Un reclamo con olor a viejo
/La queja por falta de estructuras y mantenimientos en la Facultad de Artes es histórica. Desde hace años los alumnos denuncian que no cuentan con espacios edilicios que se encuentren aptos para el desarrollo académico. Y si de espacio se trata, la sala Paul Groussac no queda afuera de la mugre y el abandono. Ratas, falta de agua y baños inadaptados son algunas de las complicaciones que enfrentan los estudiantes de teatro de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) a la hora de perfeccionarse. En mayo de este año la falta de agua se hizo notar entre los futuros actores, cuando las canillas de la sala no daban ni gota. Esta situación se sumó a la inundación de un sótano que se utilizaba como aula, el cual quedó clausurado luego de las lluvias de febrero. Así crecieron las limitaciones para ensayar, puesto que los estudiantes de teatro necesitan de un piso de madera en el cual puedan trabajar con el cuerpo y no dañarse en el intento.
Luego de un mes en estas condiciones, la situación fue insostenible. “Seguíamos viniendo a clases pero traíamos nuestra agua, con el riesgo de deshidratarnos. Sumado a eso la falta de higiene y la aparición de alacranes. Incluso a una compañera se le cayó un alacrán en la cabeza. La situación era espantosa”, cuenta Lucía Dzienczarski, estudiante de teatro. A partir de eso los alumnos presentaron notas a las autoridades exigiendo respuestas. Con esto consiguieron que el agua regresara a fin de mes, sin embargo los problemas no cesaron. Los chicos notaron que muchos de sus compañeros se enfermaron con síntomas similares. Dolor de panza, vómitos y fiebre hicieron dudar del agua. Esto motivó a los estudiantes a realizar una nota amplia con los certificados de los enfermos y exigiendo el mantenimiento correspondiente de manera inmediata. El reclamo fue acompañado de una denuncia en Defensoría Nacional. “Nosotros acá pasamos doce horas y no podemos entrar al baño. Sabemos que no somos los únicos y eso es lo preocupante. ¿Dónde está el presupuesto?”, se pregunta Paula Sabando, estudiante jujeña de la carrera.
Organizados en asamblea, los estudiantes realizaron manifestaciones artísticas en la sede de la Secretaría de Planeamiento y en el Rectorado de la UNT. Utilizando su talento y el arte como herramienta de denuncia, los teatreros consiguieron ser atendidos por la doctora Raquel Pastor, Decana de la Facultad de Artes, y las autoridades de planeamiento, donde se prometió el inicio de las obras en la sala Paul Groussac. “Como no teníamos nada por escrito de ese acuerdo, lo que buscamos fue un papel que compruebe ese compromiso”, explica Lucía, por lo que se acordó, en asamblea, asistir a la reunión del Consejo Superior. “Lo curioso es que la decana dijo que ella conoce, por teatristas amigos, que todos los teatros tienen ratas y pulgas. Esto fue como una cachetada, porque claramente nos está discriminando. Está dando a entender que nosotros tenemos que convivir con ratas y pulgas porque estudiamos esta carrera”, expresa Dzienczarski. Si bien el acuerdo no se firmó, las obras iniciaron en las salas.
A partir de esto, a los estudiantes les queda esperar hasta el 18 de agosto, día en que finaliza el receso de invierno, para ver si los prometidos arreglos están finalizados. “Lo más doloroso es encontrar docentes que no te apoyan en esta lucha porque consideran que no vale la pena. Te dicen que cuando ellos estudiaban también era así y que no va a cambiar”, lamenta Andrea Robles, estudiante que participa del reclamo.
Lo sorprendente de esta situación es que sucedan dentro de una universidad que recibe un presupuesto y que contrata recursos humanos para que se ocupen de estas cuestiones. Con un Consejo Superior que necesita de estudiantes movilizándose para actuar y con una decana que naturaliza la existencia de ratas y pulgas en un espacio académico, queda en claro que cien años de historia no son suficientes.