Ayelén es bandera de lucha contra la transfobia

Fotografía de Elena Nicolay

Un cuerpo. Un club. Un crimen de odio. Las piezas de una escena que se naturaliza en la sociedad y se mira de reojo. El sábado 12 de agosto el cuerpo de Ayelén apareció en club Lawn Tennis, bajo las tribunas, en la oscuridad del Parque 9 de Julio de la capital tucumana. Tal vez por su condición de mujer trans, tal vez por su lugar de ciudadana de segunda, tal vez por su falta de oportunidades para acceder a un trabajo digno, la noticia de transfemicidio tardó en llegar. El crimen de Ayelén Gómez sacó a la luz la realidad de las mujeres trans en Tucumán. Mujeres en peligro y con derechos vedados. “El caso de Ayelén es representativo de lo que sufre la población trans todos los días. Llega la noche y la vida es otra para las chicas. Es un momento donde las compañeras tienen que salir a la calle porque no les queda otra. Porque el Estado tampoco le ha brindado otras posibilidades para decir ‘tengo otra opción’; porque si hablamos de leyes las tenemos, pero para la igualdad real falta mucho”, dice Marcia Albornoz, coordinadora de ATTA (Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina).

La prostitución, la venta de estupefacientes, la falta de acceso a la educación y a un cupo laboral. Todo es parte de una misma realidad donde no existen los derechos civiles, sociales, económicos, culturales que toda persona tiene por el solo hecho de ser persona. “Lo primero que hay que cambiar es la red corrupta de Policía y de personas que forman parte de la trata de chicas trans. La trata de chicas trans existe. Las chicas que están en el parque están relacionadas o le deben pagar a una persona para que les brinde protección. Esta persona las persigue por el tema del dinero y se maneja con total impunidad, porque las chicas piensan que están protegidas, cuando no es así. Es una mafia y las chicas están expuestas a robos, al maltrato de los clientes y a los crímenes de odio por solo ser una persona trans. Y esto pasa porque hay alguien más arriba que lo permite, por eso la responsabilidad es del Estado”, afirma Marcia.

Según un estudio realizado por ATTA y la Fundación Huésped, el 60% de personas trans no ha terminado sus estudios primarios, el 30% no ha terminado la secundaria y solo el 3% se encuentra registrado en un empleo formal. Además, el estudio muestra que el promedio de vida de una persona trans es de 35 a 40 años. “Las mujeres trans somos expulsadas del hogar alrededor de los 11 años y no podemos sostener el ámbito educativo porque ese sistema también nos excluye a través de prácticas discriminatorias que muchas veces son avaladas por los propios docentes. Entonces las compañeras dejan sus estudios”, agrega Albornoz. Así, resulta urgente que el Estado se haga cargo de sus responsabilidades y desarrolle políticas públicas que respalden a población trans en un real acceso a la educación y al trabajo.

“Espero que se haga justicia, porque mi hija salió un jueves, bien contenta, bien vestida. Me dijo ‘Má, el sábado vuelvo para votar’. Y esperé y esperé hasta que me dieron esa mala noticia”, dice Liliana, madre de Ayelén. Al recordar a su hija rescata la perseverancia de Ayelén, quien salía a trabajar para estudiar. “Yo le decía a Ayelén que no salga, pero ella me insistía en que tenía que ir y trabajar. Ella quería trabajar y estudiar”. Después de conocerse el crimen, la comunidad trans y organismos de derechos humanos se organizaron para marchar por las calles tucumanas y exigir respuestas a la transfobia. “Acá en Tucumán es muy difícil que las mujeres trans nos unamos y salgamos a las calles. Estoy muy emocionada porque a pesar de nuestras diferencias nos unimos para marchar”, expresa Maia Moyano, integrante del Centro Educativo Trans de Puertas Abiertas (Cetrans) y amiga de Ayelén.

El expediente de la causa se encuentra en la Policía, pero desde la querella constituida por ANDHES (Abogados y Abogadas del Noroeste argentino en Derechos Humanos y Estudios Sociales) aseguran que la fiscal Adriana Reinoso Cuello se comprometió a ingresarlo a fiscalía pronto para que los abogados puedan llevar adelante las presentaciones formales y avanzar en la representación. “Hemos tenido contacto con la mamá de Ayelén y a partir de su interés por tener una representación legal en la causa hemos tomado la decisión de representarla en el homicidio de su hija. Tuvimos una primera audiencia con la fiscal, que se mostró muy receptiva e interesada en el curso de la causa. No descarta ninguna hipótesis, pero tampoco hay una hipótesis muy concreta a esta altura. Están cumpliendo con los pasos de rigor”, explica Pablo Gargiulo, abogado querellante en representación de ANDHES.

“Mi hija era todo para mí. Mi vida que ahora ya no está. Me quitaron una parte de mi corazón”, expresa Liliana con dolor. Un dolor que se hace lucha y se abre camino hacia la justicia. Un dolor que se comparte en comunidad, por eso Maia Moyano asegura que “la familia de Ayelén está muy contenida. Ellos creían que esto iba a quedar en la nada. No sabían el cariño que tanta gente tenía por Ayelén. Dentro de su dolor tienen esta alegría de saber que no están solos”.