500 años no son suficientes

Fotografía de Bruno Cerimele

Años atrás, Jacinto Amín llegó armado a la comunidad de Chuschagasta. Un comunero llamado Javier Chocobar salió a su encuentro y Jacinto lo amenazó diciéndole que si no le pagaban o le desocupaban el terreno lo iba a matar. El 12 de octubre de 2009, Javier Chocobar perdía la vida defendiendo sus tierras. "Jacinto Amín amenazó a mi hermano Javier con que lo iba a matar. No lo cumplió él, pero lo cumplió su hijo Darío Amín en la cantera", denuncia Delfín Carta, hermano materno de Javier Chocobar.

Aquel día, Darío Amín, Jorge Valdivieso y Luis 'Niño' Gómez ingresaron a la comunidad dispuestos a arrebatar las tierras. Tenían las armas preparadas y el objetivo fijo. Y no pararon hasta el momento en que Delfín vio caer a su hermano Javier diciendo "Turco hijo de puta, me has baleado". Este hecho representó el abuso a los derechos ancestrales de los pueblos originarios. "Ese día del asesinato yo les quite las armas a los asesinos. Si yo hubiera sido otra persona, quizás con las mismas armas los hubiera liquidado. Pero no era mi intención. No sé como hice para contenerme", expresa Delfín al recordar ese momento.

El intento de arrebato terminó no solo con la muerte de Javier Chocobar, sino también con la agresión a tres comuneros más. Entre ellos se encontraba Andrés Mamaní. Aquel día recibió un disparo que lo dejó en terapia intensiva por cinco meses. "Me llevó un año o un año y medio poder recuperarme. Hoy todavía me quedan secuelas de esa vez", cuenta Andrés y agrega que "fue muy difícil. Vi mi familia destruida".

El héroe de Chuschagasta

A cuatro años de la muerte de Javier, la comunidad de Chuschagasta lo recuerda como un héroe. Junto a las ofrendas a la Madre Tierra, nunca falta el recuerdo de aquel artesano, dirigente, padre y amigo. Su nombre es sinónimo de lucha. Su foto es ícono de ausencia. La comunidad misma tiene parte de Chocobar. "Él trabajaba en construcción y artesanía. Nosotros hemos aprendido muchas cosas de él", cuenta Eudolio Chocobar, hijo de Javier, haciendo referencia a que "muchas de las casas que tenemos aquí han sido trabajo de él".

Así, se hace evidente el camino marcado por él en Chuschagasta. Aquel comunero que "cuando había que organizar algo salía y decía 'mira, hay una reunión, vamos arreglemos' o 'mira, limpiemos el club para las reuniones'", como relata Andrés Mamaní, íntimo amigo de Javier. Esa pérdida es irreemplazable para los hermanos de la comunidad. "Estamos buscando un nuevo dirigente. Aunque, cuando un amigo se va, es difícil llenar esos huecos. Hay algo que falta", expresa Andrés.

El pasado sábado se realizó un homenaje a Javier Chocobar en la comunidad . Los comuneros lo recordaron entre rezos, ofrendas a la Pachamama y coplas. No faltó el pedido de justicia y las palabras de quienes lo conocían. "Más que hermano, lo recuerdo como un padre", dice Delfín, y agrega que "me dolió mucho perder a un hermano de esa forma y que la justicia no cumpla con lo que tiene que cumplir".

Por su parte, los organismos de Derechos Humanos presentes brindaron su apoyo. Fue inevitable la emoción de los abogados miembros de ANDHES-Abogados y Abogadas del Noroeste Argentino en Derechos Humanos y Estudios Sociales, quienes vienen trabajando desde hace tiempo con la causa.

La comunidad exige justicia por su héroe. Todos esperan la fecha del juicio, que ya atravesó muchas dilaciones. "Es un día muy triste para nosotros, tener que vivir esto. Otro año desde que a él lo han  matado y la justicia no actúa como tiene que ser", expresa el hijo de Javier, provocando al Poder Judicial para que reaccione ante estos abusos. "Es como que la justicia no existe para este caso. Hoy se cumplen 4 años y no tenemos justicia, ellos andan libres. No sabemos en el día de mañana qué puede pasar, si vendrán de vuelta", agrega Eudolio.

500 años de derechos vulnerados

El 12 de octubre se cumplieron cuatro años desde la muerte de Javier Chocobar pero 521 años desde que los pueblos originarios de América fueron saqueados e invadidos. Es triste pensar lo poco que se ha aprendido en tanto tiempo. "A pesar de que somos reconocidos como preexistentes en el lugar que habitamos, los terratenientes no respetan eso", afirma Eudolio Chocobar y resalta que "siempre se ha querido quitar lo que tenemos. La historia nos cuenta que hasta el habla nos han quitado."

En una sociedad democrática todavía existen mecanismos oscuros para vulnerar derechos. El miedo sigue presente como arma clandestina de dominación. "La comunidad ha quedado con mucho temor y mucho miedo. Costó mucho lograr reactivar a la comunidad a querer hacer cosas", explica Andrés Mamaní en referencia a lo sucedido y agrega que "se quiere seguir saqueando, seguir esclavizando y matando a los pueblos originarios".

Las comunidades continúan siendo víctimas de amenazas y hostigamientos. Según testimonios de comuneros de Chuschagasta, la madre de Darío Amín ha andado hace un mes por allí amenazando a la gente y diciendo que los va a desalojar a todos. "Las familias están con miedo de que vuelva pasar un caso más", comenta Eudolio con la intención de pedirle a los gobiernos "que estén más cerca con las comunidades indígenas. Somos seres humanos como ellos, no somos animales."

No se trata de economía, ni de recursos naturales. Por eso, Andrés Mamaní  quiere hacerle entender a la sociedad que "nosotros no queremos hacernos dueños de tierras, sino que se nos entregue lo que siempre nos ha correspondido. No la queremos para explotar, sino para sobrevivir".

Javier Sadir

jsadir@colectivolapalta.com.ar