El juicio es por todos
/“En el lugar existe un espacio similar al de la fotografía”. Ese fue el resultado de la inspección ocular que se realizó el día 13 de marzo por orden del Tribunal Oral Federal. Ante esta constatación, el margen de duda de que en la propiedad de Frías Silva al 200 efectivamente vivió el matrimonio Oesterheld Araldi se hace cada vez menor. El avance de un juicio que cuenta con todas las garantías para las partes, aunque llegue más de 30 años tarde, es innegable. Y aunque la defensa se esfuerce por dilatar el proceso, aunque pretenda acusar al tribunal de estar parcializado, aunque llegue a pedir su recusación de manera extemporánea e infundada, la verdad y la justicia se imponen con su propia fuerza.
Madres, padres, familias enteras atravesadas por el dolor
“Nunca le pude contar a mi padre todo esto….había que mentirles a ellos para que pudieran seguir viviendo” fueron las palabras de Carlos María Gallardo, detenido el 27 de diciembre de 1976. Carlos estuvo en Jefatura de Policía y después de cuatro días de torturas fue trasladado al penal de Villa Urquiza hasta octubre de 1978. Luego de ser dejado en libertad volvió a su casa y encontró que su padre estaba devastado, “estaba peor que yo”, dijo, y por esta razón decidió callar lo que vivió por casi dos años.
“Mi madre murió sin ninguna respuesta, esperando este día que yo volviera y le contase lo que aquí había pasado”, dijo a su turno Alejandra Ponce. Y es que Mirtha Raia, que figuraba entre los testigos por el caso de su hijo Horacio Ponce, murió víctima de un asalto en su domicilio a comienzos de este año. Su lucha por encontrar a su hijo, el pedir a todos y por todos los medios que alguien le diera algún dato de él, empezó la misma noche que se lo llevaron cuando rezaba a gritos un padrenuestro.
“Tengo también dos primos desaparecidos, tengo la familia diezmada”, afirmó Alejandra con la voz entrecortada. Se refería en esta ocasión a Gloria Constanza y Fernando Ramiro Curia cuyos nombres, al igual que el de Horacio, figuran en el “Índice de declaraciones de delincuentes subversivos” con la sigla DF (Disposición Final). Fue María Fernanda Curia, una de las hermanas de Gloria y Fernando, la que se presentó a declarar como testigo por esta causa. Lo único que vio aquel 11 de mayo de 1976 fueron unos gendarmes que le colocaron un arma larga en el pecho y no la dejaron entrar a su casa. Cuando volvió ya se habían llevado a sus hermanos.
María Magdalena Di Lorenzo se presentó a declarar por el caso de su hermano Juan Carlos y el de María del Pilar Carmen Toledo. Según contó la testigo, su padre y su hermano se habían encontrado el 6 de noviembre por la zona de la Quinta Agronómica y, tras despedirse, quedaron en volverse a ver en la casa. Fue su padre la última persona de la familia que vio a la pareja secuestrada y desaparecida aquella tarde, “Es como si se hubiese abierto la tierray se tragara a mi hermano”. Nada, ni la publicación en el diario “La Tarde” donde el nombre de Juan Carlos apareció como detenido en la Escuelita de Famaillá, les permitió encontrarlo. Hoy, 36 años después saben que figura en el índice de declaraciones de delincuentes subversivos con la sigla DF.
Como si la política fuera un delito
“Haber sido montoneros no es un delito”, dijo fehacientemente el presidente del Tribunal Carlos Jimenez Montilla a la abogada defensora Julieta Jorrat. Pasó lo que pasa siempre con esta abogada que insiste en preguntarle a los testigos, como quien busca incriminarlos como delincuentes, si formaron parte de alguna agrupación política, si tenían alguna actividad sindical, si sabían que motoneros era una asociación clandestina. Ya algún testigo le explicó que durante aquellos años de terror y represión las organizaciones políticas y sociales se vieron forzadas a pasar a la clandestinidad. Sin embargo, la defensora todavía pretende sostener su defensa en la teoría de los dos demonios y la idea de una guerra. Como si cupiese la posibilidad de entender y justificar tanta atrocidad.
Alejandro Francisco Viecho, el primer testigo del día jueves, dio testimonio por la causa de Rosa del Carmen Quinteros. Su esposa y compañera fue secuestrada mientras él se encontraba detenido. Su testimonio, vasto en detalles de contexto histórico, de posicionamientos políticos en el seno de la Iglesia católica y de formaciones y agrupaciones sociales frente a las coyunturas económicas de Tucumán, hizo que Jorrat nuevamente usara las chicanas que buscan criminalizar al testigo. “Usted está mintiendo, porque en ningún momento la Iglesia católica tiene posición política” dijo a los gritos la abogada, que nuevamente fue respaldada por Luis Benedicto que quiso denunciar al testigo por falso testimonio. Jiménez Montilla descalificó la denuncia por considerarla improcedente.
Pero la idea de que quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado, terminaron secuestrados, torturados y hasta desaparecidos porque en “algo raro andaban” se ha instalado en la sociedad desde los mismos discursos oficiales. Esa idea no solo quedó fosilizada en el imaginario colectivo, sino que también naturalizada en muchos de los mismos familiares de las víctimas.
Así por ejemplo cuando María Elena Azeves habló del secuestro de su marido Demetrio Chamatrópulus dijo que, al enterarse que su esposo había sido detenido por no tener los documentos, volvió tranquila a su casa, esperando que volviese porque “él no tenía militancia política”. Tampoco sorprende que don Luis Ernesto Macor, cuando recordó el secuestro de su hija Susana Elena Macor, dijo: “No tuvimos idea de que ella hiciera algo malo…no nos dieron ningún motivo como para que la desaparezcan”. A lo largo de las 27 audiencias no sorprende escuchar “Mi hija, mi hijo, mi marido, no se merecía esto”. Como si alguien por tener algún tipo de militancia se lo mereciera.
Carlos Ricardo Somaini, con sus casi 91 años y una lucidez envidiable se refirió al secuestro de su hijo. Ricardo Somaini (h) desapareció al igual que sus ex compañeros del Gymnasium universitario que militaban en el Grupo Evolución Tucumán (GET). Este señor, para el que la militancia política sigue siendo la manera de construir un mundo mejor, dijo sin vueltas: “Me parecía positivo que mi hijo, para su formación intelectual, forme parte de agrupaciones estudiantiles, para que pueda ser una persona más digna, más capaz, más responsable y más ética”.
Comprometerse ayer, comprometerse hoy, comprometerse siempre
El doctor Pisarello fue un abogado que ayudó a tanto familiar de desaparecido pudo. Presentó Habeas Corpus por todos y cada uno de ellos, su compromiso y su solidaridad son hoy recordadas por muchos testigos en este juicio. Humberto Rubén Ponce se convirtió en su aliado, compañero y secretario, llegó a ayudar a esconder perseguidos políticos, según contó su hermano Ramón Edgardo Ponce.
Ramón había sido secuestrado junto a su esposa el 18 de enero de 1975. Este hecho marcó el camino de Humberto que decidió comprometerse y trabajar codo a codo junto a Pisarello quien además ayudó en la búsqueda de Ramón. El 31 de mayo de 1977 Humberto, aquel hermano que además vendía ropa y era muy hábil para los negocios, según recordó su hermana Rita Mabel, fue secuestrado de su domicilio. Desde entonces permanece desaparecido. “Quisiera que se encuentren los restos, que sean llevados a la familia para poder hacer el duelo como corresponde a todo ser humano”, dijo Rita que, al igual que Ramón, prestó testimonio el viernes 15 de marzo.
Guillermo Ignacio Moyano decidió involucrarse y contar lo que había visto cuando tenía apenas 9 años. Aquella noche escuchó disparos y vio cuatro cuerpos en un automóvil incendiado que luego fueron llevados y enterrados en el cementerio de Tacanas. Su testimonio, dado el año pasado, permitió encontrar e identificar los restos de cuatro personas que habían sido desaparecidas y cuyos familiares por fin pudieron hacer el duelo que Rita Ponce reclama. Entre aquellos restos se encontraron los de Adriana Mitrovich cuyo caso es parte de esta Megacausa.
A la generación del “algo habrán hecho” le siguió la generación del “no te metás”. Hoy la historia puede ser diferente. Hoy se puede gestar, entre todos, la generación del compromiso y heredar un poco de justicia y mucho de verdad. Hoy ser parte de este histórico juicio no depende de tener o no un familiar desaparecido porque, como bien se dice, “este juicio es por todos”.