Cromañón nunca más

Fotografía de Banfield | Bajo licencia Creative Commons

Fotografía de Banfield | Bajo licencia Creative Commons

A Paula le gusta el rock. Escucha mucho a Charly, a los Rolling Stones y a No Te Va a Gustar. Estudia Biología y su actividad de fin de semana favorita son los recitales. Manuel se arregla la camisa mientras suena “Algo me gusta de ti”, de Wisin & Yandel. Desde hace unas semanas está buscando conquistar a su compañera de trabajo y es de madera bailando. Sabrina tiene un póster de Madonna en la pared y aunque no sabe inglés, canta las canciones de Britney Spears por fonética. Ella sueña con conocer la 5ta Avenida de Nueva York y adora a Audrey Hepburn. Si a Gustavo le preguntan qué le hace feliz, él contestará que su felicidad son las cervezas con los amigos y un buen sándwich de milanesa. Además dirá el nombre de su pub favorito al que cada sábado asiste y en el cual se siente como pez en el agua. Conoce a todos los que frecuentan el local y tiene una relación de afecto con el sitio. No lo cambiaría por nada.

Aunque ellos no serían nunca buenos amigos, por las noches de fin de semana tienen algo en común: cada semana ejercen su derecho a divertirse. Y claro está que a Paula no le corresponde asegurar que la capacidad máxima de un local no sea superada, ni a Gustavo le toca revisar la cantidad de salidas de emergencia con las que cuenta su pub favorito. Los accidentes que pueden generar las irregularidades a estas medidas no son materia de azar. Para ello existen alertas institucionales ante posibles accidentes o tragedias, y autoridades gubernamentales que atienden el control de estas cuestiones. Para eso existe un Código de Habilitaciones y Verificaciones según el cual se regulan los locales. "Va más allá de regulaciones o no que se hagan a nivel municipal. Va más bien a un nivel de conciencia", dice Tony Molteni, voz de la banda de rock Karma Sudaca, y explica que el ABC de las cosas es estar en los detalles a la hora de organizar un recital y controlar que todo esté en condiciones. Además, ciertas regulaciones establecidas se tornan "demasiado exageradas", según Tony. "Por ejemplo, en Tucumán hay una ley que habilita a una persona por cada metro cuadrado. Osea que para meter mil personas tenes que tener un lugar de más de mil metros cuadrados", cuenta el cantante y agrega que "hay muchas cosas que tendrían que ser logradas pero por gente que entienda del paño, que se detenga en las cosas que son de fondo".

A esto se suma la poca claridad de las normas a la hora de considerar la habilitación de un lugar. Entonces se genera una cuenta pendiente por parte de las autoridades para dar soluciones precisas sobre las irregularidades. "Yo entiendo que el gobierno haya entrando en pánico, pero han pensado más en cuidar sus puestos de trabajo que en generar espacios para que las bandas se sigan desarrollando, y para que la gente a la que le gusta ir a recitales tenga un lugar seguro para hacerlo", comenta Tony, dejando en claro que las acciones llevadas a cabo para brindar acceso a las bandas vinieron desde el ámbito privado, desde las propias bandas y desde la gente que abrió lugares para que los músicos no dejen de tocar.   

De responsabilidades y condenas

Diez años pasaron de la tragedia de Cromañón, donde 194 personas fallecieron tras un incendio en un boliche de Buenos Aires. Cromañón, como tantos otros locales, no contaba con las condiciones para su habilitación, pero no estaba clausurado. El local se encontraba habilitado para espectáculos con una capacidad de hasta 1031 personas, pero la noche del incendio la cantidad de personas que ingresó alcanzó un número de 6000. Todas las salidas estaban en la misma dirección y la Certificación de Bomberos de República Cromañón se encontraba vencida.

Este incidente marcó un antes y un después en Argentina. Sin embargo, los responsables, la Justicia y las regulaciones siguen estando poco claros para todos. “Si nadie paga por las muertes, se genera en la sociedad la idea de que matar es gratis. Entonces genera la cuestión de que ‘No importa, sigamos igual’. Me parece que la punición es necesaria para que se cuiden de cuidar. Si pagan con la cárcel, se van a cuidar de cuidar al público. Se van a cuidar de cuidar a la ciudadanía que los eligió para un determinado cargo”, afirma Nilda Gómez, mamá de Mariano Benítez, una de las víctimas y presidenta de la asociación civil Familias por la Vida.

Entre los responsables se consideró a los integrantes de la banda de rock Callejeros, quienes estaban en el escenario cuando la bengala que inició el fuego fue encendida. "A nosotros nos gusta tocar y por ahí, por tocar, no nos detenemos en algunos puntos", cuenta el vocalista de Karma Sudaca, y aclara que es necesario tomar conciencia y actuar ante ciertas cuestiones, desde verificar que el lugar en el que se toca esté en condiciones, hasta frenar el recital ante circunstancias que se desaten en plena presentación y que puedan afectar a terceros. "Yo creo que a partir de lo que pasó las bandas tenemos que asumir un grado fuerte de responsabilidad", afirma Tony.

Uno de los actores políticos señalado como responsable fue el entonces Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Aníbal Ibarra. Si bien un juicio político lo destituyó de su puesto, también fue sobreseído de todos los cargos por la jueza María Angélica Crotto. De esta manera, ya no hay forma de juzgar penalmente a Ibarra, puesto que en Argentina no se puede juzgar dos veces a la misma persona por las mismas causas. “Lo único que lo puede alcanzar es una condena social que también cuesta que llegue porque la gente se va olvidando de quién era Ibarra”, manifiesta Nilda Gómez, y agrega que “uno lo escucha en la tele y te deja esa imagen de pobre hombre al que 194 personas se les ocurrió ir a morirse en Cromañón y arruinarle la carrera”. Los familiares de víctima exigen la condena social y que se comprenda el porqué: “Para que ningún Jefe de Gobierno más se le ocurra tener un desastre en la ciudad y no hacer nada para controlar eso”.

Los familiares de las víctimas han trabajado mucho para exigir las mejoras de las medidas de seguridad en los locales. “Todos los cambios llevan tiempo porque tienen que ir con un entendimiento de para qué los cambios”, dice la mamá de Mariano. El grupo de familiares consiguió que en la Legislatura se trabajara sobre una ley que cambiaba el monto de las penas en el caso de infracciones que violaban la clausura o generaban un exceso en la cantidad de personas que ingresan a un local. Antes esas infracciones tenían una multa de $2000, con la nueva ley la multa es de $60.000, que ya no lo juntan con unas cuantas personas que ingresan y consumen en el lugar. “Todo va como aparejado. La toma de conciencia en las escuelas, el trabajo en la legislatura con leyes acordes y la voluntad política de tomar el toro por las astas”, afirma Nilda.  

Decir el dolor y hacer el cambio

Cualquier padre se emociona cuando ve a un hijo recibir un reconocimiento. A cualquier familiar se le infla el pecho de ver a un ser querido terminar la secundaria, recibirse en la facultad o ser reconocido por sus logros deportivos. Toda persona se enorgullece de homenajear a un amigo cuando se casa o cumple años. “Tener que hacerle un homenaje a un hijo muerto es algo tan doloroso, tan triste. Uno se siente en una situación de indefensión tan grande", expresa Nilda e intenta explicar la sensación de soledad ante la ausencia de su hijo, por el que dio todo para cuidarlo, para que no se golpee, para que no le pase nada, para que coma a horario, para que vaya a la escuela. "Y de repente un día va a un recital y te lo entregan en una bolsa negra”, dice la mamá de Mariano y agrega que “uno no tiene palabras para cuantificar el dolor. Es bueno que la gente pueda ver lo que nos pasa porque eso va a ayudar a que se reflexione sobre la situación. Si nosotros no luchamos por justicia y por memoria no va  haber una punción real sobre los responsables y la sociedad entera”.

Los familiares de las víctimas siguen en búsqueda de justicia. Siguen luchando por hacer del dolor una bandera y una causa para frenar la impunidad. En eso está la fuerza para renacer y seguir viviendo. “Vos escuchás que te dicen ‘¿y para qué siguen si total no les van a devolver la vida?’. La verdad que no, pero si llegara a pasar otro Cromañón sabemos que hay 194 personas que no van a poder matar porque ya las mataron antes”, dice Nilda dejando en claro que la idea de todo lo que se está haciendo tiene que ver con la posibilidad de que los que vienen puedan ejercer ese derecho constitucional de salir a divertirse sin perder la vida en el intento.

El incendio de Cromañón fue uno de los momentos más tristes de la historia de rock argentino. Las bandas, músicos y productores del país tienen presente este hecho cada noche, y todos desde sus diferentes lecturas exigen un "nunca más". "En homenaje a las víctimas de Cromañón, hoy tenemos que trabajar el doble y con muchas fuerzas para que los chicos que quieran ir a un recital o a una fiesta vayan y estén seguros", afirma el vocalista de Karma Sudaca, y expresa que "lo negativo de pos Cromañón fue que mucha gente tuvo miedo. No hay que tener miedo, hay que tener conciencia y ganas de hacer bien las cosas".