“Si le pasa algo a tu bebé va a ser tu culpa”

Alicia tuvo un embarazo sin complicaciones. Su obstetra le dijo que estaba todo perfecto. El 30 de agosto de 2012 llegó al hospital Jardín América, de Misiones, y a partir de ahí todo fue maltrato verbal, físico y psicológico. Su bebé murió. La causa está al borde del juicio oral: el cirujano y la médica clínica están imputados por el delito de homicidio culposo. Ningún médico ni enfermeras fueron imputados por la violencia obstétrica.


Alicia Monzón llegó al hospital de Jardín América, a 100 kilómetros de Posadas, con contracciones. Estaba cursando las últimas semanas de un embarazo sin riesgos.

—Esta noche va a nacer tu bebé. Está todo perfecto —le dijo la obstetra.

Era el 30 de agosto de 2012. La médica no podía hacerse cargo del parto por un problema familiar. La iba a atender la médica de turno. Alicia pasó a la sala de internación y le prohibieron tener contacto con su familia. Hasta las 3 de la mañana estuvo acostada en la camilla sin que nadie se acercara a verla.

“No aguantaba más de dolor y fui a la enfermería, donde estaban tomando mates, para pedirle que me revisaran”, contó a Cosecha Roja. Una enfermera la revisó y le pidió que la acompañara a la sala de parto. En la silla de ruedas cargó el bolso con la ropa para el bebé y a ella la hizo ir caminando. “Yo era madre primeriza: no tenía conocimiento de nada, ni siquiera de mis derechos”, explicó.

En la sala de parto la acostaron sobre una camilla. Por primera vez tuvo contacto con la médica que la iba a atender. “Ahí empezó el maltrato verbal y psicológico”, contó. Ella pujaba pero el bebé no salía.

—Quién te mandó a abrir las piernas —escuchaba que le decían.

Alicia seguía haciendo fuerza. Estaba cansada y nerviosa.

—Tenés que hacer parir a tu hijo porque si le pasa algo vos vas a ser la culpable.

Una enfermera le dio oxitocina para acelerar contracciones. Pasaban las horas. La mujer seguía haciendo fuerza sin éxito. Después de seis horas de parto, para facilitar la salida del bebé, la médica le hizo una episiotomía -pequeños cortes en el periné- sin anestesia. Alicia gritaba de dolor. “La doctora me reventó la bolsa y vi cómo salía el líquido amniótico y se mezclaba con la sangre”. La familia de ella seguía en la sala de espera sin novedades.

Alicia estaba cansada. Sentía que no podía seguir con el trabajo de parto y le pidió a la médica que le practicaran una cesárea. El cirujano llegó a las cuatro de la mañana. “Me preguntó si tenía plata y le dije que hablara con mi papá que estaba afuera”.

El padre le ofreció al cirujano todo lo que tenía: la moto, algo de dinero y la promesa de conseguir más en los próximos días. “El doctor volvió y me gritó: ‘no te voy a hacer la cesárea porque tu papá no tiene un peso. Y se sentó al lado de la doctora a ver cómo me desangraba”, contó Alicia.

La mujer empezó a rezar en voz alta. La voz de una enfermera la interrumpió.

—Callate porque acá no está tu dios para ayudarte.

La mujer comenzaba a desvanecerse por la sangre que había perdido y le hicieron una transfusión. “Miré y vi que me estaban pasando sangre congelada”.

El maltrato siguió varias horas más. “A las cinco y algo de la mañana, la enfermera puso un cajoncito, se subió y empezaron a practicar la maniobra de Kristeller, que está prohibida, que consiste en presionar el abdómen y hacerte parir a la fuerza”, contó. A las 5.40 finalmente salió el bebé. Alicia jura haberlo visto con vida. La médica se lo pasó al cirujano y el hombre se lo llevó a otra sala, donde supuestamente le practicó maniobras de resucitación.

A Alicia la anestesiaron y le sacaron la placenta. Se despertó a las 8: estaba en la sala de parto, sola y en la misma posición en la que había estado las últimas horas. De ahí pasó a la sala de internación. Estaba todavía bajo los efectos de la anestesia cuando escuchó a una enfermera que decía que su bebé había muerto.

El papá de Alicia fue a la comisaría y no le quisieron tomar la denuncia. Llamó a un canal local y logró que los médicos ordenaran el traslado a un hospital de alta complejidad de Posadas donde la operaron de urgencia. La primera semana estuvo internada en terapia intensiva con pronóstico reservado. Pasó otra semana en una habitación común hasta que le dieron el alta. Pasaron semanas hasta que pudo volver a caminar.

Alicia ya no vive en Jardín América. Es un pueblo chico y teme cruzarse por la calle con los médicos y las enfermeras. “No quiero verle la cara a los que me torturaron”, dice.

Después de seis años en los que la investigación estuvo prácticamente paralizada, la causa quedó al borde de la elevación a juicio oral. Los únicos acusados son el cirujano y la médica clínica, quienes están imputados por el delito de homicidio culposo por la muerte del bebé. Ningún médico ni las enfermeras fueron imputados por la violencia obstétrica.

“Ellos esperaban que yo me muriera para que no contara las torturas que me hicieron pasar”, dice. Ahora espera poder contar todo lo que vivió frente a un tribunal.