Ismael somos todos
/A casi tres años del asesinato de Ismael Lucena a manos de la policía, Marcelo López, quien se encontraba con él el día que fue asesinado y también fue víctima de violencia, y la familia de Ismael recibieron la noticia de la integración del Tribunal que entenderá en la causa. El mismo estará compuesto por los vocales Eduardo Antonio Romero Lascano, Alicia B.Freidenberg y Alfonso A. Zóttoli. El juicio oral y público donde se juzgarán las responsabilidades de los dos imputados se realizará el 7 ,8, 9 y 10 de Abril del 2015. “Esta reserva de sala no es determinante, es algo que puede modificarse. Por eso pensamos que hay que tratar de hacerle llegar a las autoridades una solicitud para que efectivamente se realice en esa fecha el juicio oral”, decía Julia Albarracín, abogada querellante por la familia de Ismael.
Desde que mataron a Ismael, Isabel de la Cruz, su cuñada y la persona que lo crió, dedica su vida a que la muerte de su 'negro’, como ella lo llama, sirva para algo. “Quiero que este caso sea ejemplificador, que la gente se anime a denunciar a estos milicos asesinos que andan en la calle matando chicos como si nada”, dice, y va más allá postulando la necesidad de que, tal como existe una fiscalía especializada en trata de personas, debe haber otra donde los chicos, víctimas del poder y la persecución de la policía, puedan denunciar estas situaciones.
Dado que ya son casi tres años desde que asesinaron a Ismael, los imputados presentaron el pedido de cese de prisión preventiva que, según la ley, puede ser de hasta dos años. El Ministerio Público no hizo lugar al pedido y ahora es la Cámara Penal Nro. II la que debe pronunciarse. “La realidad es que si estas personas salen en libertad, la familia de Ismael va a sentirse doblemente vulnerada y perseguida”, explicaba Albarracín. Y es que la connivencia dentro del sistema policial es fuerte. La familia Lucena sigue siendo estigmatizada y víctima de persecuciones y amenazas por parte de ese aparato que, en teoría, es el encargado de protegerla. “Desde que han mandado la citación para la audiencia han empezado a aparecer autos con vidrios polarizados que dan vueltas en la casa”, cuenta Isabel con la misma seguridad con la que dice que no podrán amedrentarla.
Ismael se convirtió en un estandarte que va al frente de cada batalla que se debe librar. Al frente de las marchas, al frente de cada denuncia por abuso policial, al frente de cada peregrinar en los pasillos de tribunales. Isabel, es la cara visible, pero a su lado hay mucha gente que también cree que el asesinato de Ismael tiene que servir para algo, que la policía debe cambiar, que se debe reformar desde sus cimientos. Es por ello que dentro de esta causa se trabaja en distintos sentidos. Por un lado, se busca justicia por el asesinato de Ismael. Justicia, no venganza. Una justicia donde haya jueces, defensores, leyes. Esa justicia a la que Ismael no tuvo acceso. Por otro lado, se trabaja en la contención de la familia Lucena y de Marcelo López, para quienes cada día es un día más sin Ismael, sin ese chico que vendía flores y que usaba gorra, que era feliz cuando merendaba con tortillas. Otra de las aristas, tal vez la que involucra un trabajo más profundo en cuanto tiene por objetivo terminar con estructuras de poder que se encuentran, en muchos casos, naturalizadas en la dimensión de lo simbólico y reforzadas por expresiones mediáticas. Esta arista tiene que ver con utilizar el caso de Ismael como puntapié para denunciar la violencia hacia los jóvenes, los humildes, tratar de establecer criterios que protejan a las víctimas, en palabras de Julia, e intentar que la sociedad, atravesada por esos discursos que se basan en la estigmatización y la criminalización de la pobreza, pueda entender y acompañar este proceso hasta la llegada del juicio oral y después también. En resumen, más allá de la búsqueda de justicia, la causa tiene por objetivo que las cosas cambien.
En este camino que intenta producir un cambio en la estructura policial que se sigue sosteniendo sobre premisas heredadas de la dictadura, es que muchas veces todo lo que se hace para evitar estos atropellos parece poco. Julia Albarracín intenta dar cuenta de las acciones que una persona puede llevar adelante para evitar el abuso de poder de la policía. Tratar de comunicarse con alguien, dar la advertencia de que hay una persona que está interesada en que no se esté detenido, hacer la denuncia en fiscalía, “un minuto menos en una comisaría, te puede salvar la vida”, dice, pero aclara que hay cosas que no se pueden evitar: “no podés evitar ser humilde, ser pobre, ser morocho. No podés evitar no haber podido ir a la escuela y no saber qué tener que hacer. No podés evitar un montón de situaciones”. Y es que el sistema te ficha, te ‘tiene junado’, porque vivís en un barrio humilde, por tu color de piel, porque usas gorra y sos sospechoso.
En un ensayo de publicación reciente (1), Ileana Arduino, una abogada experta en seguridad y políticas de género, se preguntaba respecto a otro caso “¿qué factores movilizan o paralizan una reacción social más amplia o condena a los casos a licuarse en el olvido?”, una pregunta oportuna para el caso Ismael Lucena o cualquier otro caso de violencia institucional. En Tucumán, la reacción social masiva se muestra cuando un chico de bajos recursos, con un arma, mata a otro chico, que estudiaba, que vivía en un barrio con todos los servicios y que había tenido acceso a casi todo. Los casos que muchas veces están condenados a olvidarse son los casos como el de Ismael, el chico humilde, de gorra, que fue asesinado por la policía porque, seguramente, ‘algo habrá hecho’. Mientras las construcciones sociales y simbólicas sigan situándose del lado de quién no merecía morir y quién sí; mientras el discurso desde los medios siga configurando y perfilando estas construcciones, la tarea no será nada sencilla.
A Ismael no se lo olvida, y esto es porque existe una lucha que trasciende, que va más allá de él, que pretende que no haya más chicos como él. “El día del juicio -dice Isabel- todos vamos a ser Ismael. Ismael es el chico que limpia vidrios en la calle, Ismael es el que reparte tarjetitas en el colectivo, Ismael es el que vende plantas en la calle, Ismael es el que no ha podido estudiar porque no ha tenido plata. Ismael somos todos”.
Podes sumarte a la causa mandando tu adhesión a https://www.facebook.com/causalucena
(1) http://revistaanfibia.com/ensayo/la-mala-victima/