Privatizar: el mito del beneficio público con la ganancia de las empresas

Imagen de EL mERCURIO

“Atendiendo la necesidad de concentrar la actividad del Estado en sus funciones esenciales, se dispone la privatización de determinadas empresas públicas”, dice en una de las casi 350 páginas de la llamada Ley Ómnibus propuesta por el presidente Javier Milei. La justificación para la medida del libertario es la de “generar mayor competencia y eficiencia económica, reducir la carga fiscal, mejorar la calidad de los servicios, promover la inversión privada y profesionalizar la gestión de las empresas”. En este escenario, surgen algunas preguntas:

¿De cuántas empresas públicas estamos hablando y cuáles son?

Cuando se habla de las empresas públicas en la Argentina, las primeras que se cruzan son Aerolíneas Argentinas, la TV Pública, Aysa (Agua y Saneamientos Argentinos) e YPF (Yacimiento Petrolíeferos Fiscales). Sin embargo, no todo es lo mismo. Si bien las tres primeras (al igual que Arsat, los trenes y las centrales nucleares) lo son, YPF está por fuera de esa lista. Y esto es así porque el Estado solo tiene una posición accionaria mayoritaria y la potestad de nombrar a gerentes y presidentes. Ocurre que la empresa petrolífera no depende financieramente del sector público y además cotiza en bolsa. En esa misma línea se encuentra también el Banco Nación y sus distintas unidades de negocios.

En definitiva, se está hablando de 33 empresas públicas, según el relevamiento oficial del Ministerio de Economía. Pero, la ley prevé la privatización de todas ellas y también aquellas donde el Estado es socio (como YPF y Banco Nación entre otras), se trata en total de 41 privatizaciones.

¿De cuántos trabajadores se está hablando?

De acuerdo a los datos de la Base Integrada de Empleo Público (BIEP) se habla de más de 134 mil empleados entre las sociedades del Estado y las empresas públicas. En estas últimas, según el listado oficial, hay un total de 92 mil trabajadores.

Los mitos y las realidades de la privatización

Uno de los principales argumentos para fomentar la privatización de las empresas públicas es garantizar la rentabilidad porque se afirma que la administración pública es ineficiente. Sin embargo, esto no es del todo cierto, ya que algunas empresas no solo no tienen déficit financiero, sino que el balance de los tres primeros trimestres de 2023 es positivo.

Otras empresas, por su propia naturaleza, no deben estar regidas por las lógicas del mercado que exige ganancias ante todo. Esas empresas están orientadas por un criterio social y por ello reciben transferencias del Estado. De acuerdo a los datos oficiales, el tercer trimestre de 2023, el monto ejecutado de esa asistencia alcanzó a 1,1 billones de pesos, que equivalen a 0,9 por ciento del PBI. Aun así, no todas las empresas reciben estas transferencias y en el primer trimestre del año pasado recibieron 0 pesos. “Entre ellas se destacan Nucleoeléctrica Argentina, Dioxitek que la abastece, y VENG, que fabrica antenas y otros productos para el sector satelital”, publica el diario Página 12.

Además, nueve de las que sí reciben tales transferencias, tienen ingresos propios superiores a estas ¿Cuáles son?, son las vinculadas a trenes, Energía Argentina y las de medios audiovisuales, como RTA (Radio y Televisión Argentina) y Contenidos Públicos.

¿Cuáles son las empresas que tienen balance positivo? Nucleoeléctrica Argentina derriba el mito de empresa deficitaria, en tanto su balance 2023 arroja ganancias de 125.732 millones de pesos. En esa misma línea se posiciona Trenes Argentinos Infraestructura, con 15.541 millones, y el Correo, por casi 9.000 millones de pesos.

Por su parte, a principios de diciembre del año pasado, Aerolíneas Argentinas informó que proyectaba cerrar su balance 2023 con ganancias y habiendo ejecutado el 0% del presupuesto asignado para este año. Todo ello habiendo alcanzado el equilibrio fiscal que la empresa no tenía desde 2008.

Foto de YPF

Privatizaciones: ‘Esto yo ya lo vi, esto ya lo escuché’

En la década del 90 (desde fines de los 80, para ser más precisos), privatizar fue parte de la receta implementada por el menemismo. ¿Qué consecuencias dejaron aquellas medidas?

La más evidente tiene que ver con la pérdida de propiedad por parte del Estado de sectores estratégicos de la economía. Es así como se consolidó la presencia de los grandes grupos económicos y se acentuó la tendencia a la asociación entre esos grandes grupos económicos locales con los grandes capitales extranjeros.

Por otro lado, la reconversión de la empresa tuvo grandes implicancias directas sobre los trabajadores quienes perdieron la estabilidad laboral que tenían en el cargo. Además, se produjo una fuerte reducción de los planteles por la vía de los llamados retiros voluntarios. Cuando un trabajador no aceptaba estas condiciones, se iniciaba una campaña persecutoria o discriminatorias, se los trasladaba a zonas alejadas de sus hogares o se les asignaba tareas desconocidas o se los dejaba sin tarea asignada. Todo ello con el propósito de producir un desgaste psicológico hasta que acepten el retiro voluntario y evitar los despidos que garantizaban la indemnización.

Las leyes de flexibilización laboral acompañaron (como se propone hoy) este proceso. Lo que permitió que las consecuencias para los trabajadores incluyan el aumento del horario de trabajo y los ritmos de producción. Se propicien contratos flexibles, por tiempo determinado, pasantías, con salarios flexibles que incluyen pagos por productividad, entre otros. Y un fuerte proceso de tercerización de ciertos sectores de la producción que antes estaban integrados a la empresa. Esto último permitió la fragmentación y precarización del colectivo de trabajo.

Otra de las consecuencias de las privatizaciones tuvo que ver con la desnacionalización y el paso a manos extranjeras de áreas como las telecomunicaciones, la distribución de gas, la generación y distribución de electricidad, la red cloacal y de agua. Muchas de ellas aún vigentes y que siguen lejos de mejorar los servicios y hacerlos más eficientes.

Con la excusa de fomentar la competencia se impulsó la desregulación que, además, permitía reducir costos. Esta falta de control efectivo es una de las razones por las que la calidad y seguridad en la prestación del servicio eléctrico, por ejemplo, sea paupérrima. ¿Son empresas deficitarias? Para nada, Las empresas obtienen altas ganancias rápidamente sin reinversión.