"Acá fue la pesadilla"

Fotografìas de Julio Pantoja

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El esfuerzo por recordar, por ser lo más precisos en el relato después de 37 años. El dolor de esos recuerdos. Revivirlos, repasarlos. Sentir que las marcas quedaron en el cuerpo y en el alma. “Allí viví el horror”, dijo Juana Rosa Peralta de Pedregoza. Juana declaró en la audiencia del viernes 8 de febrero. En aquella ocasión habló de los tres años que estuvo detenida, de cómo la golpearon sin importarles que se encontraba embarazada. De las secuelas con las que nació su hijo. De la desesperación por no saber si volvería a ver a su hija a la que había dejado con solo ocho meses. En esa declaración, Juana, dio un testimonio desgarrador. La descripción de las secuelas de su hijo que debido a las torturas recibidas nació a los seis meses y medio, conmocionó a los presentes. Esta vez, Juana Rosa Peralta, fue una de las testigos que participó del reconocimiento en las instalaciones de la actual Facultad de Educación Física. En lo que era la Escuela Universitaria de Educación Física (EUDEF), funcionó uno de los Centros Clandestinos de Detención (CCD) de la provincia. “Hoy he revivido el horror, la vez pasada en el juicio, también fue revivir, pero esto es más fuerte”, afirmó Juana una vez concluida la inspección ocular. “Fue una parte de mi vida, mi juventud que la han destruido. De esto uno no se olvida jamás”, continuó esta mujer que demostró una fortaleza inconmensurable. “Me sentía como muerta en vida”, dijo más de una vez y como dando explicaciones por su emoción agregó: “Primera vez que vuelvo después de 37 años de horror, acá fue la pesadilla”.

De esta inspección ocular también participó Francisco Rafael Díaz, al que todos llaman afectuosamente Don Díaz. Este hombre de 90 años declaró el 15 de febrero ante el tribunal. Desde iniciado el juicio, en noviembre del año pasado, asistió a todas las audiencias. Por casi dos meses esperaba afuera de la sala, hasta que por fin, después de prestar declaración, pudo empezar a presenciar el debate oral y público. El viernes pasado, indicó los espacios que recordaba. Fue otra oportunidad más en la que Don Díaz aportó todo lo que pudo para alcanzar la justicia. Francisco Rafael Díaz sigue buscando a sus dos hijos desaparecidos.

Ramón Brizuela y Ernestina Teresita Yackel fueron dos testigos más que participaron de la inspección ocular en EUDEF. Ambos testigos hablaron de su secuestro en las audiencias del mes de mayo. Contaron que estuvieron detenidos en este CCD y que luego fueron trasladados al que funcionaba en la ‘Colonia de menores’. Fue por esta razón que, tanto Brizuela como Teresita, debieron participar del reconocimiento en el Hogar Juvenil y Escuela de Aprendizaje General Belgrano, donde funcionara el CCD conocido como ‘Reformatorio’. Esta última inspección ocular se realizó en horas dela tarde. Para estos testigos, revivir la pesadilla (como lo describiese Juana Peralta), fue un doble esfuerzo en un mismo día. Un esfuerzo que poco y nada importó a algunos miembros de la defensa.

Si de falta de respeto se trata

Fotografìas de Julio Pantoja

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Aproximadamente a las 16.30 horas llegaron los jueces al edificio de avenida Francisco de Aguirre al 500. Después de dadas las precisiones de lo que debían hacer los testigos, el tribunal integrado por Gabriel Casas, Juan Carlos Reynaga y Hugo Cataldi se dispuso a escuchar los testimonios. Quienes participaron de esta inspección ocular, además de Teresita Yackel y Ramón Brizuela, fueron dos testigos que también declararon en audiencias pasadas y cuya identidad se preserva. Había llegado el momento de intentar reconocer e indicar esos lugares que describieron en aquellas declaraciones.

Los cuatro testigos afirmaron que el ingreso que recuerdan era un lugar con piso de tierra y ripio. “Yo tengo la sensación que no era este acceso, a mí me entraron y la escalera estaba a la derecha”, dijo BM apenas se empezó con el reconocimiento. “A mí me trajeron en un colectivo y me bajaron en un lugar con tierra”, describió Ramón Brizuela. “Desde arriba escuchábamos que abajo practicaban, los domingos, instrumentos de vientos”, agregó el testigo. “Antes de la escalera había un piso de tierra”, precisó OP. Luego de recorrer un poco el lugar se encontró otro ingreso que coincidía con las descripciones aportadas.

Y así, cada testigo fue tratando de reconocer esos espacios. Espacios que hoy se encuentran muy modificados y en los que, además, existe una obra que lleva tres años en proceso. Fiscales, abogados querellantes y los testigos mismos recorrieron el lugar buscando algún rastro de cañerías, imaginando cómo sería el lugar sin las paredes recientemente levantadas. Ubicando el espacio y la posición de cada 'ventiluz' que recordaban. Indicando dónde habría estado el tacho con agua sucia, llena de orín y excremento donde les practicaban la tortura llamada ‘submarino’. Escarbando en su memoria y en los más dolorosos recuerdos.

Después de casi una hora de recorrer este lugar, de romper a patadas una puerta y a golpes un candado, porque no se había previsto tener esos espacios disponibles para la inspección. Después de que el abogado defensor Benedicto Fernández insistiera en preguntarles a los testigos sobre los puntos cardinales, salió del salón. Minutos después volvió a ingresar e interrumpió la narración testimonial diciendo: “Esta defensa quiere denunciar que este no es el lugar donde ellos estuvieron, porque esta defensa sí investigó”. Así, dejando a todos atónitos, comenzó a levantar la voz y agregó: “Estoy impugnando esta investigación y estoy denunciando dónde es el lugar. O sea, este lugar no es. De acuerdo a las descripciones que ellos (los testigos) hicieron, es el hogar de niños que está a la par”. Y ya a los gritos, de manera prepotente intentando intimidar continuó, “Ahí es. Ahí van a poder ver los señores y lo van a reconocer inmediatamente. Es tal cual lo que dicen los testigos. Y denuncio la falta de respeto… esto está armado”. Ante estas últimas palabras quien presidiera el tribunal, el juez Gabriel Casas, le impidió continuar. “No se lo permito, esto es absolutamente veraz y realista. Justamente, no se prepara nada aquí. Esto es un acto espontaneo a la vista de todo el mundo, de la prensa, esto no es un acto oculto”.

El planteo de Benedicto Fernández, hermano y defensor particular de Juan Carlos Benedicto, fue apoyado por los defensores Julieta Jorrat y Facundo Maggio. Mostraron fotos que, según sostuvieron, demuestran que el lugar no es el que se estaba reconociendo, sino otro de los edificios que colinda con este y que sería donde funciona actualmente el Hogar San Benito. Cabe mencionar que tanto el Instituto de Menores Julio Argentino Roca, el Hogar San Benito y el Hogar General Belgrano son tres de las cuatro edificaciones que se encuentran dentro del que fuera el predio de lo que se conocía como la ‘Colonia de Menores’. Por tanto, es altamente posible que las edificaciones originales guarden mucha similitud.

Después de estos planteos, que según el fiscal ad hoc Patricio Rovira se trata de un acto de mala fe procesal, el tribunal decidió que el día viernes 13 de setiembre, en horas de la tarde, se realice la inspección ocular en el actual Hogar San Benito. De este nuevo reconocimiento participarán los mismos testigos que estuvieron en esta ocasión.

Según afirmó Valentina García Salemi, abogada querellante, este planteo no impugna ninguna investigación, sino que la profundiza. Lejos de desacreditar lo dicho por los testigos, ahora se podrá confirmar, con mayor precisión, el lugar donde estuvieron secuestrados, ya que el predio sigue siendo el mismo.

La necesidad de justicia

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Antes de que empezase la inspección ocular en lo que fuera el ‘Reformatorio’, el tribunal y las partes (defensas, fiscalía y querellas), tomaron una de las últimas declaraciones testimoniales restantes. Se trató del testigo víctima Santos Chaparro.

Don Santos declaró la última semana de mayo. Su testimonio debió ser interrumpido debido a un severo cuadro de hipertensión. Había detallado violaciones, había identificado a Zoilo Reyes. Había pedido continuar una y otra vez después de cada llanto desconsolado. Hasta que no pudo más. Pero su necesidad de verdad y de justicia fue más fuerte. Esta vez la audiencia se movilizó hasta su domicilio donde pudo terminar con su declaración interrumpida el jueves 30 de mayo.

El viernes pasado, a partir de las 15 h, pudo hablar de las torturas que vivió y las que presenció. “Son cosas terribles”, sostuvo. “A estos muchachos los agarraban de las uñas. No sé si con tenazas o qué. Pegaban un grito y se desmayaban”. Recordó la vez que vio como mutilaban los genitales de un muchacho “ese chico tendría unos 11 años”, dijo. Se refirió con agradecimiento a un gendarme al que llamaban ‘Carlitos’ y afirmó que “él era humano”.

Sobre el final de su declaración no pudo contener más el llanto. Desahogó con fuerza todo ese dolor que lo acompañará el resto de sus días. Que son parte de las secuelas con las que tuvo que aprender a vivir. Como la fractura que tiene en el pecho, producto de una patada recibida. Sobre este hecho en particular se refirió uno de los testigos que realizaba la inspección ocular en el Reformatorio. Este testigo describió cómo el torturador tomó impulso para dar el golpe que desvanecería a Santos. “Ese fue el día que casi matan a Chaparro”, afirmó el testigo. Fue la noche del supuesto atentado a la ambulancia en la que viajaba el soldado Juan Ángel Toledo Pimentel.

“Es tanta la necesidad de justicia que siento”, había dicho Juana durante la mañana del viernes. Es tanta la necesidad de verdad que ‘nuestro’ pueblo tiene. El mismo pueblo que, poco a poco, irá recuperando la memoria. El mismo pueblo que votó democráticamente a un genocida. El que hoy escucha, lee, se entera, de una u otra manera, que la pesadilla fue real. El que deberá despertar al grito de Memoria, Verdad y Justicia.

Gabriela Cruz gcruz@colectivolapalta.com