1 de Agosto: Cómo nombrar lo sagrado
/Por Lourdes Albornoz
En muchas culturas antiguas, Dios tiene nombres que no deben ser nombrados. Y otros nombres que se utilizan para no llamarlo. Nombrar es invocar, también.
Muchas veces nos preguntan: ¿Por qué cuando se reúnen cuentan siempre las mismas anécdotas y se ríen de los mismos chistes? Eso se llama ritual. Cuando se vuelve a un pasado compartido, se reafirma la pertenencia, y ese pasado se hace presente, nos posibilita idear un futuro compartido. Quipnayra uñtasis sarnaqapxañani: un aforismo de la cosmovisión aymara traducido por Silvia Rivera Cusicanqui como “mirando atrás y adelante podemos caminar en el presente futuro”.
Por supuesto que cada quien tiene su propia visión y conexión con la madre tierra, su propia forma de nombrarla y también su espiritualidad. Pero necesitamos reconocer que se trata de una tradición cultural, política, económica de pueblos, personas concretas, con existencia física e histórica.
Intentaré en las líneas que siguen develar algunas capitas de tierra en torno a la "pachamama" como efeméride protocolar y ceremonial en este tiempo.
El primer apartado de este texto busca comentar un poquito el sentido de la tradición de honrar a la pachamama en agosto. El segundo, habla de como se realiza en contextos urbanos y actuales. El cuarto pregunta sobre las palabras y las identidades. Y por las posibilidades que nos brinda para mirar nuestra realidad actual.
Y por último, aclarar que el escrito es sobre todo, una invitación, una provocación a pensar preguntas, desde cada une, hacia una posibilidad de un necesario futuro compartido.
Agosto: tiempo espacio de corpachar
Familias que viven en "casas" o puestos de barro, uno abajo pal invierno y uno pal alto en verano... Que cuidan llamas, cabras, ovejas, vacas... Que cuidan muchas extensiones de tierra, donde se siembra por algunos años y se deja descansar otros. Se carnia un animal y se hace una cruz con el cuchillo con sangre. Se adornan las yuntas, los arados. Se dan tres vueltas en círculo, se prende fuego, se sahuma.
Se invoca a los vientos calientes del norte, a los rayos del sol, que llevan a más de uno durante el mes de agosto. Se limpia. Los ambientes naturales no necesitan químicos tóxicos fabricados en serie para permanecer sanos. Se limpia con fuego, con humo, con ceniza, con agua florida.
Se pasa medio año comiendo solamente papa, maíz y carne seca. Donde se ofrenda a la tierra cada día el sudor y los callos del humano, que es otro ser más entre los seres.. Allí, en lo alto, en lo inmenso, en lo poderoso de las tormentas, en el corral que se le mezquina al zorro y al cóndor, abrir una boca de la tierra y alimentarla tiene sentido.
Por eso la corpachada implica un sacrificio. Es similar a la entrega que significa trabajar duro durante toda una temporada, correr miles de km. Ofrecer algo muy valioso. Algo parecido a lo que puede verse durante la procesión a la Virgen del Valle, en las procesiones a los santitos y virgencitas, donde la gente camina de rodillas, se corta el cabello y realiza ofrendas en devoción.
Es un ciclo de trabajo arduo.
Lo mismo con el carnaval, pero eso queda para el próximo capítulo.
Corpachando los despojos
Lo cierto es que los mundos donde esa práctica tiene sentido están siendo destruidos.
Hoy las comunidades también deciden corpachar sus despojos en las huellas de los ancestros. Con nostalgia, con melancolía y con esperanza de futuro.
Pachamama, kusilla kusilla.
Muchos de nosotros tenemos sangre indígena. Fuimos desarraigados porque la forma en que vivían nuestros abuelos no se consideraba “digna” o “civilizada” por las oligarquías usurpadoras de los territorios, dueñas de apellidos, de alambrados y de papeles.
La wiphala no es bandera (ni mucho menos mantel). Es una insignia de la lucha anticapitalista y antiimperialista como dicen ahora... La lucha por seguir viviendo como dijeron ellos... La lucha "para que mi hija no sea su sirvienta" como dijo Felipe Quispe.
Todos tenemos un abuelo que viene de la montaña. ¿Nos preguntamos por qué tuvo que bajar? ¿Sabemos que es el conchabo, la obligación, el familiar…?
Muchos de quienes nacimos en las ciudades reivindicamos los orígenes antiguos.
Pero el desarraigo tiene dos partes: los que nos fuimos, y nunca pudimos volver… pero también quienes se quedaron y resisten hasta hoy. Y aunque cada vez sean mas las amenazas contra esa forma de vida ancestral, mi ofrenda es seguir tejiendo la resistencia invisible que las sostenga.
El poder de las palabras
Para decir pachamama tenemos que nombrar también al genocidio que nunca terminó. Y recordar que los genocidas no son locos, son hijos sanos del capitalismo extractivista. Ayer fueron las carabelas de Colón, hoy son la reforma constitucional de Jujuy, el RIGI (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones) el pacto que quiso ser de Mayo y se firmó en Julio. Ayer nos vendían espejitos de colores y hoy nos imponen la transición energética: las baterías de litio para que algunos puedan andar en autos eléctricos mientras sacrifican nuestras aguas. Las encomiendas y capitulaciones de indias se reinventan con el Reglamento Para Suministro de Minerales Estratégicos de la Unión Europea. (Quedan invitadxs a googlear de que se trata cada propuesta…)
Pero ¿Donde comienza el genocidio?
A nuestro entender, comienza mucho antes de la violencia física.
El horror se mastica de a poquito, en sorbos, haciendo tolerable lo inhumano en pequeñas porciones…
Primero, con apropiarse las tierras, los saberes, los cuerpos… Luego, poner en museos nuestros abuelos, quitarnos las ceremonias y vaciarlas de sentido.
Por eso, la pachamama no es un pedazo de tierra sin nombre en medio del cemento, donde se hace un pozo que se usa para sacar fotos una vez al año.
Pachamama es una forma de ser en el mundo que se hereda, que nos cría…Una forma de vivir bien. Una vida por la que vale la pena vivir, y que defendemos hasta morir. Una disputa por otras civilizaciones posibles.
Por eso seguimos recordando, reviviendo las formas de vida, los nombres, las anécdotas de nuestros abuelos. Porque queremos un futuro donde podamos seguir siendo, ya sea en los campos o en las ciudades, donde nuestros hijos conozcan ese mundo. Compartirlo con quienes no lo conocen para que puedan comprenderlo. Allí reside lo “ch`ixi”, lo “abigarrado” de nuestro ser. Capaz se entiende mejor diciendo la palabra “overo”, que es la que usaban los abuelos.
Identidades en lucha
Habitarse unx mismo es un trabajo también. Sobre todo en tiempos de contradicciones.
Hoy la lucha no es contra quienes “se vendieron”, ni contra las mineras, ni contra el norte global. La lucha es contra la polarización.
La neurociencia avanzó junto a la inteligencia artificial para crear perfiles esperados de ciudadanos e imponer la gobernanza mundial sobre el caos que ellos mismos generan.
La hiperpromocion global de "diálogos, voces, la urgencia por nombrar, clasificar a uno y mil sectores que reclaman derechos"
Nos hace suponer que algunos sujetos solamente podemos pedir derechos, y otros son capaces de darlos.
Los derechos como objeto, cosa, mercancía.
Allí comienza la competencia entre nosotros por disputar quienes tienen derechos, y quienes no. ¿En qué momento nos pusieron a discutir si el cine es más importante que el alimento, si la universidad debe ser pública para todas las carreras, si una abuela merece jubilación?
Mientras tanto, los que mandan están muy seguros de subsidiar a los ricos y a las multinacionales, como sucede con la decisión nacional de entregar la propiedad intelectual del manejo de las aguas a la empresa Mekorot.
Y ahí, sonamos.
En este escenario, vemos que se cuestiona lo incuestionable: el valor de la vida, las conquistas de tantos años, las quieren borrar de un plumazo. Y es porque todo está puesto a discusión.
¿Sabia ud. Que un futuro con baterías de litio es un futuro con armas, sin agua para las ciudades?
¿Se imaginan cómo sería el Río Salí sin la contaminación actual?
¿Pueden imaginar la yunga tucumana en estado de completa sequía por la privatización de las aguas?
¿Cómo se vería un open pit minero en Tafí del Valle?
Le pedí a la inteligencia artificial que creara esas imágenes para éste artículo. Me devolvió una reproducción perfecta, inmediata y vacía de sentido, de lo que se desea.
Y ese mundo nos quieren imponer. Donde los sueños sean inmediatos, caduquen pronto, y nos cuesten la vida.
En este mundo capitalista cada uno sueña lo que puede. También hay mercado y meritocracia de sueños y deseos. Y sabemos que no se cuestionan los deseos.
En todo caso, miremos si será posible salir de la pobreza de sueños… y por otro lado, que importante es entender y recordar que somos el sueño cumplido de nuestros ancestros.
Lo sabemos, soñar en colectivo es nuestro privilegio, el de las clases populares.
Pero ese sueño colectivo que nos alumbre solo puede nacer de la digna rabia y de la organización. Cuesta, sí. No más ni menos que otros sueños.
Cada quien se pone sus metas y fija su precio. Y el de sus sueños.
Donde habita lo sagrado
Lo sagrado no se puede nombrar. Se honra. La tierra nos pregunta ¿Qué estás dispuesto a sacrificar, a ofrendar, por esta tierra, por tu comunidad? ¿Cuál es tu deber, tu misión vital, tu aporte a la vida que te sostiene?
La filosofía andina es profundamente interdependiente de todos los seres. Reciprocidad, complementariedad, dualidad, siempre requieren un otro.
Por eso, la pachamama no es una ceremonia. Es corpachada. No es pública, es compartida. No es solemne, es parte del trabajo del día. No se esconde en las paredes de cemento ni en las piedras de las montañas… Ni siquiera en las plantas maestras como la ayahuasca.
Habita en el sagrado equilibrio de todo lo que existe.
Llegó el momento. Basta de preguntar qué nos falta, porque ello nos reduce a sujetos de carencias. Basta de hacer agujeros y apachetas en cualquier lado, sin orden cósmico ni comunitario, porque eso folcloriza y quita sentidos.
Lo sagrado está en la comunidad.
Y para quienes no conozcan esta tradición y quieran honrarla, les invito a acercarse a los pueblos nativos y preguntar ¿cuáles son sus sueños? Así se previenen genocidios: reconociendo al diferente como seres con derecho al futuro.