Una economía que cambia pero no mejora

Ernesto Gomez Rossi, director del ISEPCi | Fotografía de ignacio lópez isasmendi

En el inicio de 2015 la inflación parecía detenerse. De alguna manera lo hacía; es que, como en todo año electoral, desde el Estado Nacional se hizo un esfuerzo mayor para sostener o mejorar las condiciones de vida de los votantes. Según el ISEPCi, que a través de su Índice Barrial de Precios (IBP*) mide mensualmente el impacto del aumento de precios de alimentos en las condiciones de vida de los sectores populares, ese año no fue la excepción. Hasta octubre el aumento de precios sostuvo un crecimiento mínimo (menor a un 1% en promedio incluyendo una retracción de los precios en un 0.48% en octubre). En términos intermensuales se registró la mitad de aumento comparado al mismo período de 2014 que incluyó una devaluación del dólar que impactó fuertemente en los sectores asalariados. Pero la historia no iba a terminar bien, lo que no aumentó naturalmente, es decir sosteniendo el ritmo que venía mostrando durante los últimos 4  años, cayó como un baldazo de agua fría sobre el final del año una vez que el proceso electoral quedó definido. “El nivel general de aumento de los precios –explica Ernesto Gómez Rossi, director del ISEPCi– se mantuvo como en los años anteriores. 2015 terminó con un aumento del 26,61%, durante este año hubo una preocupación por parte del gobierno de mantener el costo de la canasta básica de alimentos, con distintas medidas: acuerdos de precios (Precios Cuidados) o incluso la utilización del estancamiento de la economía. El año que acaba de terminar marca, por primera vez en mucho tiempo, un proceso de estancamiento en el consumo de los productos de la canasta básica de alimentos (CBA). Este estancamiento tiene sus raíces en el inicio del segundo gobierno de Cristina, pero especialmente se registra en enero de 2014 con la devaluación del peso (-35%) y en 2015 cuando durante la primera parte del año el gobierno trató de combinar el estancamiento con un nivel de clientelismo, fuerte inserción de recursos vinculados al proceso electoral, como forma de control de la situación social, y para buscar una base electoral cautiva. Eso, después de las elecciones generales, comenzó un proceso de recuperación”.

No fue hasta que quedó consagrada la fórmula Macri-Michetti que los precios comenzaron a dispararse. Así sobre la tercera semana de noviembre se dio un salto de casi el 5% que fue acompañado por otro salto en diciembre, esta vez del 10%, con lo que se cerró el 2015 con una variación interanual del 26,61% si se compara diciembre de 2015 con el mismo mes de 2014. Según analiza el director del ISEPCi “este estancamiento en la economía se produjo como consecuencia del manejo coyuntural de los procesos económicos, la falta de políticas estratégicas y de largo plazo llevó a pérdida de importantes reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA). Esta pérdida de divisas llevó a tomar otras medidas coyunturales como el cepo cambiario, restricción de importaciones que, bajo el relato de sostener la industria nacional, buscaba contener reservas que se iban producto de la compra de producción externa ya sea de elementos de primera necesidad o diferentes tipos de insumos para las industrias; sumado a esto la importación del sector energético producto de la continuidad en la gestiones Kirchner de la política energética del menemismo, que terminó con la nacionalización de YPF, son cuestiones que fueron condicionando el panorama económico, llevando al estancamiento y a la crisis en las principales variables de la economía ”.    

La situación de devaluación, la salida del cepo, y la discusión del gasto público (incluyendo la cuestión de los subsidios a en los servicios públicos) era una situación que tendría que haber enfrentado cualquiera de las opciones políticas  que se presentaron para la presidencia en octubre de 2015. Tanto Scioli como Macri discutían si la salida era de shock o gradual pero sobre la base de que la salida era necesaria y el camino era el ajuste y la devaluación que inevitablemente tendría algún nivel de consecuencias como las que se expresan claramente en estos días con el traslado de ingresos desde los sectores más postergados a los más concentrados.

A casi dos meses de la asunción del nuevo gobierno, Gómez Rossi analiza las primeras decisiones. “Aún las políticas económicas del nuevo gobierno no han generado un impacto más allá del que se esperaba de acuerdo a la salida del “modelo” anterior. Lo que sí aparece es que los grandes ganadores con esta salida son los grupos exportadores concentrados vinculados al complejo sojero, porque si bien se mantiene el nivel de retenciones (menos un 5%), con la devaluación del dólar van a compensar y salen ganando con esta situación”.

El paquete agropecuario que se presentó en los primeros días del nuevo gobierno muestra, en cuanto a las economías regionales, que es totalmente insuficiente, ya que estas tenían sólo 5% de retención producto de compensaciones por distintos conceptos. Con estas medidas las retenciones bajan a cero pero son economías que no tienen capacidad de exportar  (especialmente las que no forman parte de los comodities); son sectores que, sin políticas de créditos que impulsen la diversificación de la producción agroindustrial, no se ven beneficiados por la devaluación. Sin políticas estratégicas como la recuperación del ferrocarril, compensaciones por distancias de los puertos, políticas fiscales favorables y de restricción a la concentración, las economías regionales no van a dar el salto que necesitan.

Sucede lo mismo para los sectores del trabajo y los más humildes. La medida de darle $400 por única vez en diciembre a los beneficiarios de la asignación universal por hijo (AUH) es totalmente inconsistente ya que sólo sirvió para que sus beneficiarios aplacaran los aumentos de fin de año Desde el ISEPCi se calculó que la AUH hoy alcanza a cubrir sólo el 70% de la canasta básica de alimentos de la niñez de una familia tipo.

“Vemos que en estos primeros meses no hay una política real respecto a los más humildes más allá de que en campaña y en los discursos de asunción se anunciara Pobreza Cero. Entendemos que con las primeras medidas se beneficia al sector exportador y que los alcances de estas políticas, que se van a verificar en marzo con la liquidación de la cosecha gruesa de exportación, no van a traer tranquilidad al conjunto de la población. Por ahora no hay una política integral que lleve a cumplir las promesas de campaña. Lo primero q se ve es una gran transferencia desde el Estado hacia los sectores concentrados de la agroindustria y desde el conjunto de la sociedad, devaluación mediante, hacia los sectores formadores de precios que con los aumentos de noviembre y diciembre se comieron los $400 de la AUH de los más humildes y la exención del pago del impuesto a la ganancia de los sectores medios, succionando los recursos del mercado interno. Una rueda que ya tiene un tiempo y que demuestra rasgos de continuidad con la política económica del kirchnerismo, y que los beneficiarios son siempre los mismos”.

En términos generales el discurso macrista se asienta en la teoría del derrame, es decir, concentración de recursos en los sectores económicos más dinámicos (de la etapa) con la expectativa de que estos recursos retornen a la población a través de la reinversión que dinamice la industria generando fuentes de trabajo genuino, obra pública, etcétera. Las primeras medidas apuntan claramente hacia eso. “Estamos de acuerdo con que hay que dar tiempo a un gobierno que inicia, pero si uno se remite al año 2008 donde se disparó el problema inflacionario y se discutía el nivel de inversión en relación al producto, estos sectores formadores de precios y concentrados no han mejorado el nivel de inversión de la década del 90 y teniendo en cuenta que la etapa anterior (2003-2007) estuvo marcada por una situación internacional muy favorable, esto implica una señal muy negativa respecto a la confianza que uno puede tener en estos sectores a los que el nuevo gobierno está apostando y transfiriéndoles gigantescas sumas de dinero con la esperanza de que vuelquen estas ganancias en el mercado interno y en el desarrollo de las condiciones sociales. Esta etapa favorable no se ha expresado en un incremento serio en el nivel de inversiones, ni siquiera en los sectores beneficiarios de las políticas de subsidio. Estos estaban justificados en la idea de que las empresas pudieran realizar las obras de infraestructura para mejorar la distribución de energía (por ejemplo) en un país que iba creciendo. Bueno, esas inversiones no se realizaron y en este país alcanzamos los 35° o bajamos de los 2° y ya corre peligro el suministro de electricidad o gas, ni hablar del famoso autoabastecimiento energético tan prometido durante la década pasada”.

La visión preponderante dentro del ISEPCi es que la administración macrista no tiene todavía un plan de medidas a largo plazo que conformen un plan serio. “Se está buscando salir del descalabro que dejó el gobierno anterior, que se verificó especialmente durante el último periodo de Cristina. Este no fue un buen periodo para el país ni para la gente, el kirchnerismo fue, en el último tiempo, un gran relato sin mucho contacto con la realidad concreta. Se hablaba de inclusión y fin de la pobreza y hoy tenemos que estar discutiendo, más allá del gobierno que sea, la necesidad de una política de pobreza Cero”. Por lo pronto las estadísticas muestran un crecimiento de la pobreza (luego del amesetamiento que generaron las políticas clientelares durante el año electoral) y el nuevo gobierno arranca con poco más de un cuarto de la población viviendo en condiciones de pobreza y casi un 5% en situación de indigencia (estos guarismos responden a la población tucumana).

Y, aunque sin muchas esperanzas en las políticas que pueda proponer la actual gestión, Gómez Rossi pondera algunas condiciones que podrían impulsar el crecimiento del país en condiciones externas no tan favorables como las del período 2003-2007: “Hay sectores como las economías regionales que son interesantes para desarrollar, por otro lado hay informes de nivel internacional que sitúan a la Argentina entre los 3-4 países con las mejores reservas de gas y petróleo no convencional y de fácil acceso comparativamente con otros países del mundo. En ese marco es increíble que tengamos que importar energía o planteando restricciones o shocks  tarifarios cuando este país tiene las condiciones para producir cantidad y calidad de energía barata para la exportación como método de recaudación de divisas y al tiempo sobreabastecer al mercado interno e incluso brindar como forma de incentivo energía al costo para las industrias en desarrollo. No debería ser un problema y lo es. Así como en la cuestión de la logística, el tema de la recuperación de los ferrocarriles es estratégica si hay una visión de desarrollo del país, hay que ver cuál va a ser la política del gobierno sobre todo alrededor de las economías regionales. Por ahora no estamos viendo una política integral en el gobierno de Macri. A favor habría que concederle que hay que darle tiempo para que se definan programas de mediano y largo plazo si es que los van a tener. Lo que se puede analizar son las políticas de coyuntura que han ido planteando y que hasta el momento las medidas parecen bastante insuficientes. Desde el gobierno se estima que el país empezaría a crecer recién sobre el final de 2016, por lo tanto prevén que el consumo reciba el impacto de la devaluación del dólar, los aumentos tarifarios, la inflación en general. Hay un proceso de ajuste que va a tener impacto en el empleo, para lo cual el gobierno debería tener una política seria de diálogo con los trabajadores porque lo que se ve en principio es que las situaciones como las de Cresta Roja, se pueden reproducir a lo largo y ancho del país, y si eso pasa la respuesta no puede ser la que se les dio a los trabajadores de esa empresa, que no es lo que prometieron en sus discursos de campaña”.

El gobierno que pasó dejó condiciones económicas diferentes a la que pretendía su prédica épica. Más de un cuarto de la población viviendo en condiciones de pobreza y otro tanto en condiciones infrahumanas; más una economía que, en términos estructurales, poco difiere del menemato del que tanto buscaron diferenciarse. El nuevo gobierno con su perorata optimista anuncia un futuro venturoso, pero sus primeras medidas parecen contradecir la extensión de los beneficios que se prometieron durante la campaña. Se habla de Pobreza Cero, pero por un lado se despiden a miles de trabajadores del Estado y por otro se brindan transferencias descomunales a un sector concentrado de la economía; se habló de institucionalidad y republicanismo y se gobierna por decreto; se anunció trabajo estable y se reprime a quienes no están dispuestos a quedarse en la calle. El cambio tan anunciado parece no ir en el sentido de mejorar las condiciones de vida de los argentinos.