Una sentencia ejemplificadora

Foto de Paloma Cortes Ayusa

María Medina tenía 32 años cuando fue asesinada el 11 de abril de 2012, en Corrientes al 3200. El 10 de junio pasado, la Justicia determinó que el responsable de su muerte fue Armando Martín, su pareja, que fue condenado a prisión perpetua por el cargo de homicidio agravado por ensañamiento y alevosía. La lectura de la sentencia se realizó alrededor de las 22 horas. Cuando se escuchó el veredicto estalló el llanto contenido en la garganta de Rut Tomatis, mamá de María y, con él, los aplausos de quienes se encontraban en la sala que pronto fueron acallados por el presidente del tribunal, el juez Roldán Vázquez.

La lucha de Rut y organizaciones sociales como la Casa de las Mujeres de Norma Nassif y el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM) continúa más allá del juicio. Siguen más allá de una prisión perpetua, para que el caso de María no se repita, para que las víctimas de violencia se animen a denunciar y para que el poder político se haga cargo de una problemática que afecta a miles de mujeres. “Nadie me creía, me decían que hacía poco tiempo que salían, que tenía que esperar, esa es la sensación que voy a tener siempre, que no la pude salvar a mi hija”, declaró Rut luego de la sentencia, porque mientras María estaba viva, su madre se acercó a la Oficina de Violencia doméstica a pedir ayuda y nadie la escuchó. “Por favor pidan ayuda, que la justicia las escuche, escuchen a los familiares”, pidió Rut a las víctimas de violencia y a la justicia.

“Una corroboración de la justicia a nuestros reclamos”, así definió Vicky Disatnik, de la Casa de las Mujeres, a la sentencia emitida por el tribunal. Una sentencia que no esperaban, que conmovió hasta las lágrimas y que demostró la contundencia de un crimen que tiene su raíz en la idea de propiedad que Martín tenía sobre María. Y esta idea subyace en una sociedad que, a pesar de los avances en materia de género, continúa siendo machista y heteropatriarcal.

La sentencia es ejemplificadora, aseguró Rut Tomatis. Un ejemplo, no en tanto promesa de castigo para los responsables de la violencia hacia las mujeres, que sin dudas seguirá habiéndolos, sino en tanto esperanza para todas las víctimas de que no están solas. Hay personas como Rut y organizaciones como la Casa de las Mujeres y CLADEM que cada día luchan por reivindicar los derechos de las mujeres y seguir exigiendo al poder político que declare la emergencia en violencia sexual y doméstica, destinando el presupuesto necesario para combatir la causa de muerte de cientos de mujeres.

“María, mi amor, aquí estoy para vos, yo voy a hacer el libro de tus poesías”, prometió Rut. La condena no quitará su dolor, que la acompañará siempre, pero la justicia es un modo de seguir adelante en el camino de esa lucha que fue construyendo y que, seguramente, sentará precedente y dará esperanza.

Marianella Triunfetti
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