Madre de dos angelitos, uno por violación”;  ni aun sus posiciones conservadoras respecto de la “familia tradicional” (tiene 9 hijos, ¡9!) relegue a la mujer a posiciones arcaicas. Nada de esto puede llevarnos a pensar que adhiere a ideologías extremas. Mucho menos su afinidad culposa con la dictadura militar de corte fascista ("Pinochet votaría por mí, es evidente") podría asociarlo a las peores experiencias políticas del siglo XX. El fruto no cae lejos del árbol

¿Qué pasa entonces con la elección? En principio el tercer candidato, el “apolítico” Franco Parisi (20% de los votos) no llamó a votar por nadie (ni de izquierdas ni de derechas: de derechas), pero el cuarto, Johannes Führer (fe de erratas: donde dice Führer va Kaiser), con el 14% de los votos, ya convocó a sus seguidores a votar por su camarada Kast. Lo mismo hizo la candidata en quinto lugar, Evelyn Rose Matthei Fornet (nunca un nombre cristiano) que, siendo la heredera del extinto ex presidente de LAN Chile (y, ya que estaba, del país), Sebastián Piñera, se alzó con el 12.5% de los votos. Así, una suma rápida le daría más del 50% de los votos para la derecha.. 

Pero bueno, las chilenas y chilenos tienen unos días para pensar si siguen el exitoso modelo de Javier Milei o Bolsonaro o la continuidad de un deslucido gobierno de Boric en manos de la Comunista Jeannette Jara que alcanzó el primer lugar con poco menos del 27%.

2. La rama nazi republicana

Cambiando de tema (o no), la interna del Partido Republicano que gobierna Estados Unidos está escalando para un mal lugar. El lobbysta de la ultraderecha norteamericana Tucker Carlson entrevistó hace unas semanas a Nik Fuentes (uno para incluir a la lista de nombres sospechosos de narco sólo por combinar nombre anglosajón con apellido latino a lo Fred Machado): un joven influencer republicano, referente de un grupo ultra conservador, supremacista y antisemita, los “Groypers”, y miembro del movimiento MAGA (Make American Great Again) que conduce Donald Trump. La entrevista ya alcanzó 6.500.000 visualizaciones y fue multiplicada por los medios tradicionales y redes sociales convirtiendo al bueno de Nik en un rockstar con capirote blanco. 

¿Qué distingue a Nik del resto de la fachosfera? Uno de los elementos distintivos es que rompe todo resquicio de contención de los impulsos fascistas más retrógrados y expresa abiertamente un antisemitismo abierto y ramplón, una reivindicación directa a Hitler y un racismo frontal. Si nos parecía que nadie podía superar en fascismo a Agustín Laje, Nicolás Márquez o el Gordo Dan, Nik se pone la 10 y nos tira con todo el odio contenido por décadas, cuando la corrección política todavía se tenía en cuenta a la hora de convocar a los centros políticos. Muerto el centro se multiplicó la rabia.
Para Fuentes, el mayor peligro para Estados Unidos . es la comunidad judía organizada: “América, por lo que vale, fue fundada por cristianos blancos. No fue fundada por judíos. No fue fundada por judeocristianos.El cristianismo es la religión de esta Nación. Ni el judaísmo, ni el Talmud, ni esas cosas”. Además de estas sesudas declaraciones, pidió una "guerra santa" contra los judíos y comparólos 6 millones de muertos por los nazis con galletas horneadas

Por otra parte, dijo reconocerse parte de la tendencia incel (célibes involuntarios), razón por la cual destila odio hacia las mujeres y pretende devolverlas al lugar de absoluta subyugación que tuvieron durante siglos. Sueña con tener una novia de 16 años cuando él cumpla 30: "Justo cuando la leche esté buena, quiero empezar a beberla”. Un personaje grotesco, muy consonante con nuestro Nik Márquez (debe haber algo en la coincidencia de nombres), el biógrafo de Milei sobre quien pesa una denuncia por abuso sexual de su propia hija, realizada por la madre de la menor.

Pero el bueno de Nik, (el de allá, no el de acá, pero también) no se conforma con mujeres y judíos, es obvio que no podían faltar los negros y negras en su ecuación de odio. “¿Vale la pena arriesgar tu vida? Para mí es fácil: ¡no!, me gusta estar vivo, no me gusta tener cuchillos clavados en la garganta, así que no me acerco a personas negras…Hay muchas personas negras que no son violentas pero yo no voy a tentar a la suerte, no voy a jugar a los dados con mi vida y si me equivoco prefiero estar vivo, prefiero ser racista que estar muerto”. Un poeta.

Ustedes dirán: “estos tipos no pueden tener relevancia política”. Bueno, la tienen:en Argentina, entre perro fantasma y perro fantasma, Nik Marquez y Agustín Laje le susurran al oído al presidente, y se reúnen con Trump en Mar-a-lago a cenar con el presidente más influyente del mundo. 

3. El judío nazi

El primer monstruo israelí (fe de erratas, donde dice “monstruo” va “Ministro”), Benjamín Netanyahu, ha tenido la deferencia de solicitar al presidente de su país, Isaac Herzog, que indulte a un ciudadano común. Este sujeto, bien intencionado ha tenido pequeños problemas con la justicia y por eso tuvo que iniciar un pequeño genocidio. O sea: pidió que lo indulte a él, a Netanyahu. 

Lo divertido del tema es que al presidente israelí, que tiene sobre todo funciones diplomáticas, lo elige el Parlamento y luego el presidente elige al primer ministro, que es el que tiene las funciones de gestión y dirección de la política israelí. Es decir, en la práctica el presidente es una especie de testaferro legal del diputado que alcanza los apoyos en el Parlamento para designar al presidente que luego elegirá al primer ministro. Es lo que pasó entre Herzog y Netanyahu. #Datos.

Pero resulta que el bueno de Benja está siendo juzgado desde 2020 por delitos de aceptación de dádivas (de por lo menos 192.000 dólares), fraude y abuso o quiebra de la confianza pública, por lo que podría ser condenado hasta con 10 años de prisión pero logró que las audiencias fueran retrasadas por casi tres años. Ante el avance judicial a principios de 2023, al Benja se le ocurrió una reforma que quitaría del camino a los comedidos judiciales que se empeñaban en entablar contra él “una caza de brujas” y propuso, por ejemplo, que las sentencias del Tribunal Supremo pudieran ser revertidas por el Parlamento (donde, casualmente, el Benja campa a sus anchas). Resumiendo: por las enormes protestas, el proyecto fue retirado pero la inestabilidad prosiguió durante los siguientes meses y recién lograron acomodar el carro después de los ataques (sospechosamente sorpresivos) del 7 de octubre.   

Ahora sí, luego de dos años de ataques genocidas contra la población palestina y dejando al menos 67.000 muertos (según las fuentes oficiales gazatíes, aunque otros estudios, como el informe Albanese, hablan de alrededor de 680.000 asesinados), sumado a la escalada regional y los ataques a Líbano, Siria, Qatar e Irán (la supuesta potencia desestabilizadora de Medio Oriente), Benja cree que su servicio a la patria rebasa con creces aquellos pequeños errores de juventud. Ahora está dispuesto a ser indultado sólo porque “la finalización inmediata del juicio contribuirá en gran medida a calmar las tensiones y a promover la reconciliación general que nuestro país tanto necesita”. 

De narcos en barcos

Con el premio Fifa de la Paz (:0), Donald Trump avisó a Nicolás Maduro que debe dejar el poder en Venezuela en los primeros días de diciembre (todo muy liberal) o iniciará una invasión terrestre para detenerlo. Resulta que, según Donald, el autócrata venezolano (que prometió al mundo las actas de la última elección presidencial y el mundo se murió de esperar) es el jefazo del Cártel de los Soles. Se trata de una supuesta red de narcotráfico enquistada en los mandos militares y el funcionariado venezolano que pocos creen que exista como tal: o, al menos, las estadísticas de producción y/o de exportación de drogas desde Venezuela a Estados Unidos no acompañan la retórica trumpista de la seguridad nacional afectada por el narcotráfico venezolano. Sobre esto se monta el indulto prometido por Trump al narcotraficante hondureño (y, de paso, presidente del país)  Juan Orlando Hernández, quien cumple 45 años de condena en Estados Unidos por haber ayudado a cárteles narcos a ingresar al menos 400 toneladas de cocaína.

  La posibilidad de una guerra en el continente sudamericano implica una tragedia para la región, sobre todo teniendo en cuenta la dinámica de las invasiones estadounidenses de las últimas décadas que siguen un patrón muy marcado: desde el desarrollo de una excusa poco probable (tipo Irak tiene armas de destrucción masiva), pasando por la invasión, y terminando en el abandono del territorio dejándolo en peores condiciones (Irak y Afganistán). 

El gobierno de Maduro cuenta con poca legitimidad por el resultado electoral de 2024 que no convence a los veedores internacionales (especialmente al Centro Carter, que validó la mayoría de elecciones durante el chavismo hasta 2013), ni a históricos aliados como el Brasil de Lula o la Colombia de Petro. Sin embargo, la intromisión de una potencia extranjera con una excusa irrisoria pone en jaque al tambaleante sistema de equilibrios internacionales (ya muy cuestionado por la incapacidad de frenar el genocidio en Gaza) y de acuerdos mínimos sobre la soberanía de cada país, eso a lo que los europeos llaman “el orden mundial basado en reglas”, sí, reglas impuestas por las potencias con la perspectiva de no matarse entre sí mientras expolian a los países no desarrollados.

También pone en lugares complejos a otras potencias militares “aliadas” del país amenazado: China y Rusia ya expresaron su preocupación y se teme que un ataque a Venezuela pudiera escalar los conflictos entre las potencias. 

A estas horas el conflicto ya tiene al menos 80 víctimas fatales provenientes de los ataques sumarísimos a barcos en las costas de Venezuela y Colombia, ataques ilegales en toda la línea: si iban a las costas estadounidenses, ¿por qué no detenerlas o atacarlas en sus aguas? Existe también la amenaza de iniciar un ataque por tierra (Trump ya tiene al portaaviones Gerald Ford en aguas venezolanas) para quitar a Maduro del poder. Todo esto con el apoyo y la complicidad de la última premio Nobel de la Paz, Corina Machado, que está dispuesta a apoyar una invasión extranjera para resolver los problemas (para nada soslayables) de la política venezolana.