Vulgares Violadores: Delitos sexuales durante el terrorismo de Estado

Fotografía de Bruno Cerimele

Fotografía de Bruno Cerimele

El año 2012 cerró con saldo positivo en lo que respecta a juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar en la Argentina. No solamente se amplió el espectro de provincias en los que se empezaron a juzgar estos delitos, sino que además hoy se habla de “Megacausas”. De este modo son 3 los “megajuicios” que se están llevando adelante en territorio argentino: Arsenales II – Jefatura de Policía II (Tucumán), La Perla (Córdoba) y ESMA (Buenos Aires). Las audiencias de todos ellos se reanudarán apenas pase la Feria Judicial. Pero los avances no se limitan al número de acusados, a la cantidad de víctimas cuyos casos se aúnan o a la magnitud de los juicios, sino también al tratamiento que se hace de los delitos que se juzgan. En este sentido Susana Chiarotti, experta en delitos sexuales, aportó su mirada y experiencia sobre la temática durante una de las audiencias de la Megacausa tucumana.

En aquella ocasión Chiarotti habló sobre cómo se empezaron a considerar los delitos sexuales en los diferentes tribunales internacionales, explicó por qué, en el marco del terrorismo de Estado, estos delitos deben considerarse de lesa humanidad y, principalmente, por qué la perspectiva de género es importante a la hora de que los jueces analicen estos casos.

Días después la especialista encabezó una mesa panel organizada por CLADEM – Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer –. Empezó la exposición contando sobre los motivos que la impulsaron a presentarse frente al Tribunal cuando fue invitada en calidad de testigo experta: “Lo que yo trataba de hacer, en memoria de tanta gente que sufrió tantas cosas y no lo pudieron decir y de aquellas que lo dijeron y no fueron escuchadas, es de alguna manera ser la voz de ellas y decir: no vuelvan acometer la injusticia de callar esto, de no juzgarlo y de invisibilizarlo”.

Los delitos sexuales fueron durante muchos años tapados por los jueces, mirados como “daños colaterales”, metidos dentro de lo que es considerado tortura. De este modo no se vio ni se ve la impronta de violencia de género con la que se cometieron particularmente estos delitos.

Pensar en las violaciones, los manoseos e incluso las amenazas de cometerlos desde una perspectiva de género implica considerar que el poder del violador está basado en la superioridad que cree que posee sobre la mujer por su condición de tal. Incluso cuando las violaciones son cometidas en contra de los hombres la mirada de inferioridad de la femineidad es la que le da una carga mayor a la humillación y al dolor físico. El hombre es, por medio de la penetración, “degradado” a la categoría de mujer.

Considerar los delitos sexuales en el marco del terrorismo de Estado como delitos separados no solamente puede agravar las penas impuestas, sino que también le quita el halo de “héroes patrios” que para algunos tienen los torturadores y asesinos que operaron durante la última dictadura militar. “No es lo mismo llegar al tribunal como el salvador de la patria que puede haber torturado con una picana que significa cierta lejanía del cuerpo, a mostrar que además de saquear las casas y ser un ladrón, me estaba tirando, baboseando, lamiendo, tocando violando a varones y mujeres, la imagen cambia, ya no soy el libertador facho que vino a salvar el país de la izquierda que lo estaba corrompiendo sino que soy un vulgar violador”.

Tanto las organizaciones sociales que apoyaron la presencia de Susana Chiarotti en el juicio, como la querella que la presentó como testigo y la misma Susana consideran que el tribunal se mostró predispuesto a escuchar y a sensibilizarse como ya lo hicieron otras cortes internacionales. Escuchar los testimonios de las víctimas a partir de estos aportes puede marcar la diferencia para muchísimos casos y para los juicios que siguen, ya que implicaría estar abiertos a oír lo que por años fue tapado, disimulado y desestimado. Saber que todos los delitos que se juzgan son delitos comunes y entender que es el contexto en que se cometieron lo que los convierte en delitos de lesa humanidad permitirá a los jueces tener una mirada más acabada a la hora de dictar sentencia.

El dichoso contexto, que muchos quieren usar de justificación para las aberraciones cometidas, no hace más que agravarlas. “Un robo, un saqueo, una violación, es un delito común, puesta en un contexto de ataque generalizado a la población civil por parte de fuerzas gubernamentales que están pagadas para proteger a la población, se convierten en delitos de lesa humanidad”, explicó Susana tanto ante el tribunal como durante la mesa panel realizada el viernes 15 de diciembre.

Este 2013 se reanudarán las audiencias por las megacausas ya mencionadas. Muchos esperan que en Tucumán se inicie la del “Operativo Independencia”. Y aunque se dice que la justicia que llega tarde no es justicia, para los familiares y amigos de ex presos políticos, de desaparecidos y víctimas del plan sistemático de exterminio durante los años 1976-1983, la lucha de años cobra sentido con cada juicio y con cada sentencia. No solo se trata de ver a los responsables pagando por lo cometido, degradados y condenados, sino que por fin la sociedad entera sepa lo que ellos siempre supieron: Los desaparecidos fueron torturados y asesinados por tener la valentía de soñar un país diferente. Se trata también de que esa verdad quede registrada en tanto documento sea posible, que las generaciones presentes y futuras conozcan la verdad de la historia argentina. Se trata de construir la memoria ante los ojos de todos.

Gabriela Cruz

gcruz@colectivolapalta.com.ar