Mayra Arena: “el odio a los pobres nunca había sido tan explícito”
/Por Eduardo Albuixech y Gabriela Cruz
Cada vez que a Mayra Arena se la presenta, se lo hace refiriéndose a ella como dirigente social, analista política, consultora de consumo masivo, nacida en Bahía Blanca. Se recuerda que se hizo famosa por la charla TED ¿Qué tienen los pobres en la cabeza? Todo esto, sin lugar a dudas, se conjuga en ella. Pero esta mujer (que ironiza en su cuenta de X con que se pudrió de ser la chica de la charla TED) elige hablar de los pobres reivindicando su origen en la pobreza. Advierte que quienes le hablan a los pobres lo hacen con tintes supremacistas, sin mirarles a los ojos.
En esta entrevista que le brindó a La Palta en su visita por Tucumán, Mayra analiza la situación coyuntural que atraviesa la Argentina. “Nunca había habido tanto lugar para esbozar la crueldad”, señala. Y si bien reconoce que el odio a los pobres ha sido un constante en la historia Argentina, “nunca había sido tan explícito, nunca había sido tan desvergonzado”.
¿Cómo ves este ‘clima de época’?
La crueldad o el egoísmo siempre tuvo que decirse por lo bajo, con humor o decirse en círculos de confianza. Pero nunca un joven había podido salir a decir: ‘van a reventar’. Los que investigamos la pobreza sabemos que hay un odio genérico, pero nunca había sido tan explícito, nunca había sido tan desvergonzado, siempre había un sentido de la vergüenza y eso se eliminó, ya no hay vergüenza. De hecho, pasa también con los Derechos Humanos. La frase no fueron 30.000, no es un tema numérico, tiene que ver con una reivindicación. Ya se animaron a decir públicamente que no fueron 30.000. Ahora en cualquier momento van a decir que había un motivo. Hay una falta de pudor para decir esas cosas que se pensaban.
¿Por qué te parece que ocurrió esto?
El error del kirchnerismo fue creer que, bajando línea y trabajando culturalmente algunos aspectos, la sociedad entera se había transformado. Y en realidad lo que se había logrado fue que gran parte de la sociedad que opinaba así se callara un poco y ocultara sus formas. Es lo que me parece que pasa con el machismo también, los tipos dejaron de decir ciertas cosas, pero yo dudo mucho que hayan dejado de pensarlas, tengo mis serias sospechas, al menos con unos cuantos, y que los ves ahí ser muy correctos. Entonces, cuando las cosas no van a fondo, no se puede transformar verdaderamente y no llegamos a fondo a tener ciertos acuerdos como comunidad.
Te hemos escuchado hablar de que se encendió ‘la llama anti-Estado’. ¿a qué te referís con eso?
Si hay algo que reconocerle a (Javier) Milei -candidato a presidente- es que corre el foco de lo que se supuso que estaba acordado, ni hablemos de Derechos Humanos, de justicia. También lo corre en lo económico, porque ¿a quién se le ocurriría que la propia sociedad argentina se pronunciaría en contra de subsidios?, ¿quién estaría en contra de que la salud o la educación sea gratuita? Bueno, parece que sí, parece que la idea de que vos podés pagarlo en algunos prendió. Hay que reconocer que ha nacido un nuevo movimiento en Argentina, hay una llama que se prendió entre los más jóvenes, que se hacen preguntas más liberales y que no ven a la política como salvadora, sino como opresora, no lo podemos ignorar ni siquiera —o mejor dicho, sobre todo— si ganamos las elecciones.
¿Qué se puede hacer ante el crecimiento de esa llama anti-Estado?
Acá tenemos que hacer mea culpa, al menos los que somos peronistas, porque el Estado, que no es invisible, que es visible, estuvo haciendo algunas cosas mal. Esa llama se puede transformar con mejor política, no con más Estado. La gente, cuando está mal, pide muy poco: que la escuela funcione, que los chicos vayan, tener un turno en el hospital, aunque sea dentro de un par de semanas. Y si no funcionan, es muy frustrante. Si la seguridad, en ciudades grandes, no funciona, también es muy frustrante y hay una sensación de que la protección del Estado es para los otros y no para mí. Con mejor política, esa llama se puede ir achicando.
Te hemos escuchado hablar de que una cosa es la pobreza y otra la marginalidad, ¿cuáles son las diferencias y características de cada una de ellas?
Una de las grandes diferencias es que el pobre todavía, de alguna manera, pertenece. Todavía busca trabajo o changuea, cirujea, se las rebusca pero es parte. Tiene documento nacional de identidad (sea argentino de nacimiento o migrante). De alguna manera es parte, está registrado y es parte del sistema. Cuando una persona por distintas circunstancias se aparta de la sociedad como sujeto, cae en la marginalidad, ya no busca ser parte de la sociedad y simplemente busca la subsistencia biológica. Ya no se imagina con un futuro y sobre todas las cosas no se imagina con un lugar en el mundo, mucho menos con sus hijos o en un proyecto de familia.
¿Por qué te parece importante diferenciar marginalidad de pobreza?
Es fundamental distinguir la pobreza de la marginalidad y de la indigencia porque la indigencia es quizá el estadio previo a la marginalidad. En la marginalidad hay un punto donde es irreversible. Es decir, hay un punto de rupturas sociales, culturales y hasta espirituales o del orden personal que ya no tienen que ver con el orden económico o con poner el Estado o con poner políticas. Tienen que ver con que un sujeto ya no lo podés sacar de donde está. Entonces, tenemos que impedir de todas las maneras posibles que la gente caiga en la indigencia, porque es un paso previo a la marginalidad. Y eliminar la indigencia en Argentina es un objetivo realista. No es imposible.
Entonces, si atender la indigencia es crucial para evitar caer en ese punto irreversible de la marginalidad, ¿qué ocurre con la pobreza?
La pobreza es mucho más compleja y tiene un factor económico, pero también está atravesada por la geografía: no es lo mismo un pobre del norte que un pobre del sur, como no es lo mismo un pobre urbano que un pobre rural. No es lo mismo la pobreza estructural —y nos referimos a la estructura: vive en un barrio, en una toma, en un rancho de plástico o vive en una piecita de ladrillos, tiene inodoro o no tiene —, todas esas cosas del orden de la pobreza son solucionables porque son del orden material.
Los grandes problemas que trae tener limitados recursos económicos son del orden sociocultural. Es decir, las complicaciones que trae en la convivencia, el hacinamiento, las complicaciones para la educación que trae tener malos recursos, las complicaciones para la niñez y la alimentación y, sobre todo, la nutrición en los primeros 24 meses de vida son cosas del orden de la pobreza, es decir, son hasta cuantificables. En la marginalidad te cruzas con cosas que no entran en el orden de lo descriptible, hay roturas que no tenés elementos del orden material que te ayuden. Es fundamental que nos enfoquemos en la pobreza para evitar la marginalidad a toda costa.