Susana Trimarco, mujer con todas las letras
/Este 8 de marzo no fue solo un día de festejos y agasajos a las mujeres. En Tucumán se vivió de manera muy especial y, más allá de las felicitaciones, hubo un importante reconocimiento a la lucha, al reclamo por los derechos y la igualdad frente al hombre. Diferentes actos se realizaron a lo largo y ancho de la provincia para homenajear a todas las bellas mujeres que día a día avanzan sobre el poder patriarcal de esta sociedad tan machista. Pero mas allá de estos reconocimientos, si de lucha se habla, no se puede dejar de pensar en una de las personas más importantes del país, una mujer que hizo frente a muchos poderes mafiosos con el único objetivo de encontrar a su hija y con vida. Ella es Susana Trimarco, mamá de Marita Verón. Una inspiración de mujer, la verdadera luchadora de los últimos tiempos y a quien toda la sociedad debe estar agradecida porque destapó uno de los flagelos más nefastos de las últimas décadas: la trata de personas.
Precisamente este 8 de marzo se cumplió el primer mes del juicio por el secuestro, desaparición y privación de la libertad de María de los Ángeles Verón. Gracias a una investigación que realizó su madre desde las primeras horas de su desaparición, el caso se hizo conocido a nivel nacional e internacional, y hoy por hoy muchas redes de tratas de la Argentina fueron destruidas.
Susana Trimarco es sinónimo de fortaleza, amor y esperanza. No duda ni un instante en que va a encontrar a su hija y con vida. A lo largo de las seis jornadas de juicio en las que ella declaró y contó todo lo que vivió en estos años, Susana manifestó su soledad frente a las mafias que le arrancaron lo más preciado de su vida. En su larga declaración tuvo que enfrentar preguntas insultantes por parte de los abogados defensores, tuvo que revolver su historia y su dolor con el objetivo de buscar la verdad y que las 13 personas imputadas en la causa sean juzgadas por lo que le hicieron a Marita.
El 3 de abril del 2002, Susana nunca se imaginó que su hija había sido raptada para ejercer la prostitución en contra de su voluntad. “Cuando se llevaron a Marita, yo no sabía que todo esto existía. Y mientras buscaba a mi hija iba descubriendo todo esto y así me vi con la obligación de no callar, de empezar a hablar y difundir lo que había descubierto para que no le pase a ningún joven más, a ninguna joven más de nuestro país”.
No solo ella se sorprendió, sino también muchos que no tenían conciencia de la existencia de personas tan macabras que viven a costa del cuerpo femenino, que aprovechan su debilidad emocional y física para golpearlas, maltratarlas, llenarlas de miedo, violarlas y drogarlas; propio de aquellos cobardes que se consideran poderosos y propietarios del cuerpo del “sexo débil”.
A partir de la lamentable desaparición de Marita y del sufrimiento de su familia, en distintas provincias del país se llevó a cabo un proyecto de capacitación a jueces, fiscales y también a la policía. “Yo me di con la triste realidad de que cuando me llevaron a mi hija y yo hablaba de la trata de personas, hablaba que a mi hija la habían raptado, la habían llevado y vendido, los jueces y fiscales me miraban como si yo estuviese loca y era la verdad”, recuerda Susana. Es por ello que, con el objetivo de hablar sobre la trata de personas, hubo un importante avance de la justicia y en la intervención del Estado en esta problemática que atenta contra la vida de las mujeres y hombres (en menor medida) de nuestro país- En julio del año pasado la presidente de la Nación promulgó la Ley 26 364, por la prevención y sanción de la trata de personas y asistencia a sus víctimas.
Sin embargo, Susana aclara que “por ejemplo, la trata de personas en la Argentina no era un delito. Entonces hacer que las autoridades la conviertan en un delito, para mí eso ha sido un logro muy importante, pero bueno, hasta que no encuentre a mi hija no voy a parar. Porque el objetivo principal de esta lucha y el logro más grande que voy a tener en la vida es encontrar a mi hija”.
El delito de trata de personas afecta de manera inimaginables a las víctimas. Susana siempre recuerda que, luego de algunos allanamientos realizados en las wiskerías de La Rioja, se lograron rescatar a muchas chicas y algunas fueron alojadas en su casa, y el dolor y temor que tenían era sorprendente. Dormían con las luces prendidas, si pasaba un auto por el frente de la casa creían que era la policía que venía a buscarlas para devolverlas a los proxenetas, entre otras cosas. “Yo rescaté a muchas chicas y las llevaba a mi casa para protegerlas (…) yo como madre les daba mucho cariño, mucho amor, no preguntaba nada, simplemente las ayudaba y cobijaba como si fuese su madre”, relata Susana.
Además del daño físico y psíquico que tienen estas personas, Susana remarca el daño que se le hace a los familiares, “aparte de llevar y hacer lo que estos delincuentes hacen, destruyen la familia. Eso es terrible, a mi familia la destruyeron, porque de la hermosa familia que tuve, solamente quedamos Mica y yo. Mi esposo falleció de tanto dolor, de no tenerla a mi hija y eso ha sido terrible para él y para mí. Hasta el día de hoy sigo buscando mi hija, pero gracias a Dios sin perder la fuerza. Les aseguro que tengo la misma fuerza que desde el primer día. No voy a bajar los brazos hasta encontrar a Marita”, manifiesta segura Susana.
A lo largo de estos años Trimarco se encontró muy sola, tuvo que enfrentar malos tratos, permanentes amenazas y la triste realidad de que su hija no apareciera. No obstante, permaneció siempre fuerte ante la poderosa mafia que formaban el poder político, judicial y la propia policía, en conjunto a los proxenetas que secuestraron y vendieron a Marita; y lo que no la detiene es su amor de madre, de abuela, de mujer.
“Estos casi 10 años de la desaparición de Marita para mí fueron muy tristes, muy duros. Todos los días de mi vida, cada día que pasa de no tener a mi hija. Yo a mi hija la amo con todo mi corazón y para mí es como que lo que le pasó a Marita fue ayer. Tengo en mi mente toda esa vivencia, todo ese mal momento que pasé y que no me lo puedo olvidar, y que lo tengo presente desde que me levanto hasta que me acuesto”. Continua relatando, “pero sí, con una reflexión de decir que gracias a Dios que mis gritos, mi fuerza y mi lucha han servido para algo, sirven para algo. De sacar a la luz todo esto que es la trata de persona y de salvar y abrir los ojos de tantas familias, a tantas chicas; de que esto no es ficción, esto existe”, manifiesta esta poderosa mujer, que no le teme a nada y que su incondicional amor de madre la mantiene fortalecida.
Sin duda alguna, los próximos 8 de marzo ya no serán iguales, todos los días ya no serán iguales, porque el poder de la mujer existe. Costó 10 años que Susana alcance el primer objetivo en esta lucha: lograr que se desarrolle el juicio oral y público por Marita. Ahora será tiempo de encontrar a su hija, para lo que se espera que no pasen 10 años más.
Las mujeres más que felicitaciones en su día, exigen respeto, igualdad, que no se pague por sexo y, hoy más que nunca, que la sociedad se comprometa en la lucha contra la trata: sin clientes no hay prostitución, sin prostitución no hay trata.
Delfina Campero