Un testimonio, una historia de vida

Fotografía de Bruno Cerimele | Agencia Infoto
Fotografía de Bruno Cerimele | Agencia Infoto

La vida en clandestinidad, la necesidad de esconderse y proteger a los hijos, los deseos de que ese padre pudiera verlos. Los riesgos, las decisiones, la identidad. Liliana Montanaro declaró en la cuarta audiencia del juicio por el asesinato de Osvaldo De Benedetti, su esposo, su compañero, el padre de sus dos hijos. Desde Barcelona, por el sistema de videoconferencia, Liliana contó su historia y la de su familia. Se emocionó y, con firmeza y decisión, continuó su relato en lo que fuera la última audiencia de declaraciones testimoniales.

Liliana había militado junto al 'Tordo' en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) pero había dejado de hacerlo durante los últimos años. En el año 1972 estuvo detenida y en ese momento tuvo a su primer hijo. “Pablo nace en la cárcel. Yo estaba detenida y lo pongo primero con mi apellido. Al 'Tordo' lo detienen un poco después que a mí y él hace con Rodolfo Matarolo (abogado) un acta de reconocimiento de Pablo, pero en una de las visitas que teníamos en la cárcel resolvimos que no le íbamos a poner el apellido De Benedetti porque era muy peligroso”, contó la testigo.

Más tarde los dos fueron liberados, pero el peligro era una constante que los obligó a vivir en la clandestinidad. Fue en esas condiciones en las que nace Gabriel, el segundo hijo de Osvaldo y Liliana que no pudo ser inscripto porque “los dos estábamos en la clandestinidad y tampoco queríamos dejar huellas de nuestra presencia en esta ciudad (Tucumán)”, explicó Liliana. El viaje de Tucumán a Santa Fe donde podrían esconderse, la negación a ser recibidos en la casa donde los iban a alojar, quedarse en la plaza, sin nada, con dos hijos, su madre y la mascota de los niños. Los recuerdos de Liliana se corporizaron en la sala de audiencias. La decisión de esconderse en la casa de los padres de Osvaldo. “Era una decisión irracional”, dijo, y luego contó que su casa materna era constantemente requisada, que los militares sabían que el 'Tordo' no estaba en Santa Fe y por eso pensaron que esconderse allí era la única alternativa.

En esas circunstancias Osvaldo De Benedetti es detenido y se le abre una causa por asociación ilícita. Liliana Montanaro apenas se pudo mantener en contacto por medio de alguna que otra carta firmada con el nombre de su suegra o su cuñada. “Debía ser muy grande el deseo que yo tenía de que mis hijos pudieran ver al padre, que el padre pudiera ver a sus hijos porque era altamente peligroso lo que hacíamos de llevarles los nenes a él a la cárcel y que después me los devolvieran a mí. Los podían seguir, los podían matar”. Liliana contó su historia y sus decisiones como intentando explicárselas a sí misma, como quien mira a la distancia y se da cuenta de que muchas veces no midió las consecuencias.

“Yo no quería que vinieran conmigo. Quería, desde el punto de vista afectivo, pero no quería porque era altamente riesgoso cruzar la frontera con documentos falsos”, contó Liliana. “Una cosa era que me mataran a mí y otra cosa es que les pasara algo a los hijos”, reflexionó al recordar cuando en 1977 salió del país y se exilió en Europa.

Liliana y el 'Tordo' no pudieron volver a encontrarse más. Cuando ella supo que lo habían empezado a trasladar, que lo tenían de rehén junto a otros compañeros, tuvo la certeza que no lo volvería a ver. “Estaba convencidísima, estaba desesperada. Lo llamé a Rodolfo Matarolo, le planteé todo lo que pasaba y me dijo que era imposible hacer una denuncia previa. Era imposible decir que uno sabía que lo iban a matar porque no había pruebas legales para demostrar ni hacer nada, no se podía hacer nada desde el punto de vista jurídico, pero teníamos razón, teníamos toda la razón”.

Liliana fue la penúltima testigo en este proceso que juzga la responsabilidad de seis imputados en el asesinato del 'Tordo' De Benedetti. Un militante del PRT que dejó, en todos los que lo conocieron, el recuerdo de un hombre solidario, comprometido y alegre. Liliana se emocionó, pero siguió adelante dibujando con sus palabras el perfil del hombre con el que tuvo dos hijos. “Era un gran compañero y el poco tiempo que estuvo fue un gran padre”, dijo sobre el final de su declaración. Pidió justicia por el 'Tordo' y por todos los detenidos, torturados y exiliados. Es que aunque este juicio tenga una sola víctima en la causa que juzga, las víctimas son muchas más y la justicia que se haga aquí aporta a nuestra historia, la de los De Benedetti-Montanaro y la de cientos de jóvenes que con sus aciertos y errores habían decidido, como dijera Liliana, “luchar por un país mejor, por un mundo mejor”.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar