Megacausa Jefatura III: heridas en el alma

Foto de Elena Nicolay | La Palta

“Quiero decir que cuando sucedieron los hechos yo tenía 12 años, pero tengo grabado en mi mente muchos sucesos, fechas, palabras, personas. Han quedado grabadas en mi mente porque fueron muy fuertes”, dice María Cristina Díaz, quien ahora tiene 59 años, mientras sostiene un papel que parece una carta que ha estado por mucho tiempo esperando ser leída. María tiene un ayudamemoria para no olvidar ningún detalle del secuestro de su hermano Hugo Manuel Díaz, para ser lo más clara posible y trasladar a todxs lxs presentes en la sala de audiencias a 1976.

Catorce días antes del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, secuestraron a Hugo por primera vez. Lo tuvieron 14 días y en la madrugada de aquel 24 lo dejaron en las puertas del cementerio de Tafí Viejo, con una venda muy ajustada en sus ojos. “Llegó muy golpeado, muy delgado y barbudo, irreconocible. Fue muy doloroso verlo así”, recuerda María y su voz, de a poco, comienza a quebrarse. Hugo perdió su trabajo y quedó con miedo a salir de su casa.

El segundo secuestro fue dos meses y medio después, el 1 de julio. Hugo ya vivía con sus suegros. Lo llevaron junto a su compañera de vida Norma Luisa Santillán y sus dos cuñados, Ramón Cesar y Miguel Ángel Santillán. Ese día, policías y militares hicieron un allanamiento en todo el barrio. Primero ingresaron a la casa de la familia de Hugo, apuntaron a su hermana María con una ametralladora, revolvieron y robaron todo lo que pudieron. Luego, se dirigieron al lugar donde se encontraba él y fueron llevados al ingenio Concepción por el Ejército y la policía de Tafí Viejo. A la mañana siguiente los liberaron.

Antes de marcharse de aquel lugar, un militar de apellido Zimmerman le preguntó si alguna persona de la Policía de Tucumán no lo quería o estaba en contra. “Mi hermano le dijo que en el verano había tenido un altercado con un tal Ramón Jodar de la policía de Tafí Viejo. Esta persona le dijo que ya iba a saber quién era él”, cuenta María. Si antes Hugo tenía miedo de salir, después de este segundo episodio el miedo fue aún mayor.

La última vez que María y toda su familia vieron a Hugo fue en la madrugada del 13 de agosto. Aquel día personas encapuchadas lo secuestraron por tercera vez, el día después de haber cumplido 28 años. Nunca más supieron de él. Cartas a distintos lugares, habeas corpus y una búsqueda por todas las comisarías, todo eso fue parte del largo peregrinar de la familia Díaz.

Para la mamá de Hugo, él era su vida y la luz de sus ojos, por eso, cuando se lo llevaron su vida se fue apagando poco a poco hasta los años 90. Aún así luchó incansablemente, buscó a su hijo, pidió justicia en cada marcha en la plaza Independencia y se fue de este mundo sin ninguna respuesta, sin saber cómo, cuándo ni dónde. “Mi hermano era su único hijo varón. En su carta de despedida nos dijo que la perdonemos, que nos amaba, que ya no daba más y no podía seguir esperando”, dice María. Las lágrimas aparecen y se toma un momento para recomponerse, mientras en la sala queda en silencio.

“Quiero decir que, aparte de las víctimas principales que fueron mi hermano y su esposa, nosotros los familiares, los que quedamos, también hemos sufrido muchísimo. Todos nosotros, mis hermanas, mis padres y yo, la familia de mi cuñada, fuimos víctimas. Estoy esperando justicia, saber dónde están sus restos. Por ellos, por los que no están y por los que quedamos pido memoria, verdad y justicia. Nunca más”, dice María cuando termina su relato. En la sala sus familiares se ponen de pie y la abrazan. Después de tantos años, por primera vez puede contar todo y la esperanza se vuelve búsqueda de justicia. Aún quedan dos hermanas de Hugo, María Cristina y Dolores Díaz, queriendo saber dónde está, esperando poder llevarle flores y encontrar un poco de calma en tanto sufrimiento.

Foto de Elena Nicolay | La Palta

Cinco meses después

Que no se preocupe porque le iba a pasar lo mismo que a Hugo, le dijo Ramón Jodar a Norma Santillán después del secuestro de su compañero de vida. A Norma la molestaban constantemente en su trabajo, recibía innumerables amenazas, la perseguían a ella y a sus familiares.

El cinco de enero de 1977, cinco meses después del secuestro de Hugo, entraron personas encapuchadas a su casa y se la llevaron en una camioneta. Hasta el día de hoy continúa desaparecida. “Cuando fuimos a reclamar en el ingenio Concepción nos atendieron pésimamente, más a mi padre. Nunca nos dieron datos de nada”, dice su hermano Ramón Santillán frente al Tribunal.

Los familiares de Norma y Hugo no supieron nada más de ellos. Ambxs aparecieron con las siglas DF (Disposición final) en la lista presentada por el testigo Juan Carlos Clemente en el 2010. Ambxs fueron secuestradxs, torturadxs y desparecidxs. María, Dolores y Ramón son los que quedan, los que intentan sanar aquellas heridas del alma y buscan justicia para que esta parte oscura de la historia argentina nunca más se repita.

Norma Luisa Santillán y Hugo Manuel Díaz, ¡presentes!