Colocando piezas sobre espacios vacíos

Con extensas audiencias desde el 2012, este juicio histórico por el que se esperó 37 años avanza hacia la claridad, la transparencia y el final digno para todos aquellos que aún buscan a sus seres queridos. En la última semana de abril en la que se llevó a cabo la Megacausa Jefatura II Arsenales II se finalizó con la ronda de testigos acerca de las actividades represivas que se llevaban a cabo en Jefatura. El pasado jueves, el testigo Carlos María Mena relató como fue avasallado en varias oportunidades luego de la muerte de su padre. En 1975, Albornoz mandó a requisar su casa "Taficillo" en Tafí Viejo y fue detenido en 1976 por personal policial. Luego lo trasladaron a la Jefatura donde lo esperaba Albornoz. "Ahí me transformaron. Estaba perdido, me encontraba hablando sólo y me daba cuenta de que estaba drogado. Le decían la droga de la verdad", declaró el testigo y explicó las torturas que recibió en el lugar con palos y ataduras con alambre de púa que le afectaron el brazo de por vida. Carlos explica que a él lo detuvieron porque pensaban que guardaba armas en su casa.

El testigo pasó por Villa Urquiza, Sierra Chica y La Plata. Estuvo detenido por 6 años aproximadamente. En este recorrido Mena recuerda que en La Plata existían "pabellones de la muerte o de irrecuperables". De ahí sacaron 18 personas y las fusilaron. Sumado a esto, el testigo cuenta que en Rawson eran casi todos "irrecuperables".

Mena también denunció que lo obligaron a firmar escrituras de su propiedad a nombre de un francés llamado Ives Iván Malecki y se apropiaron de su finca "El Taficillo" y de su casa en calle Córdoba al 200. Todo esto se realizó bajo amenazas. Su esposa firmó un poder mientras él estaba detenido. Entonces tomaron posesión de la propiedad. Después de ser liberado fue presionado por el escribano imputado Benedicto para que firme las escrituras.

Además, Mena declaró que entre los 80 días que permaneció en Jefatura reconoció al santiagueño Alberto Lescano cuando el Cabo Carrizo lo interrogó. Lescano, de 16 años de edad, fue detenido en Santiago del Estero por el personal de la SIDE en 1975 y torturado durante siete días. Buscando un exilio, Lescano llegó a Tucumán hasta el 12 de mayo de 1976 cuando fue detenido en un operativo policial. Se conoce que Lescano prestó declaración bajo torturas y desde entonces continúa desaparecido.

Las huellas del terror

El dolor y la incertidumbre con los que la dictadura dominó dejaron heridas que permanecen y permanecerán abiertas por toda la vida. Quizás como una estrategia de dejar en el presente huellas del horror, que permitan acallar voces de lucha y procesos de certidumbre. O simplemente por el interés de hacer del poder una herramienta de represión y sometimiento.

El caso de María Cristina Andina, de 68 años de edad, es un ejemplo de lo que significa la "tortura" en su complejidad. Esta testigo fue citada a declarar el pasado jueves y por segunda vez se ausentó. El informe que se presentó en la audiencia fundamentó que la testigo cursa un episodio de ansiedad generalizada y sufre de presión alterial. Además se dio a conocer que en la entrevista de evaluación psicológica la señora Andina evidenció sintomatología compatible con trastorno depresivo recurrente y episodios de angustia generalizada con contenidos amenazantes que actúan como factores eficazmente estresantes. También el informe dejó en claro que el cuadro sintomático remite a la experiencia de la desaparición del señor Juan Manuel Carrizo, contador público nacional que fue arrestado en la vía pública por llevar consigo material de ideología marxista. Aunque Juan Carlos Emilio Díaz informó a la mujer de Carrizo del secuestro y ejecución de su esposo, aún sigue desaparecido. Todo esto evidencia la eficacia traumática del  sufrimiento psíquico. Así, con el motivo de prevenir la emergencia de efectos retraumatizantes se excusó a la testigo. También se reprogramó al testigo Mario Ernesto Senco, para declarar acerca de la causa Carrizo.

En la audiencia del viernes se leyó la declaración de Andina quién expresó que  el 20 de diciembre de 1975 fue la última vez que vió a su esposo, que estaba escondido y era buscado por la policía y el ejército.

Ese mismo viernes también se leyeron las declaraciones de testigos que no pueden asistir por certificación médica. Entre ellos se encuentra Ana María Medina de Díaz, quién denunció ante la comisión bicameral, pedido de habeas corpus, CONADEP, la desaparición de su hija. También se leyó la declaración del sacerdote venezolano Alfonso Naldi en el Juicio a las Juntas, quien hizo gestiones para ayudar a Forti a recuperar a su mujer Azucena y sus hijos, a quienes esperaba  en Venezuela pero nunca llegaron. Los seis chicos Forti fueron secuestrados y luego liberados. Sin embargo su madre sigue desaparecida.

Todos estos testimonios cerraron la primera parte de la Megacausa donde se develó mucho de lo que se tenía oculto en la historia, en el miedo y en la incertidumbre. Después de 37 años empezar a entender que este juicio involucra a todos y es una lucha de todos por la verdad y la justicia, es un avance que si bien no devuelve a los 30.000 desaparecidos, da un final, una sentencia y una identidad a todos los argentinos.

Javier Sadir

jsadir@colectivolapalta.com.ar